martes, 11 de marzo de 2008

La prisonnière


La prisionera de Proust vista por Van Dongen

No, no me estoy releyendo La prisonnière de Proust, ni tampoco estoy en el sofá leyendo para La Vanguardia. Me he pasado todo el día enclaustrada. He tenido que decir que no a la comida con Yelena Caterinova, me he excluido del plan del jueves expo y teatro con unos amigos, no he ido a yoga y aún tengo que anular más citas semanales. Tampoco tengo ocasión de intervenir en la interesante discusión de la lista de psicoanalistas. Es una semana infernal y tal vez lo sea hasta "passat festes". A veces tengo la impresión de que traduzco para gente que no puede valorar el trabajo que hago, las investigaciones, los hallazgos, el rigor. Siempre hay prisa para entregar, pero ninguna prisa para pagar. También tengo la impresión, como autora, de que los editores ansían los manuscritos y una vez los tienen se vuelven muy silenciosos (y ahí no incluyo a mi editor del azufaifo, que tiene buenas razones). Tal vez mi sentido del tiempo difiere mucho del de otros. Tal vez todo son pruebas para mi impaciencia, que me envían los dioses griegos, retándome como siempre.
Los obreros de arriba se han pasado la mañana dándole a una taladradora que me horadaba los oídos y la cabeza, y en cierto momento he puesto las magníficas Misas de Bruckner (regalo de Lydia O.) a todo trapo, en una especie de protesta bélica. Luego, silencio. Y mi brazo protestando también, dolorido.
Sólo deseo acabar con estas traducciones (Francesc Torres para el MACBA y Arata Isozaki para su estudio de Barcelona: su entrevista empieza con una fantasía loca muy sugerente) y correcciones telefónicas para poder tirarme a leer en el sofá, para La Vanguardia y para mí, y escribir mi germen de cuento de navidad perversa y dedicarme a mis escritos. Y que se vayan los habitantes de mi barrio, de vacaciones.
Lograda la gestión familiar, o eso parece. No sé qué harán los microorganismos en mi interior. Un comentarista de mi otro blog expone opiniones que no comparto en absoluto. Mi servidor ha estado haciendo de las suyas en el fin de semana y algunos de mis mensajes no llegaron nunca a su destino, así que he tenido que reenviar todos los de esos dos días, o casi, a riesgo de repetirme. Desde aquí pido disculpas a los damnificados.
A mediodía, una amiga escritora, novelista sólida, me ha contado su dilema, que vive con una mezcla de tristeza, rebeldía y agotamiento: si sigue escribiendo según su deseo, eso significará tal vez la incomprensión y el rechazo de algunos. Le he recordado a aquel Woody Allen donde huía de personajes reales que querían matarlo después de leer su novela. Un escritor escribe de cosas que le duelen y que pueden doler a otros. Transforma esas historias en otras, donde la estructura manda sobre la realidad, donde la propia verdad, la verdad literaria y simbólica, prevalece sobre los hechos reales. Algunos no lo comprenden ni lo aceptan. Pero un escritor tiene que seguir su necesidad y su deseo. Aunque eso suponga pelearse con quien sea. Claro que se puede posponer... sobre todo, hasta encontrar la distancia necesaria. Para mí, lo único importante es el resultado literario, si es bueno, todo está justificado. O casi todo. Lo dijo Faulkner en las entrevistas del Paris Review: un escritor debe ser implacable.
Me gustaría escapar, irme a las palmeras con playa desierta que dibuja Nmp en una ilustración preciosa y sutil, que me ha mandado para saber mi opinión. Pero me contentaré con pasar la semana santa por aquí, sin gestiones, sin llamadas de trabajo, ensimismada y viendo sólo a algunos amigos urbanitas.
Para consolarme pongo la portada de Van Dongen de una de mis ediciones de Proust. Sólo mirarla es recordar la impresión primera que tuve al leerlo. La atmósfera asfixiante del encierro al que se sometía Albertine. Su magnífica explicación de los celos (la suya y la de Colette en Le pur et l'impur! Y el libro de Deleuze Proust y los signos). Ya sé que hay gente insensible que nunca pudo entrar en Proust a quedarse y yo casi lo prefiero: lo he dicho alguna vez, ¡algunos libros preferidos casi prefiero no compartirlos!

