sábado, 21 de mayo de 2011

Mientras

Foto: I.N., Caminos del Montseny, 2011
Hace tanto tiempo que no escribo aquí que ya no recuerdo cómo era. Hoy he vuelto a andar por un camino del Montseny completamente solitario y silencioso, y brillaba el agua del arroyo sagrado entre los árboles y las rocas lavadas y a veces se abría un claro con una cascada y el aire estaba lleno de pájaros. Iba con MP, la que bautizó esta ciudad como Dogville (oh, ya sé que el director de esa película ha caído en desgracia por sus estúpidas declaraciones, la misma enfermedad interna que se veía en su cine, y me admira la reacción fulminante de los franceses ante esas cosas, pero esto no tiene nada que ver, la palabra sirve para definir una atmósfera predominante) y que encontró otra vida lejos de aquí, en un lugar más boscoso y amable, pero a veces viene a pasar una semana y la ciudad le encoge el espíritu. Un buen paseo por el bosque es la mejor manera de hablar y pensar, un poco a la manera de Stevenson y Hazlitt en aquel libro de los paseos, o con el espíritu de Walser.
Ayer por la tarde fui a ver a los acampados. Ya sé que alguna gente se burla de este movimiento, vaticina que será inútil o que beneficiará a la derecha. Yo sigo creyendo que en cualquier caso, la expresión de la indignación por parte de la gente es positiva. Creo que es importante el mensaje de que no n dejará pisar indefinidamente, que no seguirá sometida a todo. También me parece útil que ellos mismos se den cuenta de su fuerza. Aunque no sepamos si esto podrá vertebrarse y convertirse en algo permanente, incidir en la historia, contener una tendencia perversa e invertirla de alguna manera. Podría ser el principio de algo histórico o desaparecer, pero permite tener alguna esperanza en este país. Ayer en la plaça Catalunya me pareció ver que los que llegaban iban discutiendo entre sí. No iban simplemente a mirar, sino que discutían. Y en un país en el que no se habla de nada más que de fútbol o de comida, eso ya es algo. A veces hemos discutido hasta dónde se dejaría la gente pisar y asfixiar y este estallido es simplemente un "hasta aquí hemos llegado". Lo difícil será darle continuidad, pero también ayuda que se propague por otras ciudades.
Mientras, escribí alegremente el prólogo de las Crónicas de Nueva York de Maeve Brennan, y releyendo a Nabokov sobre Tolstói para una clase que suspendimos (yo fui a ver a Juan Gellman y me gustó verle, aunque algunas palabras se perdían en su abstraímiento -¿será esa desconexión última, como aquel abstraímiento en la escritura de Colette en Le pur et l'impur?-, me quedó aquel poema de su tío Juan, que murió como un pajarito y sus cenizas seguían piando...), y aún me ha alegrado más la reacción del editor que me encargó un texto para la presentación de un libro -Tomba de Lou de la poeta canadiense Denise Desautels, el 27 de junio en Laie- y va a publicarlo en forma de plaquette. Yo había decidido no escribir ese texto, pero cambié de opinión y descubrí que podía apropiarme de aquello y convertirlo en un espacio para decir algo que latía con fuerza, y así lo hice. Cuando se lo leí a la Otra Bel, ella calificó mi escritura de hipnótica, dijo textualmente que la había hipnotizado, luego lo leyó CHM y lo elogió generosamente. Y por fin lo leyó el editor (y poeta) y concluyó que era extraordinario y que sería una plaquette majestuosa y decidió traducirlo también al francés. Y yo, que tuve tantas dudas y que, mientras se lo leía a la Otra Bel sentí que si leía algunas de aquellas palabras me moriría después, la femme foudroyée, por haber desafiado a los dioses...
No he seguido del todo con la novela y ese vacío duele y casi nada puede sustituirlo. He pescado apenas retazos de sueños, estaba madrugada soñé que me había dejado mi cuadernillo gris en un seiscientos que estaba en la terraza pero habían aparcado dentro de la casa, una casa grande y destartalada donde la gente entraba y salía, justo después de que se fuera una coscolina rusa de ojos negros y piel muy blanca que podía parecerse un poco a un personaje trágico de mi novela o a Anna Karina en Vivre sa vie con sus sospechosos acompañantes se , y yo me sentía terriblemente perdida, desesperada sin el cuadernillo, pero luego me preparaba para expresar mi desesperación ante los demás -personajes de mi novela, personajes oscuros de mi infancia- como si fuese una pieza teatral. Cómo me fascina el lenguaje de los sueños. Por cierto que cuando acabe de reseñar a un autor considerado como el más interesante de la narrativa alemana contemporánea, Clemens Meyer, me pondré con el Cuaderno de noche de Inka Martí para Turia.
Ayer leí en un momento ese librito precioso, Gatos, de Darío Jaramillo, que también les gustarán a aquellos amigos de los gatos abisinios, la piedra y el verde. Aunque ellos, como yo, disentirán de Darío Jaramillo en que los gatos no aman o no quieren ser acariciados. Todos mis gatos me han demostrado lo contrario, pero Rufus es una prueba aún más irrefutable. Cuando me sigue a todas partes y adopta sus poses majestuosas junto a mí en la cocina o el baño, cuando aprovecha que hablo por teléfono o leo en el sofá para adherirse a mí adaptándose a la forma de mi cuerpo, cuando me despierta mirándome o entierra la cara entre mi brazo y la cintura, en los pliegues de mi ropa, la extraña relación del poeta Jaramillo con esos gatos que dibuja tan maravillosamente pour le reste se vuelve evidente. Dice el primer poema:
La luna dora los techos.
Inesperadas, aparecen las sombras de los gatos.
Son tan sigilosos
que son solamente sus sombras.
Ellos ven todo sin ser vistos
y todo debe estar quieto mientras se mueven
para que ellos puedan sentirse inmóviles,
los gatos, sus sombras.
Esta noche me habían invitado a una excursión emocionante para ver una mariposa en pleno proceso de transformación, pero no me he decidido, aun sintiéndome halagada por ese honor. Tengo conmigo una prometedora biografía de María Moliner, El exilio interior, de Inmaculada de La Fuente. Parece imposible no sentir curiosidad hacia esa mujer valerosa que se dedicó sin apoyo a las palabras y construyó un diccionario tan distinto e interesante, sin que la misógina RAE quisiera aceptarla. Un traductor le ha dado una versión inglesa a uno de mis cuentos de Algunos hombres... y otras mujeres, "La noche que murió Franco", seleccionado para una antología internacional, y me ha alegrado leerlo así, sin tener que pelear por las palabras, fluido y brillante en sus hallazgos.
Mañana votaré Escons en blanc. El 10 de junio firmaré Sinrazones del olvido en la caseta de La Central de la Feria de Madrid, de 19 a 21horas. Y pasado mañana, martes 24 de mayo, presentaremos Sinrazones en La Central de Mallorca 237, a las 19.30. Espero que vengan, lectores silenciosos.

