domingo, 18 de abril de 2010

Una vibración en el aire

Foto: I.N. Sant Salvador, 2010
Ayer por la mañana me desperté muy contenta con la perspectiva de la conferencia. Y sin embargo, ya en el coche con Tigridia y Bel M., poco antes de llegar a Sant Salvador, me iba creciendo una inquietud sorda. No había escrito mi conferencia para leerla, sino que había tomado notas. Aunque pensaba decir algunas cosas que he dicho o escrito en alguna ocasión, para mí había algo revolucionario en mi conferencia de ayer, algo nuevo. Yo nunca había aludido al infierno de mi infancia tan claramente y menos aún ante un público no psicoanalítico; era la primera vez que tendría que hablar de ello autrement para explicar lo que quería decir. Se trataba de la escritura a ciegas, o inconsciente, de los misterios que revela, de extrañas obsesiones con cosas nimias, como una frase oída al azar que al encontrar sitio en una pieza de ficción desvelan una metáfora significante. Se trataba también de mis relaciones con la lectura y escritura, de lo que significó para mí aprender a leer y de cómo decidí escribir. Como siempre y naturalmente, me apoyaba en citas y libros de muchos otros escritores que ayudaban a iluminar el discurso. Quería hablar del dolor como motor vital, de cómo esa transformación alquímica convierte en gozoso lo que fue árido y sufriente. Y en esas horas antes me preocupó que no se entendiera; que la metáfora y el juego de máscaras fuera entendida precisamente como un vulgar desnudamiento, como esos programas de la tv o los libros de autoayuda, que alguien creyera que yo defendía la escritura como terapia. Y es que no es así: yo defiendo la escritura como duplicación misteriosa e inexplicable de la vida, como enfermedad gozosa, como fruición, como opción vital injustificada.
No les dije nada a las amigas que me acompañaban generosamente. Al llegar vi los vestigios de lo que fue Sant Salvador, un trocito de casas en la playa que aún conserva su belleza en medio del horror construido. Enseguida, en aquella hermosa playa de invierno, vi a dos personas que no había vuelto a ver hacía muchos años, muchísimos, a él desde mi adolescencia. No me atreví a preguntarle por su hermano, que fue amigo mío. Me sonaba vagamente que hubiera muerto y tal vez estuviera equivocada. En mi generación murió tanta gente con andaduras venenosas. Me preguntaron qué hacía allí, pero cuando dije que iba a dar una conferencia, tampoco me preguntaron: "¿De qué?" Sólo dijeron: "Ah". ¿Tal vez temían verse obligados a ir? O tal vez la palabra conferencia les sonó tan aburrida que prefirieron no preguntar. O imaginaron que trataría de la crisis económica. No puede haber tantas conferencias los sábados en Sant Salvador...
La casa museo de Pau Casals es un lugar precioso, con su jardín mediterráneo. Es como si su música flotara en el aire silencioso. El público fue una sorpresa, no sólo por numeroso -más de cien personas-, sino por receptivo, leído, letraherido, participativo. Mientras hablaba notaba la vibración de mi voz o mis palabras en el aire, una vibración que volvía de su atención inteligente y curiosa. Tal vez las notas silenciosas de la mente de Pau Casals se entrelazaran con todo aquello, creando conexiones. Es algo que cambia la atmósfera y que cualquiera que hable en público detecta. Yo me pasé algo de tiempo. Había empezado tarde (a causa del fotógrafo, que quería reunirnos a las cuatro participantes) y no pude entrar en el último tema, esa novela que no logro abordar, ese coraje que me falta y ese acoso de la historia que me persigue a mi pesar. Cuando el organizador (Jose Luis Espina, el artífice entusiasta de ese público numeroso y selecto que cada año se desplaza para asistir a sus jornadas literarias) me hizo signos desesperados de que acabara, leí una cita famosa de Clarice Lispector y cerré. Llovieron las preguntas. Se vendieron todos los ejemplares de mi libro. Firmé unos cuantos. Se acercaron algunos a hablarme. En el jardín vi a Yvonne Hortet, la viuda de Barral, me dijo que le había gustado. También me saludó Roser Berdagué, la traductora galardonada con el Premio Nacional a su trayectoria cuando yo fui jurado, que vive en Calafell. Y Helena T., que había estudiado un curso conmigo en un instituto, hace un millón de años. Un hombre culto vino a decirme que le había interesado especialmente mi manera de hablar de ese dolor transmutado, dijo, si mal no recuerdo, que era algo iluminador.
De nuevo en el jardín, un sureño simpático que ya había venido a mi tertulia Jacaranda me dijo: "¡Deberías escribir un libro sobre esto, tus relaciones con la escritura! Es muy interesante, me dijo, te sigo en tu blog! Seguí andando (me atrapó el fotógrafo y el resultado fue terrible, no por su culpa, naturalmente; ya no hay nada que hacer en ese terreno) y acabé arrastrando a mis pacientes amigas a una casa donde yo había vivido, en Coma-ruga, la casa que aparece en mi cuento Souvenir, frente a la playa donde la narradora vuelve a la vida tras su primer acercamiento a la muerte. Yo siempre he sentido que tenía un derecho moral a revisitar mis antiguas casas. Sé que la ley no lo contempla y me reprimo, pero a veces querría llamar a la puerta y pedir que me dejaran entrar, como la narradora de un cuento maravilloso de Grace Paley, en Brooklyn. Ella sí entra y luego no sabe cómo salir de allí y se queda tres días atrapada... Yo habría querido bajar a tocar aquella arena fría de la tarde, aquella arena invernal donde revivió mi narradora. Habría querido recorrer todas las calles, el lugar donde vivían mis amigos, la casa del alemán, la vía del tren, la calle de las adelfas de mi otro cuento (Veraneo), el lugar de mi primera embriaguez, mis itinerarios en bici... Pero sólo estar allí un momento ya me produjo una emoción hilarante y dolorida, algo difícil de explicar. En cuanto a la conferencia, fue mi verdadera celebración de cumpleaños.
No he dicho nada de esa densa nube de cenizas que flota sobre Europa y nos habla de la furia de este planeta y de las predicciones de los científicos de un incremento de terremotos, temblores, tsunamis, volcanes en erupción. La nube parece metafórica, como una especie de densa sucia tristeza flotando sobre nosotros.
Me encantó el artículo de EVM en el Babelia de ayer. Hablaba de mi querido Des Esseintes (Au rebours) y justamente acababa con una frase de Nicholas Ray a Wim Wenders -el drama del mundo contemporáneo es que no podemos volver a casa- y una frase de EVM diciendo que el mundo se ha enrarecido tanto que ya nadie sabe la vía de retorno a la vida. Camino a SS, pensé encajar ese final con mi final de la conferencia (no hubo tiempo) con la hebra de uno de mis cuentos de Crucigrama, algo sobre la imposibilidad de volver a casa, la pregunta del padre, en su confusión, cuando le preguntaron si quería volver a casa y preguntó: "¿Casa? ¿Qué es casa? ¿Casa es donde estáis vosotras?" Una casa que ya no existía. Y la frase de Maeve Brennan: Home is a place in the mind.

