lunes, 18 de octubre de 2010

Alguien

Foto: I.N. Rufus en la terraza, 2010
Alguien tosió detrás de mí, con mucha fuerza, una tos seca e inútil, que sólo hacía temblar y estremecerse un cuerpo. No pude verle la cara. Yo venía pensando en la sangre. Misteriosamente. Mi sueño de hoy me llevó a recordar el de ayer. Un poeta me mandó un sueño que no parecía un sueño sino un relato escrito en la vigilia. Y yo pensé entonces que había olvidado mi sueño de Comarruga (y la casaca de seda finísima que yo remendaba y entregaba a una gente de la clase de yoga, quedándome sin nada más que una vieja casaca israelí que me trajo un amigo de un kibbutz en los años setenta y fu y otra cosa, y le pedía a mi hermanas(tra) que me prestara algo para ir a la playa, y ella estaba curiosamente en la cama con A. -ah, la vieja confusión y usurpación de la que escribo- y él me respondía: "Ella no puede prestarte nada porque está embarazada" y mi hermanastra, que efectivamente estaba descomunal, me decía que volviese a barcelona, cogiera el tren y una vez en la ciudad fuese a casa de mi madre a buscar ropa... Pero yo ya no tengo llaves de esa casa, me decía yo, sorprendida... Y el otro sueño era en París, y en una casa de las afueras, y también ahí ocurría algo con la ropa y las maletas y la inmovilidad y la dependencia de otros para llegar adonde quería y adonde tal vez estaban mis cosas), pero el sueño volvió mágicamente a la mañana siguiente, cuando leí las notas apresuradas del otro.
Yo venía hoy del metro, donde había leído fragmentos de Filosofía en los días críticos (pude reconocer algunas cosas cercanas, que me estremecieron, y también otras asombrosamente collobertianas, ¿o sería mi pensamiento? Y también su epílogo, que se anticipa al final, ¡cómo me alivió y consoló de mi escritura! Sólo como podría alguien que filosofa y teoriza y al tiempo vive en lo puramente subjetivo de la poesía; y ahí habla de escribir desde el mí), que me trajo Stalker con una lluvia de películas japonesas y una conversación de poesía y cine que tuvo que interrumpirse. Por cierto que ayer también tuve otra conversación que tuvo que interrumpirse por un olvido de mi interlocutor, que le obligó a dar un largo rodeo. Y hoy al llegar no pude ponerme a ver las películas japonesas porque estaba vigilando a Rufus, un Rufus que se ha erosionado con esa lengua de lija, con esa ferocidad obsesiva para limpiarse de los restos de su pasado. Precisamente hoy, como si lo adivinara, reapareció la comunicadora de animales de nombre ruso y me preguntó: "¿Cómo está Rufus?" La veterinaria aventuró varias posibilidades, pero sus remedios me parecían salvajes y consulté a mi acupuntora-homeópata, que me dio otros remedios. Ojalá sepamos ayudarle. De madrugada me despierta con sus forcejeos abrasivos.
Llegó TRANS, la revista de Traductología de la Universidad de Málaga, con un dossier sobre la literatura estadounidense en España codirigido por Vicente Luis Mora que incluye un artículo mío "Traducir, narrar, traducirse", escrito a principios de este año. Mientras, hubo que preparar textos de portada y microbiografías para el libro que pronto publicará Icaria, escrito al alimón con Lydia Oliva. Mañana tendré que corregir en serio mi libro de la ciudad. Y en cuanto a la novela, parece ser que una fantasía poderosa e irracional es una de las razones de los obstáculos que sigo tendiéndome. Como si al escribirla fuese a agotarse la fuente. Como si al abordar esa mina no fuese a quedar más que ganga. Como si...
Tengo dos libros más que reseñar. Quería avanzar un buen trecho en mis traducciones. Debería preparar los trabajos de mi segunda sesión en el Ateneo. Volver a reunir el coraje para estar en mi novela. Ver películas japonesas. El domingo iré al bosque; voy con dos amigos a una especie de excursión literaria y gironina. No quiero pensar aquí en el horror de este país, en los horrores que todos los días se descubren, en las malas noticias, entre la corrupción y la estupidez de unos políticos que ahondan más y más el agujero en el que nos han metido. Al menos aquí déjenme seguir con sueños y lecturas y mi gato paseando con sus ojos misteriosos, con esa arandela, de un verde que apenas existe en la naturaleza, desvaneciéndose y reapareciendo alrededor de los iris. Y enseguida se le cierran con el poder hipnótico de su propio ronroneo. Ojalá consigamos curarle de esa ferocidad abrasiva.
Una psicoanalista me mandó una entrevista magnífica a Santiago Kovadlof sobre la imposibilidad de ser judío. Él ve lo judío como una tarea, una indagación, una exploración del pasado como metáfora del presente y del presente como símbolo de ese pasado. "En ese territorio exploratorio", dice, "yo celebro mi judaísmo". Y en otro momento añade: "Es como Moisés diciéndole a Dios: No destruyais al pueblo por haber caído en la idolatría, sostenedlo en su eterno salir, en la constante tentativa de ganar la libertad..." Dice que ser judío es imposible, que por eso la Biblia es un libro escandaloso, porque hace dudar de los profetas, da razones al cuestionamiento de lo judío; ser judío es una tarea, implica empezar de nuevo. Y para él la sinagoga no puede ser un lugar cómodo, porque es el lugar de la pregunta (de la tarea), es el espacio donde se produce la búsqueda... Para él, el dios judío no pretende ser reconocido en su existencia, sino en su significación. No le interesa tanto si existe o no, sino el problema que plantea. Dios es el problema del origen del mundo que asalta al hombre. El único porvenir judío consiste en luchar contra su propia idolatría de lo judío, contra ese becerro de oro... Vale la pena.
Ha vuelto el calor. Ayer, al llegar a casa, en la oscuridad de la plaza dura y fea que fue republicana, había dos rusos no muy jóvenes, envueltos de efluvios alcohólicos pero con una belleza que no se ve nunca por estos lares, sentados en un banco. Los dos se alegraron al verme y uno me dijo en inglés que me sentara con ellos. Stay with us, me dijo, y yo también les sonreí mientras me alejaba, aunque sólo fuese una forma de celebrar esa belleza histórica bañada en alcohol. Después vi el azufaifo, aún exuberante pese a la basura que le arrojan los horribles habitantes de este barrio, esos mismos que se dedicaban a la construcción y ahora lamentan su ruina.
Y de noche, a trozos, mientras no llegan los dos libros que me he comprometido a reseñar, entro en el mundo de A.G. y su flamante novela, aún inédita, que ha querido someter a mi lectura. Pero mi agotamiento no me permite más. Llevo demasiados días despertándome de madrugada, sin querer, interpelada por ese pasado de Rufus que me recuerda al mío y que le lleva, como me llevó a mí en otro tiempo metafóricamente, a la desolladura.

