lunes, 13 de septiembre de 2010

No sé por qué

Foto: I.N., Rufus, avec toute sa majesté, 2010
Estos días sólo tengo ganas de escuchar jazz y si acaso voces femeninas cantando blues estilo jazzy, como Madeleine Peyroux y mucha Billie Holliday. Alterno John Coltrane y Miles Davis con esas otras voces. Es muy extraño. Me pregunto si habrá sido cosa de Rufus; creo que a este gato le encanta el jazz y ese jazzy blues. Tendré que poner al día mi discoteca.
Los lunes o martes viene una mujer eficaz que impide que el caos devore mi mundo por completo. Vio a Rufus y elogió sus ojos y "esas rayas divinas". Pero al oír y ver el aspirador, Rufus fue a esconderse en el lugar más recóndito y secreto de la terraza, allí donde no podemos encontrarle, y cuando al fin salió, una hora después de que esa mujer se marchara, estaba enfadado conmigo, ofendido, y se situaba a la distancia justa para que no pudiera tocarle. Por suerte, se le pasó y cuando volví a casa incluso salió a recibirme.
Hoy soy algo más pobre que ayer, aunque más rica en libros y quién sabe si en conocimiento, aunque el conocimiento se encoge y cada vez se sabe menos y se interroga una más, pero qué importa. "¿Cómo van esas melancolías?", me preguntó ayer un amigo artista y ocioso, que está a punto de cambiar completamente el curso de su vida gracias al azar (o al azahar, como decía alguien siempre bromeando). Tuve que llamar a ese amigo porque la respuesta no me cabía en el teclado del teléfono. Le dije la verdad, que yo siempre estoy melancólica y muy feliz, aunque todo me duela, o muchas cosas me duelan, no físicamente pero casi. Es decir, vivo en esa efervescencia, entre las miserias de mi oficio y la incertidumbre de perder la casa y el olvido (con la secreta alegría del escritor que no es reconocido a la que aludía Juan Goytisolo, ese cómodo fracaso que añoraba un artista conceptual) y el dolor de la pérdida y la joie paradoxale que lo hace estallar todo no se sabe por qué. La alegría de mi escritura y los forcejeos e imposibilidad de esa escritura. Y mucho más...
Me he comprado Upheavals of Thought de Martha Nussbaum precisamente porque empieza su exposée filosófica a partir de la muerte de su madre. Lo que he leído en el metro me ha recordado a Richard Ford. He envidiado a los anglosajones, porque la tradición económica y sobria les ayuda a hablar del dolor, mientras que los mediterráneos tenemos que esforzarnos mucho más para no caer en la desmesura y el caos. También porque me interesa que una filósofa construya su pensamiento a partir de lo autobiográfico. Ahora que, como decía EVM en su artículo de ayer, la novela se llena de ensayismo, la filosofía se llena de memoria y autoficción. Y todo eso me llena a mí de esperanza, yo, que escribo esa extrañísima e imposible novela.
Iba yo a ver a mi editor de Menoscuarto (uno de los dos), que siempre es hospitalario y con una inteligencia impregnada de un sentido común casi insólito en estos tiempos viscerales. Nos hemos encontrado a Pere Gimferrer, que huía de La Central por la falta de aire acondicionado, pero Toni Marí ha logrado que lo subieran y lo ha rescatado de la acera. Luego, en la calle, me ha llamado Jordi Herralde, que estaba haciendo acopio de mis galletas favoritas de gengibre. Como tiene la tendencia entusiasta de los que venden, además de hablar de sus libros, promocionaba las galletas y cuando he ido a buscarlas ya no quedaban (la de la tienda me ha dicho que habían venido amigos de Herralde a buscarlas). Yo venía de comprar libros para G., que mañana cumple 22 años, aunque no llegará hasta el viernes.
Ayer estuve hablando con un psicoanalista que coordina unos encuentros entre la ciencia, la literatura y el arte y el psicoanálisis y me ha invitado a participar en una mesa redonda el 16 de octubre, en la Casa del Mar, organizados por esa Plataforma del Psicoanálisis que trata de tener más presencia en la vida cultural y social de este extraño país. Me preguntó cómo iba a plantear mi intervención y yo improvisé y él se alegró porque lo que yo le decía parecía entroncar muy bien con las demás cosas. Y es que los psicoanalistas siempre sacan hábilmente los hilos de todo y traducen y desenmarañan lo que haga falta, rescatando las palabras. Mientras hablábamos, me contó una escena que tenía que ver con la guerra civil y que se me quedó grabada. Luego, en la calle, yo iba a cruzar por un lugar imposible y él me propuso el paso de zebra.
Antes, durante el après-midi, fui a ver a M. Cuando le preguntaron, en un ejercicio ritual, "¿quién ha venido a verla?", la pobre dijo: "Mi prima". A las preguntas que yo le hacía, sólo pudo responder cosas ininteligibles... "Un quiquirimán de plantas", me dijo, y eso me gustó. Pero aún le interesa la belleza y lo que ve como juventud perdida. "Qué guapa estás", me dijo, acariciándome la cara. Me preguntó por G., le enseñé unas fotos de carnet y también las acariciaba. "¿Y tu novio?", me preguntó, refiriéndose a alguien que me acompañaba a verla el verano pasado y que la alegraba con su belleza masculina y sus bromas. La vi mucho más delgada y arrugada que nunca, tranquila en ese lugar bonito, pero perdida para el mundo. Señalaba los árboles, murmurando palabras extrañas, que le costaba articular, como si ahora ya le costara rescatar incluso las sílabas o los fonemas. Al salir, anduve por la calle y sólo veía viejitas que hablaban animadamente, viejitas que andaban con brío, o que tomaban café enzarzadas en conversaciones lógicas. Y pensaba en la vida de M., en esa persecución del no saber que la ha llevado adonde está.
Pero ahora puedo andar y correr y bajar y subir las escaleras de tres en tres como antes, vuelvo a bailar sola por la casa, y ya casi puedo decir que no tengo cara de mapache, aunque también he perdido el color del verano. Hoy, alguien que no es amante de los gatos, sino todo lo contrario, ha venido a conocer a Rufus. Le admira porque Rufus fue abandonado y leyendo su historia en este blog se ha sentido identificado y ahora siempre pregunta por él. Rufus se ha acercado a saludarle, porque este gato atolondrado y a veces asustadizo, tiene un insight tremendo para todo lo humanístico y empático y transmite unas ondas que no dejan indiferente.

