martes, 11 de enero de 2011

Hoy, a las 5 de la tarde

Foto: I.N. La última casa de M., 2011
A una hora lorquiana, se ha ido M. Yo había ido a verla a la 1 del mediodía, a desearle bon voyage, aunque no pudiera oírme, por si acaso. Al murmurarle me ha parecido que respiraba más deprisa. Quién sabe... Luego he recibido un sms de mis hermanas, a esa hora andaluza, que recuerda a mi padre recitando, hace muchos años. Me ha tranquilizado haber ido a verla en ese mismo día, sabiendo que se iba. G. estaba conmigo y me ha confortado. Es tan extraña la muerte, tan misteriosa. Todo era sabido y racionalmente era deseable que se acabara ese largo proceso. Pero cuando llega, es tan irreal, la tristeza pesa y lo simbólico pesa mucho más que lo racional. Han sido días muy duros. Ya sabiéndolo, he ido a dar mi última clase del curso del Ateneo. Pensaba que no lo lograría, que se me desharía la voz leyendo a Natalia Ginzburg, pero no ha sido así. Hay un reflejo social o de oficio o quién sabe qué, capaz de anestesiarnos. Antes de empezar la clase, la Belle Elaine ha venido al Ateneo a abrazarme. La gente de la clase ha sido muy acogedora y alegre. Al salir, me esperaban dos amigos, JCM y P., que siempre me cuidan hospitalariamente y hemos tomado vinos en un sitio especial y hemos hablado y ha sido restaurador. Yo iba todo el tiempo envuelta en la manta que me han regalado J. y G., una manta preciosa, de alpaca. No hacía frío, pero yo me sentía protegida envuelta en esa manta, como la madre de la Ginzburg que, en la guerra y el fascismo, con las tristezas y las pérdidas, iba arrebujándose cada vez más en sus chales de lana.
M. vino al mundo a otra cosa, a pintar, a cuidar pájaros. Pero se dejó casar y tuvo seis hijas, y vivió bajo la autoridad y la voluntad de otros. Tenía el cutis más suave del mundo y al casarse parecía una niña. No supo nunca protegerse, y en la infancia no me protegió a mí. Temía la verdad y prefería mentir o quejarse aceptando la derrota antes que defender su posición. No se atrevía a enfrentarse y utilizaba la fuerza de otros. Era difícil saber a qué atenerse con ella. Prefería entregarse a su peor enemigo antes que arriesgarse a estar sola. Pese a todo, antes de perder la conciencia, hace ocho años, me pidió perdón por lo que había permitido que me ocurriera en mi infancia, a su manera. Sarinagara... le gustaban los pájaros, los recogía y curaba y se le subían a la cabeza y los hombros. Adoraba las lagartijas, con las que hablaba, quiso mucho a su loro. En los últimos años, la salvó su perra Nannie. No quería saber, ni recordar y empezó a perder la conciencia hace unos seis o siete años, progresivamente, en ictus sucesivos. Después de pelearse con todas las cuidadoras, vivió al fin feliz en esa residencia modernista donde bailaba en las fiestas y se sentía al fin tratada como quería. Le ha costado mucho alejarse del mundo. Hace unos días, en la clínica, le recordé todos sus embarazos, partos, biberones, cuidados en la enfermedad y le dije: "Ahora te toca descansar e irte con tus pájaros." "Desde luego", contestó, con una mueca burlona. Aún delgada y pequeña como un mosquito, conservaba la fuerza para arrancarse los tubos y pelearse con las enfermeras, que venían a cambiarla. Cuando le leyeron el texto que le escribí como despedida, repitió mi nombre y añadió un misterioso "cristal, cristal". A pesar de sus flaquezas, nos transmitió algunas pasiones suyas, sin saberlo. Ahora se ha ido y es muy extraño. Lo más difícil de entender es la sensación de soledad tan brusca y sobrecogedora, como una cueva. ¿Soledad por qué? ¿Qué significa? Si ella se había ido hace tiempo... Si ya hice ese duelo hace dos veranos, cuando perdió su self y todas las palabras en uno de sus peores ictus... Si ya no tenía memoria, ¿por qué esa sensación de haber perdido las raíces, el pasado, la historia? Otra vez el inconsciente a su aire, situado en ese otro terreno simbólico.
El jueves por la mañana la despediremos en Collserola, como a mi padre. Yo habría querido escribir y leer algo, no sé si llego tarde, cuando todo estaba cerrado, el recordatorio hecho. Si es así, iré a su despedida como una visitante, casi una extraña; en realidad, tal vez sería más coherente así. Por si acaso, me he puesto a escribirlo...

23 comentarios:

frikosal dijo...