14 comentarios:

Isabel Mercadé dijo...

Mil gracias por esa entrevista sobre lo judío. Me va a ayudar mucho, ya sabes...
Y me ha encantado que las dos llegáramos a la misma conclusión sobre el intento de limpieza en el cuerpo del pasado. No sabía que ya lo habías escrito aquí.
Que tengas un buen y productivo día!
P.S. Quería leer tu artículo, que seguro es interesantísimo con ese juego que imagino entre narrar y traducirse, pero todavía no está el enlace.

Belnu dijo...

Gracias, Bel M.! Acabo de añadir tres líneas de algo que olvidé contarte, pero no era nada importante, así que no vuelvas. Sí, sí, esa entrevista es maravillosa y estaba segura de que te interesaría, y alegra, ¿verdad? Esa celebración suya de lo judío. Y en cuanto al artículo de Trans, no sé si ponen los links, pero tengo que pedirles que me manden algún ejemplar más y si lo hacen te lo pasaré...

Isabel Mercadé dijo...

¡Ah! Pero era muy importante eso que habías olvidado. A mí esos encuentros siempre me dejan llena de compasión y melancolía y puedo acabar llorando. ¡Y con esa luna llena que había anoche!
Y qué alegría la elección de supervivencia que ha hecho el azufaifo. Seguro que tiene que ver contigo, seguro que de alguna manera sabe que estás allí.