24 comentarios:

Isabel Mercadé dijo...

Aunque estuve ayer ahí, sentí esa vibración del público, noté cuánto les gustaba, cómo seguían con toda atención, cuánto me gustó a mí esa exposición profunda y alada, el clima que se creó, las preguntas, los libros que se agotaron en un santiamén, todo lo posterior, sobre tus recuerdos y tu casa...me ha dejado pensando aún esta entrada. Es cierto que se alcanzó algo mágico y a veces se es más consciente después que durante.
Gracias por esa magia (y por enlazarme aquí).

Grocdefoc dijo...

Benvoluda Isabel, Vaig assistir a la Jornada literària en Sant Salvador. Un dels títols que més em va atraure va ser “Escriure a cegues. Misteris de la ficció”, ja que jo quan escric intento fer-ho quasi sempre així, al menys intento començar d'aquesta forma. És la manera amb la qual he comprovat que l'escriptura m'aporta més plaer, més descobriments de mi mateixa, més sorpreses inimaginables, més reptes d'interpretació, com qui intenta interpretar un somni que s'ha tingut dormint. I l'haver d'entendre el que hom vol dir és un exercici d'introspecció i de reflexió. La ment humana fa unes combinacions surrealistes que donen molt de material literari, i val la pena deixar-se anar, ésser lliure amb un mateix. Jo fins ara de tot això en deia “anar a les palpentes, escriure a les palpentes”, o escriure com aquells que ja no tenen por al desert, perquè ja han experimentat que el desert -malgrat donar la sensació de que és erm, buit, mortal- és ple de tot el possible i de l'impossible, miratges inclosos, somnis desxifrats. Jo estimo aquests escriptura per damunt les altres. Mai no l'he tingut com a l'escriptura terapèutica (que això seria una altra cosa), sinó per molt estimuladora, molt creativa.
Gràcies, Isabel, per parlar sobre aquesta manera d'escriure. M. Pilar Martínez

Qualunque dijo...

