Hace días que no escribo aquí. Hace días que me ha poseído la otra escritura, la de mi novela, y de pronto, tras esa travesía del desierto escribiendo poco, borrando más, en la pura desolladura y sólo por autodisciplina, al fin las palabras me arrastran y es como si no pudiera parar. A veces me parece reconocer aquella escritura torrentosa de mis cuentos de Algunos hombres... y otras mujeres, aquellas conjunciones que interpelaban o irritaban a alguien que presentó mis cuentos, aquel flujo torrencial y tumultuoso que a mí me recordaba a Las Mil y Una Noches después del tiempo detenido y calmoso de tantos cuentos de Crucigrama.
No sé si podré encajar todo esto con lo anterior. No sé qué pasará al final. Sólo sé que el consejo y vaticinio de mi amigo serbio: "No pienses. Sigue escribiendo y algo ocurrirá tal vez mientras escribes..." se ha cumplido. Algo ha ocurrido mientras escribía. Fue después de que alguien del pasado se acercara a mí de un modo que no me dejó dormir. A la mañana siguiente me levanté pensando en escribir precisamente la parte más negra del pasado que habíamos compartido. Luego fui para atrás y para alante. Y sigo ahí, secuestrada por la escritura. Hoy he escrito algo que tiene que ver con la muerte de mi padre. Es material bruto, habrá que pulir, revisar, ver. Siempre quise escribirlo, hoy he reunido el valor al fin. Ha sido tras ir al funeral de la madre de un amigo, en el tanatorio de la Ronda de Dalt, que estaba rodeado de un paisaje verde exuberante. He estado a punto de echarme a llorar allí, oyendo cómo mi amigo leía páginas del diario de su madre, de estos días. Él parecía radiante en su tristeza, envuelto en un fulgor calmo y desconocido. Ella se ha muerto de pronto, felizmente para ella, pero eso siempre es más difícil de digerir para los que quedan: no da tiempo a despedirse.
Yo escribo. Una noche fui a Horta a un concierto en la plaça Eivissa, gracias a la hospitalidad de la editora de Navona, que me contagió su entusiasmo y nos convenció a Tigridia y a mí con su posición ética, lectora y verdadera. El lugar tenía sus encantos. Horta sigue teniendo algo genuino que otros barrios de la ciudad han perdido. A pesar de las oleadas constructoras. Al acabar, Tigridia y yo intentamos volver andando sorteando colinas. Descubrimos calles umbrías llenas de casas con jardín, y elegimos nuestras favoritas oliendo a espesura y a jazmines. También descubrimos tristemente que han derribado la casa de Amílcar, donde ocurre mi cuento de Crucigrama con ese título, donde sale una sandalia italiana casi nueva que se rompe y que hizo sonreír a Luis M.
Me llegaron noticias negras de Irán: a mi amigo persa-canadiense H., padre de los blogs en Irán, la fiscalía le pide pena de muerte. Lo he escrito en Polis. He pedido ayuda a Amnistía Internacional y a los periodistas. He escrito a Larry King para que pregunte por él a Ahmadineyad. He firmado una petición a las autoridades iraníes y otra al gobierno canadiense, para que tercie en su favor. Ha salido en La Vanguardia y en El País digital. Ojalá logremos salvarle entre todos, con la presión internacional.
Anoche G., que acababa de cumplir años y celebró ese fragmento ritual en casa con tarta sacher, me habló de sus primeras impresiones de La recherche, que está descubriendo para mi felicidad, luego me hizo una pregunta personal, casualmente, y yo me quedé pensando en su insight y su espíritu saludable y fuerte, a pesar de sus vagueríos.
Antes, fui a la presentación de un estupendo libro de poemas de Carlos Zanón, lleno de humor y melancolía y de esa sonrisa suya, su mezcla particular de Carroll y Barrie y su condición de abogado magnánimo, junto al exuberante jardín de la Bertrand (donde por cierto sí estaban dos libros míos, qué sorpresa). Al acabar, fui a cenar con un escritor amigo y escuché sus historias vibrantes y con entramados de pura escritura y al volver tuve una breve conversación exasperada con alguien que no me entendía y al colgar, mientras andaba por la Diagonal ya oscura, sentí esa triste irreciprocidad solitaria que contaba Chéjov en El jardín de los cerezos. Hoy he ido a ver a la Esfinge y ha sido un encuentro intenso y afortunado, aunque me habría gustado grabarla para poder recordar sus palabras. Hace un rato me ha escrito Antoni Clapès, poeta y editor, invitándome a hablar otra vez de Danielle Collobert en Vic, en diciembre, con Victor Sunyol y él mismo, en uno de sus Pas a dos.
L. me ha avisado: "No te pierdas la Luna. Está preciosa". Y era verdad. Yo la había visto volviendo por Muntaner con un carro lleno de pomelos, naranjas, kiwis y espinacas. Rodeada de unas densas madejas de nubes lanosas. En la terraza, Rufus también miraba el cielo oscurecido.
14 comentarios:
Felicidades por ese aliento de escritura y la foto... ¡me ha encantado! has conseguido envolver a Cadaqués en una atmósfera de sueño que ya creía perdida.
Sobre el olor a jazmín de algunas calles de Horta:
http://amapolasenoctubre.blogspot.com/2008/05/jazmn.html
Gracias a ti por tu magnífica entrada hortiana, Bel, que ya he comentado in situ...
En cuanto a la foto, te aseguro que a esa hora, en ese lugar, antes de llegar las hordas, todo es belleza y parece casi como si fuera antes de la destrucción, de la invasión, del cemento
Me alegro de que vayas encontrando cada vez más tu novela.
No es que sea una creyente de los signos del zodiaco chino, aunque me gusten más que los otros. Pero tengo que decirte que G. es Dragón: el mejor signo de todos.
Icíar, ¿pero he dicho yo cuántos años cumplía? Pero sí, es dragón de 1988... Mmm, ¿son tus poderes de adivinación?
Ya me gustaría a mí tener esos poderes ..... aparece en la entrada anterior :P
Ja ja! Me has hecho reír, Icíar...
Ayer pensé , si no escribe aquí es que escribe en otro sitio.
Ja ja, Francis Sherlock! Ya has notado de esa "incontinencia" de palabras mía...
Me alegra que avances en tu novela. Tratántose de la escritura, tus silencios resultan pues tan interesantes como tus palabras.
Comparto la apreciación de tu amigo serbio: no hay que preocuparse demasiado por el significado de lo que se escribe.
Gracias, JML! Sí, el significado vendrá o se verá después, no sólo cuando acabe de escribir, sino una vez pase el extravío post-scriptum, cuando empiece a saber lo que he hecho y mis razones internas...
Pero ahora todo es extraño...
Yo sé que la luna tiene mucha influencia en la escritura, o paraliza o libera, todo depende de lo que esté sucediendo. Pero siempre, siempre, tira de "la verdad" para que salga a la luz.
Emma, yo soy bastante "lunar", pero creo que en la escritura, mis mareas obedecen a corrientes más lentas, no mensuales. Ahora al fin se ha desencadenado algo y qué felicidad, aunque sólo sea un rato breve como hoy, qué felicidad andar por ahí un poco más a mi aire, como cuando me quité al fin los esquíes la primera que fui a esquiar y pude al fin andar por la nieve sin obstáculos
Yo también necesito pisar con mis pies, y nadar sin aletas.
Exacto, Emma! That is the question!
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