Foto: I.N. Plátanos de la Rambla, 2010
Aceleradamente. He leído un librito de Lampedusa que compré en Sicilia, pensando que se trataba de cuentos y sin saber que precisamente hablaban de su infancia, I racconti. La introducción es maravillosa y me ha llevado al rescate del Henry Brulard de Stendhal, yo, que sigo coleccionando escritores que hablan de su infancia o de sus progenitores, y dice Lampedusa que tal vez sea la obra maestra de Stendhal y que intentará hacer lo mismo, afirma que al llegar a cierta edad, la obligación de escribir diarios o memorias debería ser impuesta por el Estado, y luego señala que intentará seguir el método "Henry Brulard" con una diferencia cualitativa. Para Stendhal la infancia fue sujeción a la tiranía y la prepotencia. Para Lampedusa, la infancia es un paraíso perdido, el paraíso en la tierra. Ese entorno principesco y barroco, esos palacios y jardines para un niño solitario, libre y querido por todos, la atmósfera de excéntricos personajes, la lectura y el descubrimiento del mundo componen estos relatos. "Non so se sono fin qui riuscito a dare l'idea che ero un ragazzo cui piaceva la solitudine, cui piaceva di piú stare con le cose che con le persone. Poiché era così si capirà facilmente come la vita a S. Margherita fosse ideale per me. Nella vastità ornata della casa (12 persone in 300 stanze) mi aggiravo come in un bosco incantato."
Y al final, entre otras piezas narrativas, hay una titulada La sirena que me ha entusiasmado. Una especie de encuentro amoroso y realista (!) con una sirena, con momentos deslumbrantes, como cuando ella llega de sus peregrinaciones misteriosas y la ve entre el agua y la tierra y su cola, que en el agua es brillo plateado y mercurio en movimiento, en la tierra adquiere un aspecto dramático, animal: "Così, impacciata da quella parte stessa del suo corpo che le conferiva ne'llacqua divina scioltezza, esa presentava un aspetto commovente de bestia ferita che il riso degli occhi smentiva invano."
El relato está escrito como una carta a un amigo, y en un momento habla de la doble condición de ella, animal y a la vez divina, hija de dioses, una mezcla de sensualidad salvaje y alta intelectualidad filosófica y lo cuenta con contundente gracia:
"Te l'ho già detto, Corbera, un animale era; ma era anche una Immortale ed è peccato che parlando non si possa continuanente esprimere questa sintesi che nel suo corpo manifestava con meravigliosa semplicità. Non soltanto nell'atto d'amore essa mostrava una foga e una delicatezza più che umana ma il suo parlare era di una immediatezza potente che ho ritrovato solo in pochi grandissimi poeti. Non si è figli di Calliope per niente: all'oscuro di tutte le culture, ignara di tutte le saggezze, sdegnosa di ogni costrizione morale, tuttavia essa faceva parte della fonte naturale di queste entità, ed esprimeva questa sua primigenia superiorità in termini di scabra bellezza..."
Y la sirena, que es siempre libre y viajera y desaparece todo el tiempo, le tienta a dejar la vida mortal y seguirla, a evitar así dolor, vejez, miseria y muerte, y a recorrer con ella lugares de belleza infinita.
También leí dos cuentos espléndidos de La bicicleta estàtica de Sergi Pàmies, "Quatre nits" y "L'Illa", el primero sobre su origen, ligado a Le notte di Cabiria de Fellini y a Cinecittà, que es un homenaje sutil y suavemente irónico-melancólico a sus padres, y el segundo paródico y genial sobre el suicidio y las compañías de seguros y la ciudad y el tabaco; un descubrimiento.
Y releeré o retomaré (creo que lo empecé demasiado joven y lo dejé) Vie de Henry Brulard, cuando acabe de trabajar con Dorothy Parker para mi conferencia del martes en el Laboratorio de Escritura y para un artículo que acaban de proponerme en la revista electrónica Frontera D.