6 comentarios:

Xavier Perarnau dijo...

Si, Isabel, los acampados y los visitantes, dialogan sin cesar sobre los males y los posibles remedios de esta podrida realidad que a tanta gente nos tiene indignad@s. Da gusto moverse por la plaça Catalunya, tranquilamente mientras escuchas las conversaciones de los pequeños corros. Se debate con vivacidad y soltura, con intensidad, de los más diversos aspectos. No recuerdo nada parecido. Una buena inyección de vitalidad

Belnu dijo...

Estamos de acuerdo, Xavier! A pesar de las ridiculizaciones de algunos desde los medios, o incluso las advertencias algo desdeñosas de MDelgado. Por suerte, otros, como Paco Fernández Buey, Arcadi Oliveres, Berzoso, etc., apoyan toda esta expresión legítima de indignación y el debate que puede crearse.

Ephemeralthing dijo...

magnífica crónica

ni en período de campaña electoral se salvan:
definitivamente
olvidado

Belnu dijo...

Gracias, Eph! Gracias también por los links! Ahora voy...

´´ dijo...

A ver como estructuran todo esto en un futuro, yo no voto pero eso es algo personal mío, por otro lado no estoy en Barcelona.

Hay un tema de fondo que se tendría que empezar a hablar y es lo que llamo "la inteligencia sociópata", es un tipo de inteligencia que tiene como finalidad el dinero por encima de todos, la supresión de carreras( tema que trata Llovet en su libro ) la proliferación de escuelas de negocios, el dinero como fin, todo eso es fruto de que gran parte de la inteligencia mundial olvida la persona , pero son inteligentes de verdad y difíciles de combatir, tienen medios , para variar esto se necesitan varias generaciones y volver a una Inteligencia humanista, ahora la clase dirigente , políticos,grandes empresarios,banqueros, son unos sociópatas .

Belnu dijo...

En efecto, Francis. Y eso sólo hace sufrir y es absurdo e inútil. Llovet lo explica muy bien