domingo, 31 de diciembre de 2006
Pena de muerte
Roberto Arlt, Magrinyà y Belgrado
viernes, 22 de diciembre de 2006
Impresiones
jueves, 21 de diciembre de 2006
Belgrado: siete días sin blog
martes, 19 de diciembre de 2006
El objeto a
Respuesta de Estrasburgo
P. Nikiforos Diamandouros, Defensor del Pueblo Europeo, en respuesta a mi protesta de las medidas de seguridad de los aeropuertos, bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo, atenta contra las libertades y derechos fundamentales de los ciudadanos, me advierte que antes de reclamar ante su cargo, para que él pueda actuar, debo haber reclamado a las adecuadas instituciones europeas, en este caso, la Dirección General de Transportes, Comisión Europea, 1049 Bruselas, Bélgica. http://ec.europa.eu/dgs_es.htm Transporte y Energía y el email TREN-AIR-TRANSPORT@ec.europa.eu De modo que voy a redirigir mi queja a esta institución, y sugiero que cualquiera que no esté conforme con ese maltrato en los aeropuertos, haga lo mismo.
lunes, 18 de diciembre de 2006
Contra la subida de Autónomos
domingo, 17 de diciembre de 2006
una imagen
miscelánea dominical
viernes, 15 de diciembre de 2006
Y en cuanto al premio Stendhal de traducción
De un encierro
miércoles, 13 de diciembre de 2006
Tres buenas noticias
De la lectura
martes, 12 de diciembre de 2006
Vida cotidiana y descubrimientos
La prensa y el horror
lunes, 11 de diciembre de 2006
La muerte y la doncella
sábado, 9 de diciembre de 2006
Ivo Andrić
Leo un librito de Ivo Andrić, en una magnífica edición francesa, Titanic et autres contes juifs de Bosnie. Me ha aparecido de pronto cuando escribía sobre Sarajevo como ciudad de tumbas y el viejo cementerio judío, que yo sólo pude ver desde fuera, porque lo habían desminado hacía poco y daba miedo arriesgarse (en la guerra, los francotiradores serbios lo utilizaron y hubo muchas tumbas destruidas). Andrić, autor de la famosa frase "Es mucho más difícil borrar que escribir", pasea por el antiguo cementerio y lee algunas de las inscripciones pétreas de las tumbas para contar la historia de aquellos judíos sefarditas sarajevianos, expulsados (por los temibles reyes católicos) de este país y huidos a distintos lugares del Este europeo, que intentaron preservar su idioma cerrado y precario a través de los siglos. En una de esas viejas tumbas de piedra musgosa, Andrić lee el elogio a un "Ombre prejado y entelegente... labrador publico dija i tarde", o los versos: "Clara no lloras hija mia/ No temes la fossa fria", y en otra "Dios, como solos se quedan los muertos". Esa pieza melancólica acaba con el trazado de la geografía trágica de los judíos muertos en la II Guerra o víctimas del fascismo, dice el escritor "Debout, la main sur cette pierre, après beaucoup d'autres, je me perds dans une vive compassion et je me dis que l'humanité, si elle veut mériter son nom, doit organiser en commun sa défense contre tous les crimes internationaux, dresser un barrage sûr et châtier vraiment tous les meurtriers des hommes et des peuples." Y luego siguen historias de esos judíos en Bosnia, los antepasados de los que me recibieron cálidamente en el bonito edificio de la Comunidad judía de Sarajevo, junto al río Miljaka, hablándome en ladino.