Mientras, Rufus sigue entre sueños y caricias de gato-almohadón. A veces juega por el pasillo con algún juguete o salta sobre mi lápiz cuando estoy corrigiendo, como ayer cuando leía el manuscrito traducido al castellano de la novela Schnitt, de mi amigo serbio, que estaba en un momento hilarante y amargo, casi quijotesco, y Rufus decidió intervenir. A veces me sobresalta su parecido con Gilda, en el lomo atigrado, otras me soprenden sus diferencias. Pese a su carácter de gato-cojín, Rufus tiene nariz de león. Para cortarle las uñas a Gilda teníamos que organizarnos G. y yo en una estrategia conjunta y sujetarla, aunque luego ella agradeciera poder seguir siendo una gata silenciosa y no tintinear por la casa con las uñas como un perro. A Rufus le gusta tanto que nos ocupemos de él y le toquemos que se deja cortar las uñas como si fuese cosa de un masaje. En cambio ayer vio algo en mi terraza que le hizo correr despavorido y enterrarse en el sofá. Le abracé y se le fue pasando el temblor y la respiración entrecortada. ¿Algún recuerdo de esa otra vida suya? A veces necesita que le acariciemos como quien tiene una adicción afectiva, como necesita su dosis de comida seca. En cuanto le acaricio, suelta un fuerte suspiro de alivio, como diciendo: Al fin...
Sigo pensando que este país es demasiado sumiso mientras leo de tanta gente que no piensa apoyar la huelga (entre ellos el conseller Saura, qué vergüenza). Envidio a nuestros vecinos gabachos, que no dudan en hacer huelga ni en salir a la calle para demostrar su fuerza. Me alegró que Joan Margarit llamase a la huelga en su pregón de la Mercè. En Facebook, con la efervescencia y la particular mezcla de agitación, imágenes y música que caracteriza ese medio, una amiga virtual que está contra la huelga se ha enfadado conmigo y me ha eliminado de sus amistades de Fb. Sé de más gente que se ha peleado por esto. Sé que algunos desconocidos toman mi vehemencia y mis exasperaciones por desprecio, pero yo no me siento en posición de despreciar, salvo en casos muy extremos.
Sigo haciendo campaña pidiendo la liberación de mi amigo persa-canadiense. Por cierto, se necesitan más firmas para evitar la pena de muerte. Bertrand Delanoë ha intercedido por él. Yo le he escrito a BHL.
Hoy he soñado que iba en un seiscientos con un amigo por una de esas zonas nuevas y feas de la Diagonal y nos perdíamos, y él se iba a preguntar, se metía en otro coche y salía en destino desconocido y yo dudaba si aparcar yo el coche y al fin lo abandonaba, abierto, y luego resultaba que estábamos otra vez en NY (aunque no lo pareciera), y yo grababa por aburrimiento unas escenas callejeras, en el vestíbulo de un hotel y en unos billares con el móvil que luego resultaban ser metraje valioso, y me preguntaba de dónde habría sacado mi amigo el seiscientos en NY, si se lo habría traído de Barcelona y lamentaba habérselo perdido y me iba a pasear sola por la ciudad nocturna y de pronto concluía con mucha calma que le habían secuestrado. Estos días he seguido escribiendo la novela a trozos y esta mañana me he despertado pensando en una escena que aún no he abordado. Intento ser, como me indicó la Esfinge, más magnánima y diplomática conmigo misma. Ella decía que pienso demasiado en no herir los sentimientos de los demás y que soy demasiado dura conmigo.
Erika B. me mandó ayer un escrito contando que han cambiado los antiguos kioscos de flores y animales de las Ramblas por unas feas casetas banales de comercios de moda y quejándose con razón de la degeneración del paisaje urbano e histórico y del bonito paseo que eran las Ramblas y que nos han arrebatado. Como la política económica y social del Gobierno, parece una especie de prueba municipal de nuestro aguante y nuestras tragaderas. Tal vez después de esto seguirán los edificios históricos, los magníficos plátanos, todo lo que queda...