Me ha gustado mucho tu entrada, incuso díría que me ha sentado bien.

Cuando pueda dar paseos más largos -con suerte en breve- una de las primeras cosas que haré será comprar tu 'Crucigrama'.

Belnu dijo...

Gracias, Bel M. Para mí fue importante vuestra compañía. Hay cosas invisibles que se vuelven más intensas que las visibles...!

Belnu dijo...

Grocdefoc: M'alegro que t'interessés la conferència. Cadascú ha d'escriure com vulgui, com pugui, i trobar la seva veu.
Jo no em puc considerar dels qui no tenen por, perquè per mi, cada vegada ha de ser diferent, des de zero, amb incertesa, por i conflictes.

Belnu dijo...

Qualunque! Si la lectura puede contribuir a acompañar tu convalescencia, podría mandarte un Crucigrama...

Qualunque dijo...

Isabel, me dejas sin palabras, muchas gracias!

Sin querer parecer desagradecido prefiero mirar primero si lo tienen en la Central y ya te pediré una firma un día de estos, quien sabe si en la feria del libro de Madrid ¿Irás en Mayo?

Si no lo encuentro ya abuso de tu amabilidad y te doy mis coordenadas.


MIL gracias comunque!!!!

Belnu dijo...

De nada, Qualunque! Espero que sí, que lo encuentres en La Central

Emma dijo...

Gracias Isabel por haberlo contado tan bien, es como si hubiera estado allí, aunque creo que soy mejor interlocutora cuando te leo y siento todos tus interrogantes como si fueran mios ( que también lo son) Yo también quisiera volver a la casa en la que crecí, porque a veces se me aparece en sueños y me dice cosas que no entiendo. Eres una belleza, no creas a las fotografías.

Belnu dijo...

Gracias, Emma! De todas formas hay algo en la voz que transmite el valor o la intención de cada palabra!
Más vale no ver las fotos y pensar en lo que fue... pero siempre quieren fotografiarnos. A mí me gustaría que me dejaran de espaldas

´´ dijo...

El Octubre pasado estuve en Sant Salvador en una casa que da a la playa , esta el paseo y la orilla , es una casa antigua con una terraza elevada muy grande , comimos 15 personas, ese tramo tenia gracia , pero no vi demasiado del pueblo. Me alegro que fuera bien, el tema no era nada fácil

Dante Bertini dijo...

yo tengo mi casa aquí; vuelvo a ella cada vez que me alejo, con la certeza de que habito el único lugar posible, aunque no me guste demasiado, aunque preferiría haber echado raíces en algún otro con el que nos quisiéramos mejor.

Belnu dijo...

Bueno, Francis, yo puse el título de la conferencia y luego tuve que rellenarlo, me pasó algo parecido a lo que contaba EVM una vez con una conferencia. Me escribió el organizador, me pidió un título y decdí uno, y luego, pues lo fui llenando. pero en el fondo hay algo mágico en eso, y además, a mí me gusta hablar de mis forcejeos y relaciones con la escritura

Belnu dijo...

Tienes razón, Dante. Sería mejor otro lugar, donde no cortasen árboles, donde no estuviera todo tan equivocado, tan enterrado...

Anónimo dijo...

Hola Isabel,

Este sábado lluvioso en el que el cielo gris daba un toque mágico a la casa de Pau Casals, tuve la suerte de estar presente en todas las charlas de Visor 10 "Mujeres DO".

Confieso que todas me aportaron algo, cada una lo suyo, tomé notas de cada una de las presentaciones de las participantes, excepto de la tuya.

Y me preguntarás ¿eso es bueno o malo? La respuesta se condensa en la frase que escribí junto a tu nombre:

"No tengo palabras" Genial

Me maravilla descubrir en tu post, que tu misma sabías que algo especial te estaba esperando...la magia del ambiente, tu voz resonando entre las paredes del auditorio....creo que sólo faltaba Pau Casals junto a su Cello tocando la Suite nº 1 de Bach (Prelude)( que adoro y que me transforma en mariposa cada vez que la escucho).

En cuento al "desnudamiento" del que hablas, nadie lo entendió como tal o todos lo entendieron como tal. Escribir es desnudarse, es darse la vuelta a la piel y teclear con el reverso de los dedos.