16 comentarios:

´´ dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Belnu dijo...

Me gusta Ernestine y su I want a little boy, incluso me he puesto a escuchar de su príncipe, tiene una ironía y una voz tan poderosa y aterciopelada, qué ganas de cantar en uno de esos clubs de noche, tipo blue velvet pero sin sufrir. A Rufus también le ha gustado!

Anónimo dijo...

Es curioso, que independientemente del tipo de persona o de especie animal que se sea, lo escrito reordene un cierto sentido de las cosas. Es como si la palabra situase un orden invisible, lo impusiese, inamovible a voluntad. Y que corregiría todas esas leves o mayores faltas que se suceden fuera de su ámbito natural. Fuera del orden de la palabra.
Sempre he querido leer a Nussbaum, pero por una u otra razón todavía no lo he hecho.
iluminaciones.

Belnu dijo...

Podría ser la palabra o la forma de utilizarla, porque ayer Isabel Esteva me decía que ella caía en la desmesura y el caos pintando o dibujando o en sus fotos, pero si las ves, se diría que hay un orden en ellas casi zen, de un dépouillement zen. Entonces, ¿qué es lo que ordena y da sentido a nuestros caos? Tal vez el lenguaje que vehicula la mirada del artista?

JML dijo...

Me encanta Billie Holliday ¿tendré algo de gato?. Por cierto, felicidades por tu nuevo inquilino. Desaparece uno unos días y el mundo cambia a sus espaldas...
A mí también me admira esa tradición anglosajona por la exploración autobiográfica. Me ocurre algo parecido con la poesía.

Belnu dijo...