Olvidaba decir que estoy sin teléfono ni conexión, y sólo revivo a ratos gracias al wi-fi de mi generoso vecino. La catástrofe empezó anteanoche, di aviso y en Telefónica (ahora Movistar) siguen burlándose de nosotros y registrando nuestros avisos de avería sin reaccionar. Tal vez esperan a contar las 24 horas prometidas a partir del día post-huelga. Ayer alguien me ofreció hospitalidad y trabajé allí, como pez fuera del agua, rodeada de orden y de colecciones de pequeños objetos preciosos. En cuanto a G., cuando vuelve de sus excursiones nocturnas, parece seguirme como Kramer, aquel personaje de Seinfeld o como una sombra burlona. A la que me despisto lo encuentro conectándose con mi ordenador, pidiendo alimento o durmiendo la siesta encima de mi cama, con su nuevo aspecto.
20 comentarios:
Apenas el viernes compré "El gatopardo", el gran placer de la ignorancia es poder ir aprendiendo. Recuerdo claramente a mi abuelo entusiasmado leyéndolo cuando yo era un niño.
Se ve precioso el cuento de la sirena y es lástima que yo no entienda apenas el italiano. Pero creo que yo me hubiera marchado con la sirena, y llevo años dudando si me hubiera quedado con Calipso en lugar de regresar a matar a todos los pretendientes.
He leído una teoría según la cual la huelga en realidad beneficia a Zp, que así podría ir de duro con sus colegas en Europa y salvar la situación ante los Mercados. Pero quien sabe.
Esto no es Francia en cualquier caso, y estoy por decir que ahora mismo Francia tampoco es Francia, como otras veces no lo ha sido.
Me dan ganas de venir a conocer a Rufus.
En cualquier caso, la huelga sería una forma de decir al gobierno y a quien fuera que no estamos dispuestos a tragar con todo! Pero estamos tan lejos de Francia...
Huy, yo siempre me habría quedado con Calipso, nunca entendí ese lloriqueo de Ulises, con tanta añoranza de volver si luego ni se reconocían... Y desde luego me habría fugado con la sirena, al menos tras un viajecillo de prospección... Te traduciré esos fragmentos en algún rato perdido y estás invitado a conocer a Rufus el día que tengas que pasar por estos parajes. Hoy seguramente vendrá T. a conocerlo. Rufus hoy no quería comida, sólo ser cepillado...
El gatopardo es maravilloso, tu abuelo tenía razón
¿Te han borrado de amiga del Facebook por una opinión contraria? Ostras creo que esos contactos tendrían que tener otro nombre.
El libro de Pàmies me gusta mucho, especialmente los cuentos más familiares
Dile a Rufus que el otro día hicieron un concierto homenaje al Gato Pérez.
Sí, Francis, creo que Guillamon y tú tenéis razón, los familiares son los mejores.
Estaba viendo The Bourne Identity con G. y Rufus. Aunque Rufus está inquieto y quiere reunirse con la gata vecina...
Hasta donde esta llegando el fanatismo¡ Borrarte de Facebook porque estas a favor de la huelga y tu borradora en contra. La falta de tolerancia con las ideas contrarias a la nuestra esta llegando a limites peligrosos.
Margarit levanto muchas ampollas y por varias razones, estando de acuerdo o no con el es importante que alguien de un meneo a lo politicamente correcto y establecido.
Civislib! Yo creo que este país siempre tiende a eso, no se permite la reflexión y la disensión ofende. He visto más casos. Creo que la falta de memoria y de costumbre de pensar con calma pesan.
A mí me gusta poder hablar disintiendo y escuchar a otros capaces de oír. Incluso capaces de entender la vehemencia y no confundirla con beligerancia.
Eso, por suerte, sigue siendo posible con los amigos verdaderos y con algunos lectores virtuales como tú, que te permites el espacio y el tiempo de interrogarte y pensar.
Tienes razón con lo de Margarit...
Sobre tus lecturas de Lampedusa y Stendhal, es curioso lo mucho que se parecen leer y coleccionar, sobretodo para un escritor. No cabe duda de que la escritura induce a una lectura selectiva, lo que explica muy bien eso de que leer es otra forma de biografía. A mí también me pasa. De algún modo la escritura es una brújula que me guía hacia ciertas lecturas que, de otro modo, dificilmente frecuentaría.
Me resulta simpática esa pretensión tuya de obligar a escribir diarios, y me adhiero a ella, desde luego. Los diarios, de escritores o no, siempre han sido una de mis lecturas favoritas. De todos modos yo tengo cierto desapego por la infancia como material narrativo, aunque entiendo tu postura de escritora memoriosa.