Yo estoy segura que el escribir no es ninguna terapia, más bien todo lo contrario, escribir es una enfermedad. Tu lo sabes y yo lo sé.

Me siento responsable por la parte que me toca, mi comentario quizás te hizo pensar que el auditorio podría haber malinterpretado tus palabras alrededor de la infancia, pero no es así.

En cuanto escribir a ciegas, ¿qué puedo decir al respecto?, tan sólo que estoy aprendiendo a no hacerlo.

Quizás cuando la experiencia forme parte de mi mochila de viaje, quizás entonces pueda taparme los ojos y dejar hablar a mis visceras.

Por ahora necesito una guía, muchas guías.

Muchas gracias por abrirme los ojos.

Caperucita negra
Mujeres DO Calafell

el objeto a dijo...

Es bonito que ese lugar del pasado, reactualizado, resultara tan hospitalario, y que la gente fuera atenta y empática,
Es verdad que esa nube de ceniza parece metafórica, obligando a medio mundo a pararse y a esperar... a dejarse llevar en cierta forma,
y ese retorno a casa, que cada vez puede ser diferente, en eso tenía tanta razón la Brennan

Belnu dijo...

Gracias, Caperucita negra, por tus palabras. Yo sigo disintiendo. Escribir no es desnudarse, escribir es mostrar sólo lo que uno quiere, que por supuesto cubre con más fuerza lo que uno no quiere y el juego de máscaras es infinito. Y a escribir se aprende, pero no se cambia de método por un aprendizaje... yo he llamado al mío escribir a ciegas, pero no tiene un nombre. Todo depende de la forma de ser y tus necesidades, no es una opción tan consciente.

Belnu dijo...

Yo creo que no hay retorno a casa, Objeto a. Lo dijo Heráclito... Sólo las personas, a veces, pueden darnos la impresión de que al encontrarlas, hemos vuelto a casa. Por eso alguna gente se aferra a otros durante toda una vida, o casi. Sólo por esa ilusión de poder volver a casa.

Anónimo dijo...

Las cosas cambian, indudablemente, aunque no siempre a peor. Las personas, las cosas no pueden esperarnos. Ahí radica la importancia de la memoria, y dentro de ella la fabulación que inevitablemente hacemos de la misma. Por gracia o por culpa de la imaginación, sobrevivimos.
Felicidades por los eventos.
iluminaciones.

Belnu dijo...

Dice Faulkner: Gracias a Dios, los hombres han aprendido a olvidar deprisa lo que no tienen el valor de curar.
Hay que recordar y hay que olvidar: es un problema de medida. si olvidamos demasiado todo macera dentro y se infecta y se convierte en una bomba. Pero no se puede recordar todo, ni todo el tiempo´; lo que sí se puede es reescribirlo constantemente, a la luz de nuevos ángulos, nuevos hallazgos, nueva escritura. Ésa es mi tendencia...

Anónimo dijo...

Sí, a eso me refería precisamente, a la medida de las cosas, y a la imaginación a veces ambigua. Tal vez se olvida lo que no se cura por que la vida vuela. Tal vez, como dices, la reescritura...

Belnu dijo...

Yo creo que nada se olvida realmente, se queda ahí detrás y sale de pronto, con otras cosas: el pasado re-vive en el presente

Anónimo dijo...

Hola Isabel,

estoy leyendo "La plaza del azufaifo" y me encanta. Lo leo con una mezcla de amor y rabia, porque yo que he vivido toda mi vida en Badalona, pienso en las zonas montañosas que ahora están ocupadas
por Ikeas, Carrefours,Va de baños, etc...... y toda la parafernalia del progreso, por no hablar de las casitas derribadas en el centro de Badalona y otras para hacer el "maravilloso" puerto y líneas de metro. Claro, al final me dicen que soy una sentimental!!. La transformación de Badalona me duele.

Me apetece mucho leer más cosas tuyas, estaré en algún stand en S. Jordi para que me firmes el libro de cuentos.
Un saludo!


Zulema Ley

Belnu dijo...

Gracias, Zulema
Que sepas que lo tuyo no es sentimentalismo, sino inteligencia crítica frente a todos esos sumisos mutantes que ni se dan cuenta de que teníamos y tenemos derecho a la frondosidad, al paisaje y a la historia que entierran con esos centros comerciales! Y es que aquí no dejan nada! Me alegrará verte en S.Jordi...!