La muerte siempre es la muerte, y tus palabras hoy son especialmente bellas, a pesar de todo o tal vez por eso. Un abrazo.

Belnu dijo...

Gracias, Friks! Es verdad, se puede decir muy poco ante la muerte, por más que desconcierte, tiene algo tan definitivo y cerrado que el vacío es lo que predomina. Por eso consuela un comentario como el tuyo, si al menos las palabras...

Dante Bertini dijo...

Lo siento, por ella y por tí.
A mí me costó mucho despedirme de mis padres. Con él ya muerto, tuve una charla en el café que ahora es un burguer, al lado de Plaza Cataluña, imaginándolo en la piel de otro inmigrante con disfraz de marinero. Allí pude llorarlo al fin, dándome cuenta de cuanto nos parecíamos, los dos inquietos, ligeramente aventureros, muy curiosos.
Para los que no tenemos el consuelo del más allá, siempre es más duro.
No hay reencuentro, salvo en la memoria.

Belnu dijo...

Me encanta tu escena, Dante, así tenía que ser. La verdad es que ayer fui a echar tres palomas de la terraza y de pronto pensé que venían de su parte. Ella y sus pájaros

Isabel Mercadé dijo...

Frikosal lo ha dicho muy bien. Y yo añadiría, las palabras son las palabras y restauran. Por si acaso te has puesto a escribirlo y seguro que será tan hermoso como lo que aquí nos has dejado.
Por lo demás, ya sabes cuánto y por qué puedo comprender.
Un abrazo fuerte.

Ephemeralthing dijo...

Dejarse acompañar para que el sentimiento de soledad no sea tan pesado. La incomprensible muerte, por eso no parece real.
Aquí estamos.

Stalker dijo...

Belnu:

llevo unos días retirado del mundo virtual y leo consternado tus últimas entradas.

No puedo decir nada: te ofrezco silencio y abrazo, y la pequeña llama que nos habita, y todo el aún del mundo

abrazos y abrazos

civisliberum dijo...

Una abraçada Isabel.

JML dijo...

Me perdonarás si no me explayo lo suficiente. Frente al dolor ajeno prefiero guardar cierto decoro. Mi lectura de tu hermoso post es hoy todas mis palabras.

Un saludo.

Belnu dijo...

Un millón de gracias, Eph

Belnu dijo...

Gracias, Bel M!!!!!!

Belnu dijo...

Muchísimas gracias a todos, de verdad. Aún estoy zombi y mañana temprano me espera la ceremonia ritual. Espero que podré leer lo que he escrito y espero que sea lo que debe ser.

Belnu dijo...

Gracias, Stalker y a ti también, JML, de verdad

Mishko dijo...

Un abrazo, Isabel.
Julio

Belnu dijo...

Gracias, Julio

Anónimo dijo...

Sigo tu blog desde hace tiempo y tus palabras me acompañan muchos dias.
Por ese abrigo que es la palabra.

Xûe.

Belnu dijo...

Gracias, Xûe!!! me alegra de que mis palabras puedan envolverte como un manto

assumpta roura dijo...

Las palomas vinieron a decirte que está bien; que ya descansa. Es lo que indica una vieja creencia oriental. Porque ahora sí se ha ido, no así cuando vivía a su manera en la Torre Modernista. Entonces tenías la posibilidad de ir a verla, de ocuparte y preocuparte. Ahora- Ley de Vida- es la verdadera ruptura del cordón umbilical que deja
ese vacío inmenso y ese alarido en forma de tristeza. Luego la fuerza de la vida te lleva a cumplir con la tuya propia. Como Dante, también yo tarde años en despedirme y perdonarles. A ella primero. Sucedió que entré compulsivamente a comprarme un bolso caro que no necesitaba, en la Diagonal, sólo porque lo vi, pasando, en el escaparate. Al llegar a casa y enseñárselo a mi hija de dieciocho años, muy asombrada exclamo: ¡ es el bolso de la abuela!.- Ella lo tenía guardado desde sus cinco años en un viejo armario. Eran iguales, idénticos. Gracias a Alejandro Jodoroswky pude empezar a recomponer piezas.
Un cálido pero fuerte abrazo para ese frío de las primeras horas, y aquí estoy para lo que sea.

Belnu dijo...

Gracias, Assumpta, qué bonita historia del bolso y me alegra que Jodorowski te ayudara a encontrar una vía para recomponerte. Se agradece un poco de calorcillo en este frío, sí, yo sigo con mi manta de Linus estos días, con mi frío interior

jordi bonells dijo...

Un beso desde Marsella.

Jordi

Belnu dijo...

Gracias, Jordi, me hace ilusión que estés ahí leyendo

Icíar dijo...

Un beso, Isabel.

Belnu dijo...

Gracias, Icíar, Pantera rosa