24 comentarios:

nomesploraria dijo...

Estic segur que no caldrà que passin festes perque tot millori. Ja ho veuràs.
(La pintura de Van Dongen... marededeudel'empenta!)

Belnu dijo...

Gràcies, Nmp. Tu fas que tot millori

el objeto a dijo...

a veces es genial hacerse prisionera de los quéhaceres, de las palabras pendientes por leer o escribir, y en cambio hay veces donde uno necesita dejar las cosas detrás, salir dando un portazo y dar un paseo sin rumbo ni destino premeditado,
tal vez lo mejor sea tener el tiempo para alternarlo, para jugarlo, para pasar de una cosa a la otra y saber que todo es casi parte de lo mismo, como en una banda moebiana en que se pasa de un lado al otro andando por el mismo borde

o poder contar con algún espacio mágico, como tu cueva de alibaba donde guarecerse, viajar sin moverse, recibir amigos, llamadas o abrir las ventanas a la primavera

alcemos la copa, y brindemos con vino de arroz, en esta noche, bajo los bambúes

Belnu dijo...

Sí, sí, portazo y brindis con vino de arroz entre los bambúes!!!

Dante Bertini dijo...

las leo y me las imagino atrapadas entre coloridas cintas de moebius, bebiendo vino de arroz entre los bambúes, pequeñas como pulgarcitas, juguetonas como esos frijoles saltarines que alguna vez alguien me regaló pidiéndome que se los cuidara.
y esa niña mala -egoísta como un perfume en frasco pequeño o una revista de tamaño excesivo- guardándose los mejores libros para ella sola.

Anónimo dijo...

cuando hablo en plural me refiero a las dos primas nada primarias.

Belnu dijo...

Ja ja, Pulgarcita fue mi primer cuento! Siempre me gustó. Huía de aquel sapo y aquel topo (tan "nostrats") y se iba a lomos de la golondrina a un jardín hippie... Yo pensaba que vivía en la madriguera del topo con las brujas macbethianas y claro, algún pájaro gigante tenía que rescatarme...

Belnu dijo...

Lo entendí, Cacho, pero gracias pro la precisión...

nomesploraria dijo...

la portada és preciosa!

JesúSerrano dijo...

Si la incomprensión y el rechazo suponen no vender (no vivir del trabajo personal), entiendo el dilema de tu amiga: hay que comer todos los días. Recuerdo la penosa recopilación de algunos artículos de prensa de Miguel Delibes, que él mismo titulo "vivir al día". Es una muestra de lo que algunos han tenido que hacer para poder hacer lo que querían. Parafraseando al Forges, lo bueno de eso es que yo qué sé.
saludos

Belnu dijo...

Gràcies, Nmp, jo també ho penso... les sabatilles a terra, la sensació de son, els traços de la figura femenina...

Belnu dijo...

No se trata tanto de no vender como de un hipotético silencio en lugar de reacción. No se trata tampoco o tan sólo de tener con qué comer sino de que un escritor, si es de verdad, tiene que escribir de lo que le corroe, obsesiona, entusiasma, odia... tiene que escribir de lo que vive, de su desolladura. No incluyo a escritores de género que sólo cambian los elementos de una fórmula repetida. Ni a escritores que no necesitan un nuevo desafío, un new beginning como el de T.S.Eliot. Sólo escritores de verdad. Y a veces, esos escritores también tienen que poner su novela en un cajón, lo cual duele y desconcierta, hasta que llegue el momento de sacarla. Pero antes han tenido que escribirla.

Belnu dijo...

Otra cosa es que además, tengamos que traducir o hacer crítica literaria o escribir tonterías con seudónimo como trabajos alimenticios. Pero eso es otra cosa distinta de la que yo hablaba, que no excluye la obligación para con uno mismo, para con el propio quehacer literario, de contar la propia verdad, por espinosa que sea, con la máscara que se pueda o sin ella...