Espero que alguna vez se traduzcan esos relatos de Lampedusa. Estos fragmentos (y tu entusiasmo) me han dejado los dientes largos...
De Pàmies leí hace años una estupenda novelita "Sentimental" que me fascinó; esa fuga de un personaje que, como se decía en tiempos de nuestros abuelos, baja a comprar tabaco y no vuelve más y por el camino su huida se convierte en una aventura liberadora y delirante... me encantó. Me debó unas cuantas tardes con sus relatos.
Tienes razón, JML. Diría que los relatos de Lampedusa están ya traducidos, aunque no sé si agotados. Esperemos que Impedimenta o Alba o algún editor de clásicos se decida a reeditarlos. No me importaría nada traducirlos, pero supongo que aprovecharán lo existente o cogerán a alguien con más fama en italiano. En este país cuenta poco ser escritor o tener pasión por un texto y nadie se da cuenta de la cantidad de catalanismos que tiene prácticamente todo lo que se traduce en Barcelona, que es bastante.
Hoy estoy algo pesimista.
Yo, JML, no tengo más remedio que escribir de la infancia. Ojalá pudiera escribir cuentos de sirenas y olvidarme de la autoficción... Lo único que sí puedo hacer es una autoficción callejera, de transeúnte que ve, o que escucha, como en Autobús. Y cuando acabe esta novela lo haré, para curarme
JML: Hay una edición de los cuentos de Lampedusa en Edhasa en 1990 y otra de Noguer de la misma fecha. La catalana está agotada. No sé si la de Edhasa se encuentra, en el isbn no aparece como agotada, pero a veces...
Gracias por tu indicación. Rastrearé ese libro de Lampedusa
Y no podría ser que el cuento de la sirena también fuera autoficción ?
Obviamente lo es, Friks, se nota tan real esa sirena, me imagino cómo se habría divertido Lampedusa (y cómo habrá sonreído ella al leerlo)describiendo su mezcla exótica de divinidad y animalidad
De nada, JML. Ya me contarás...
Que te borraran de FB me gusta aún menos que lo de la sumisión, caso de que así fuera, claro.
Parece ser que los trabajadores sí secundan la huelga, lo que no secundan es el funcionamiento de estos sindicatos. Parece que lo social se hizo político. Mientras tanto los poderosos se relamen de gusto, supongo.
Yo también creo que intentas evitar hacer daño a los demás y que eres, sin embargo a veces algo dura contigo. Por otra parte ... Eso tiene su encanto
Icíar, gracias! Sólo me borró de su lista: en realidad me hizo un favor, así no tuve que borrarla yo. Y luego vino aquí a dejar un comentario agresivo, que no dejé pasar. Enmudecer al otro en tu casa e ir a la suya a marcar territorio. En fin...
Yo sé que muchas veces soy arbitraria por precipitación, suelto un bufido, me exaspero, pero estoy dispuesta a repensar y corregir cuando me equivoco y alguien me lo demuestra. No estoy dispuesta a dejarme pisar y me pone nerviosa la gente que no piensa ni escucha, que es impermeable a la conversación y se limita a repetir incansable su discurso limitado. O que te obliga a comulgar con ruedas de molino, como dice la frase
En cuanto a tus palabras, eres muy generosa!
Los días corren. Y los veranos regresan alegres y nos abandonan a menudo disimuladamente. ¿Regularidad? Sin duda lo es, metronómica, para Kronos, pero no para mi Kairós, que sin embargo no deja de complacerse en algunos entrañables, íntimos rituales cíclicos. Como un mantra inmemorial, durante el estío que ya nos acaba de abandonar he vuelto a la lectura del para mí ya hace años imprescindible relato lampedusiano “Lighea”.
