No sé cómo volví a verme atrapada en una traducción de urgencia, con una insólita carga secreta y confidencial, y sorprendida de mi permeabilidad empática a lo que traducía y al deseo imperioso que se desprendía de sus autores, en una tentativa de convencer al destinatario, que no era yo, que me arrastraba a apoyarles trasladando sus palabras a otra lengua. He forzado la marcha para acabar al fin y aún estoy agotada. Anteanoche tuve un sueño que ha dejado su estela vibrante. Era un sueño de imágenes hermosas y cargadas de contenidos simbólicos; sentí deseos de llamar a mi antigua psicoanalista para contárselo, pero supuse que estaría de vacaciones y me limité a escuchar las ideas de V. Un sueño con mar y naufragios y salvamentos, asociado a mi familia y mi niñez (siempre, en esos casos), con escenas repetidas de otros sueños, pero también claramente asociado a mi momento de ahora, a mi libro balcánico (entregado al silencio y la lentitud de los editores) acabado, a mi deseo de escribir y mis entretenimientos, y a otro deseo abstracto y rugiente, que sustituyo como puedo, pues se calma con la celebración física y la ocupación de la imaginación que supone, pero sobre todo y casi exclusivamente se sacia con la escritura, y que me desconcierta aún y no sé definir, por mucho que estremezca mi visión de las cosas.
Empecé a leer una novela de Peter Cameron para La Vanguardia y también me sorprendió verme atrapada por sus sugerentes personajes, excéntricos y llenos de vida y muerte, convincentes precisamente por esa presencia de lo muerto en medio de lo vivo. No me extraña que haya vendido los derechos.
Me siento tan feliz de haber acabado esas traducciones, tan libre, imagino unos paseos por la ciudad, exposiciones, incluso un retorno al abandonado cine, o una peregrinación a la playa urbana con una amiga que vive por allá abajo. Un amigo me invita a un bosque en la Garrotxa. Es como si las vacaciones fueran a durar. Como si... También es esta luz. Imagino que, cuando vuelvan todos y yo acabe un texto pendiente, me iré tal vez a algún lugar del sur de Francia. Tal vez pueda escribir por allí mi conferencia. Revisitar lugares que formaban parte de mi adolescencia. Tal vez... "¿Cuándo nos vemos?" me preguntó la viajera Slavenka Drakulic. "Ahora que has acabado tu libro, irás a alguna parte..." "¿Pero dónde tendré que ir a verte?", le pregunté yo, riéndome. "Si no paras..." Slavenka se iba a una feria del libro de Leipzig, pasando por Zagreb y por Estocolmo (o Viena, para ver a su hija y a su marido) y luego proseguirá su viaje por las ex repúblicas soviéticas para su nuevo proyecto de libro. Yo aún no sé. Tengo que escribir mi conferencia de abril (de traducción), otra de mayo (mesa redonda de bloggers), otra de junio (Natalia Ginzburg, again) y otra de julio (Literatura y psicoanálisis. Memoria). Ojalá esas conferencias me permitieran vivir sin traducir, sólo escribiendo y leyendo... Se ve que mi estación favorita del año me hace soñar, despierta y dormida...
Leo de blogs que se traducen al papel, de blogs que encuentran sus lectores antes de que ningún editor haya apostado por ellos. Yo siento lo mismo. Esos trescientos o cuatrocientos cincuenta o setenta lectores diarios, silenciosos, que se hacen visibles en el email o la calle, que me dicen "te leo", son lectores a los que he accedido directamente, sin ayuda editorial. De vez en cuando miro el contador, comparo los números, compruebo que siguen ahí y vuelvo a sentir la vieja pequeña oleada de felicidad victoriosa.
Me gusta mucho esa foto de G., la atmósfera de la habitación de Paula, la luz, el orden de las cosas, la mirada de G. Me da la sensación de que hay algo narrativo y poético en sus fotos. Dos expertos las han elogiado y yo me alegro. Creo que G. necesita y merece esos estímulos, que apenas ha recibido de sus profesores en otros ámbitos, extrañamente, a pesar de sus talentos.
9 comentarios:
Tu vida agitada. Sístole y diástole. No dejes de latir...
Un abrazo
(Hermosa fotografía, es cierto. Tiene el vago hechizo del despertar, la tristeza de su inmediato desarraigo...)
Oh gracias, J! Tampoco tú dejes de mandarme tus comentarios, siempre inspiradamente sintéticos. Y sí, esa atmósfera matinal, a la vez esperanzada y melancólica está en la foto.
Es una composición que apetece dibujar. Es muy pictórica.
He soñado con un accidente de coche y no me ha gustado, mejor soñar con naufragios.
Hoy no ha sonado el teléfono, que paz.
Es verdad que parece un dibujo, Nmp...
Y en efecto, mejor el naufragio, eran tan bonitas las imágenes!
Y hay silencio, sí, silencio general, aunque yo sigo viviendo con los obreros de arriba, que saltan a mi terraza cuando quieren, y siempre me pillan de improviso en mi habitación
uy, quina "fotu" + maca....
Gràcies, Montserratona, li diré a l'autor que passi per aquí i miri els comentaris. Fa fred a Brussel·les? Almenys hi ha un govern...
Sí, la foto es preciosa, la habitación, transformada por la luz y la mirada del autor, me hace pensar en esas otras dualidades entre las que existimos, entre sueños y vigilias, entre lecturas y vivencias, entre trabajos y paseos, conversaciones y silencios,algo fluye en los intersticios, entre la realidad y el deseo (gracias cernuda) está esta imagen de Guillermo, suspendida, que palpita
Qué bonita y lograda descripción de la magia de esa foto, yo apenas tenía palabras para decirla...
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