JesúSerrano dijo...

Planteado en términos de ética profesional, el asunto, aunque más complejo, tiene una solución sencilla. Tú misma la planteas: Mostrarse implacablemente fiel al "código" o esperar tiempos mejores.
Afortunadamente, vuestra ética os ofrece esa segunda opción, aunque resulte dolorosa. Otros profesionales no tienen tanta suerte.
Saludos.

civisliberum dijo...

Debe ser complicado efectuar una traducción con agobio de tiempo. Al igual que en el oficio de escritor, la traducción debería tener un espacio tiempo indefinido y que la misma se hiciese frente a la sensibilidad en lugar de frente al reloj.
De todas formas por semana santa dada la excelsa tranquilidad de BCN es buena epoca para efectuar trabajos.

Belnu dijo...

Pese a todo es una decisión que duele y desconcierta, Qz. Yo la tomé una vez y me quedé sumida en una perplejidad paralizante: tardé tiempo en volver a escribir...
Sí, Civisliberum, yo sueño con esta semana santa para poder escribir y leer y pensar, pero hasta traducir se hace mejor sin presión telefónica e institucional...

frikosal dijo...

Eso de las obras en el piso de arriba, si además tienes trabajo que requiere concentración, suena a castigo tipo Prometeo o Damocles. Me solidarizo totalmente.

Un ordenador portátil suele ir bien, a veces es mejor el ruido uninforme de un bar que el martilleo. No creo ni que oyeran la música.

Belnu dijo...

Sí, tienes razón, Frikosal, si la cosa persiste tendré que volver a emigrar, pero necesito enchufe!
Para rematar han llamado y entrado ocho veces a mi (alquilada) casa porque por mi terraza pasan todas las conducciones. Al fin les he dicho: Oigan, yo estoy trabajando, cada vez que vienen me interrumpen, así que concentren las visitas, no puedo estar abriendo la puerta todo el día. Ellos, claro, me miraban atónitos. Pensarán que mi trabajo consiste en limpiar los cristales o limarme las uñas.

Anónimo dijo...

linda portada!

Belnu dijo...

Sí que lo es, Ed. Cada volumen de los 7 de la Recherche en esa edición de Folio tiene su portada de Van Dongen, pero ésta es mi favorita. También el retrato de Proust suyo es bien bonito, y aquella morena de los ojazos que puse por aquí...

Anónimo dijo...

Respecto a tu amiga, cuantas veces se puede equivocar uno?
Haberles puesto mejor música de Mompou o Satie para hacer cesar el ruido. Me vuelvo a acordar de José Hierro, cuando decía que era mejor escribir sobre tonterías que le importaban a uno, que sobre temas del momento, si eso es lo que uno quería.
Faulkner: más que implacable, yo diría que honesto con uno mismo y con la literatura,Y pienso que cuesta entrar en la atmósfera axfisiante de Proust ...
impromptu.

Belnu dijo...

A mí no me costó entrar. Impromptu, sólo me costó salor. Al acabar La recherche sentí desaliento de no poder seguir con aquella voz y de que el autor estuviera muerto y no pudiera ir a hablar con él.
De acuerdo con la honestidad (implacable) de F. ¿Leíste Miss Zilphia gant? Y Luz de agosto?

Anónimo dijo...

Supongo que necesitaría otra vida o varias para entrar en otros escritores, sin embargo, en otros pintores no me cuesta entrar. Y los hay con interesante vida y obra, y su explicación del mundo. ojearé tus recomendaciones.
impromptu

Belnu dijo...

Hay que seguir el propio deseo y las afinidades, ¿no crees, Impromptu? Yo siempre se lo he dicho a mis alumnos, que abran la primera página y sólo sigan si sienten el impulso de seguir. Hay libros que tienen un momento y otros no lo encuentran nunca, pero como hay tantos (como artistas, unos nos llaman, de pronto, otros no nos conmueven) y el tiempo es limitado, podemos elegir.