Belnu dijo...

Gracias por esa lectura tuya, por tu insight!!! Es una suerte sentirse entendida.

´´ dijo...

Hay un texto de Tabucchi , UN UNIVERSO EN UNA SÍLABA , que te puede interesar , habla de un sueño y el significado , el lenguaje , la creación de una obra , los idiomas de la creación , la relación con el padre , lo he leído en su libro : Autobiografías ajenas , el texto son 28 pág.

Belnu dijo...

Ah, me gustaría mucho, Francis, pero supongo que el libro ocupará más... qué tentaciones, ahora voy a La Central precisamente a buscar un libro...

Dante Bertini dijo...

hablo con un amigo y me dice que todo el mundo está aburrido y triste, que es culpa del fin de este imperio que se niega a morir.
Mi gato también se lame y se rasca mucho y está delgado e inquieto.
A mi me pican lo ojos y los nuevos árboles, tilos, de Balmes, están como quemados con lejía o agua hirviendo.
Si son señales de algo no logro descifrarlas. O tal vez si, y no me gusta nada.

Belnu dijo...

Sí, Dante, si son señales, pintan muy oscuro... a veces, como dijo el otro día una amiga de Fb, dan ganas de gritar "¡Socorro!" Así que voy a por esos libros

Anónimo dijo...

Hola Isabel,

ánimo para preparar la segunda sesión del curso! me gustó mucho el primer dia y además la pasión que transmites cuando explicabas sobre I.H.
Al dia siguiente me fuí corriendo en busca de sus escritos, algunos los encontré, otros no.

Esperando un nuevo martes literario...

Kathy

Belnu dijo...

Gracias, Kathy. Ahora me acuerdo que no os mandé la biblio en francés, ay... demasiado tarde me he acordado...

Stalker dijo...

Belnu:

dices y hay tanto en lo no dicho...

me detengo un poco en la desolladura, en la confluencia en la desolladura de Rufus y en la tuya del pasado.

Quizá Rufus está esperando su arraigo, echar raíces en su nuevo entorno, y mientras tanto su desasosiego se expresa con esa virulencia que rasca y rasca donde no hay, aparentemente, nada. Pero para inducir el arraigo basta la ternura y la paciencia, la dilatada y generosa paciencia.

Quizá la desolladura tiene que ver con la pertenencia, la orfandad y la intemperie: maneras de definir un hambre o desamparo que nos es consustancial.

La pertenencia podría ser no dejar entrar el agua, pero también no inscribirse en uno u otro código, deslizarse entre los códigos que cifran (velan) el mundo, y hallar, en el pasaje, en el instersticio, en la huella por venir, el lenguaje del entre, entre los códigos, entre agua y roca, entre lo presentido y lo sentido, entre el umbral y el paso que lo cruza, entre la pisada y su borradura,

lenguaje del entre es lo que entre-dice tu texto, bajo la delgadez de sus palabras: una lengua pequeña que se insinúa en los pliegues y desde allí se proyecta, interpela: construye, en el otro, un margen de existencia, para sobrevivir

un abrazo

(después de esta digresión, no olvido que Rufus está precioso en la terraza y en cómo el sol ilumina su barriguita)

Belnu dijo...

Gracias, Stalker! Es verdad que todo transcurre en esos interscticios del decir sin decir, es justamente lo que se aprende escribiendo en un blog, esas filtraciones, y que algunos leen precisamente allí en esa otredad construida como moldes de múltiples facetas. Ahí se cuela también Rufus con su desolladura y sus comentarios levemente maullantes mientras se aleja por el pasillo. He vuelto del bosque de otoño y del jardín donde tantos años vivió la Rodoreda, lleno de piedras antiguas que recuerdan las del dolmen cercano.

´´ dijo...

Hoy en La vanguardia en las páginas de cultura sección, creadores, hay un reportaje sobre Sònia Hernández que es escritora y critica de el cultura/s. Estaba en el recital de poesía del Museu de hace unos meses.

Madueño no se ha lucido, la verdad.

Belnu dijo...

Francis, lo he visto pero aún no me he leído La Vang.
Y efectivamente, Francis, fui yo quien invitaba a los participantes a ese festival.