JML! Seguro que sí tienes algo gatuno. De los anglosajones admiro además esa tradición de enseñarles a escribir como si lo contaran a alguien, con una sencillez y economía total; mientras que nosotros tenemos que desaprender lo que nos enseñan. Hay mucha gente en este país, no siempre tan joven, que cree que para escribir bien hay que utilizar palabras que no domina mucho y que pesca de aquí y allá, y al final es un lenguaje impostado y pretencioso. O bien abarrocamos demasiado, nos dejamos llevar, somos demasiado líricos, etc. Eso a los anglosajones no les pasa, todos saben contar una historia sin impostación. Y si detrás hay un escritorazo, por ejemplo Coetzee, entonces cómo brilla esa supuesta simplicidad!

civisliberum dijo...

Curioso, precisamente cuando leia que te gusta escuchar voces femeninas cantando blues estilo jazzy, estaba escuchando a Melody Gardot en su CD "Worrisome Heart", algo fantastico. También estoy leyendo a Zbigniew Herbert "Un barbar al jardi".
Te leo a ti, a Zbigniew y escucho a Melody Gardot. ¿Que mas puedo pedir?

Belnu dijo...

Gracias, Civislib! Por tus palabras y por la recomendación musical, que voy a buscar (no la conozco!)

Anónimo dijo...

Sí, tienes razón, ese particular orden dentro del caos, que de alguna forma nos maneja a nosotros. Tal vez la ciencia y el arte son sus únicos valedores.
iluminaciones.

Belnu dijo...

Es verdad! Gracias, Iluminaciones, te citaré en la mesa redonda...

Stalker dijo...

¡Rufus no puede dejar indiferente!

Me alegra que saltes y dances y recuperes la energía, la temperatura de vida...

Me interesa lo que has dicho a propósito del libro de Nussbaum: que el pensamiento esté enraizado en la vida, que sea experiencia. Esto es algo muy importante y valioso, a menudo poco comprendido en un medio, el intelectual, donde a veces parece que sólo existe tráfico de abstracciones, donde no hay tracción hacia el cuerpo y lo que nos duele. Un pensamiento arraigado en la piel, en lo que nos pasa, desactivaría muchas estrategias y aleaciones: haría el mundo más perplejo, pero más intenso, creo.

un abrazo

Belnu dijo...

Tú lo has dicho, Stalker, ésa es la clave, no separar lo puramente ontológico, la pura abstracción, que el Dasein lo sea, sea de verdad un ser-en-el-mundo con su cuerpo y todas sus consecuencias. Hace poco un amigo profe de filosofía me hablaba de eso, de cómo tantos pensadores se alejan con la abstracción, y enseguida le mandé el artículo de X.Antich sobre Martha Nussbaum. La filosofía entendida en la tradición epicúrea, arraigada en el dolor más que en la polis. Alguien me regaló antes de desaparecer un libro de jardines y pensamiento donde se habla de eso. Gardens. An Esssay on the Human Condition...

Belnu dijo...

Ah, Stalker! Me alegra lo que dices de Rufus: es otra clave. Yo creo que si uno no ha perdido la sensibilidad, Rufus no deja indiferente. A veces cuando le acaricio me mira y esa mirada momentánea, efímera, envuelta en rayas de tigre y nariz de león me impacta, porque los gatos son reservados y secretos y, como dijo la comunicadora de animales, a diferencia de los perros, que lo muestran todo, los gatos sólo muestran lo que sienten, pero nunca sus razones.

Icíar dijo...

No hay duda que ese gato es un intelectual. Ya veremos en que se va transformando en este nuevo ambiente de jazz, libros, programas de televisión, amigos especiales, etc, etc. ¡Ya ha conseguido atraer al amigo no amante de los gatos!

Belnu dijo...

Icíar, ¿no lo son todos los gatos? ¿Has visto con qué fruición se frotan contra los libros?

Belnu dijo...

Tantos escritores les han dedicado poemas y cuentos. Y cuando se quedan pensativos, según T.S.Eliot, están pensando en su nombre secreto, el que nadie dice...