A primeros de los 80 visité por primera vez Sicilia. Mi juventud era tanta que no podía saberla. Era agosto y fue inolvidable. La arrebatadora impresión que me causó fue de una intensidad solo comparable a la de la cegadora luz del sol africano que, implacable, iguala bajo ella a todos los seres como la más ecuánime de las (in)justicias. Comprendí haber realizado, sin saberlo, una suerte de viaje iniciático. Me entregué con vehemencia y placer a la pasión del saber. No era la primera vez que me prendía tal fiebre, solo que esta vez era Sicilia, la “Sicilia como metáfora”, que decía Sciascia. Una metáfora que me proporcionaba una clave interpretativa de la historia, de la humanidad, de mi…
Ya para entonces, premonitoriamente, había caído subyugado ante “El Gatopardo” . Extraordinaria novela de Lampedusa y no menos fascinante película Visconti, dos lucidos y nostálgicos - y no por ello menos críticos- aristócratas conscientes de los tiempos que no iban a volver. Así pues, al regreso de mi primer viaje siciliano, unos cuantos libros abultaban mi maleta, y (como Isabel) uno de ellos era “I Racconti” de Lampedusa. Y también para mi, en la asimismo rápida primera lectura de este compendio de narraciones breves, sobresalió claramente “Lighea” que desde entonces no me ha abandonado ningún verano. Su inefable relectura estacional, siempre acompañada de algún otro texto de algún otro autor siciliano (Consolo, Bufalino, Vittorini, Brancati…) devino un hito poco menos que imprescindible. Me llevó años entender el sólido vinculo por el que todo ello se entrelazaba entre si y conmigo.
Para ello, cual antropólogo que afronta la siempre difícil tarea de observarse a sí mismo en su contexto, tuve que entender que la dimensión ritualística de éste para mi necesario habito era la clave. Pero ¿cuál era el significado simbólico, su utilidad funcional en mi imaginario?. Y: ¿por qué Sicilia, y por qué “Lighea”?
Iba camino de entenderlo cuando mi instinto me hizo hallar la ayuda definitiva, y fue así que en el segundo viaje a Sicilia me hice con el libro “Sirene Sicilane” de Basilio Reale, que bajo el subtitulo “L’anima esiliata in ‘Lighea’ di Tomasi di Lampedusa“ desarrolla una inteligente, profunda, y para algunos discutible, pero inequívocamente sugerente, decodificación de la narración.
Bajo una no escondida influencia del pensamiento de Jung, Reale propone una interpretación en la que Lampedusa, mediante inequívoca autoficción, establece un vinculo entre la sirena y el ánima arquetípicamente femenina del hombre siciliano ( y yo añado: mediterráneo) mediante el que se mantiene en vida el mundo mítico infantil como espacio simbólico, mediador entre la realidad del adulto y la arcadia del pasado. Un necesario anclaje al universo onírico para evitar la locura de la razón.
Releyendo las líneas anterioresn me doy cuenta que deberé acudir a la lectura del último ensayo de Giorgio Agamben: ”Ninfas”. Y no creo que esta sea una asociación tan simple como pueda parecer, puesto que este texto surge a partir de “Atlas Mnemosyne”, la más notable obra de Aby Warburg, quien se especializo en investigar las relaciones entre el pensamiento mágico y el racional. Y con esto se cierra una suerte de circulo iniciado en “Lighea”.
Sí, creo que éstas van a ser algunas de mis lecturas en los meses invernales, mientras aguardo el paso del tiempo, el regreso del verano, y la llegada del gozoso momento de retomar la lectura del encuentro entre la sirena y el viejo profesor. El intimo y placentero rubor de reencontrarme.
Xavier: esto no es un comentario, sino una entrada de blog. Por qué no lo escribes en ese espacio tuyo? No te lo digo con irritación (aquí no hay tono, debería incluir :-) ) sino como opinión bloguera, ya que lo has dejado aquí y parece un error! Llena tu propio espacio y la gente vendrá a comentarte
Estas en lo cierto, Isabel, se trata de un error por mi parte.
Lo visto y vivido las últimas 48 horas me tenía ayer despierto hasta casi las 4 de la madrugada.
Sobre la medianoche había empezado a escribir una entrada para uno de mis blogs cuando se me cruzó la lectura de una entrada de uno de los tuyos, con un nexo en común entre ambas sorprendente. Pensé en acabar mi entrada y en escribir un comentario en el tuyo. Me atacó el sueño y subí las entradas equivocadamente.
Lamento la confusión
No te preocupes, Xavier, es un honor
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