En medio del frenesí de traducción de esta rentrée histérica, donde todo son prisas excepto para pagar, lo cual ya es el síndrome habitual de este país (creo recordar que Zapatero prometió ilegalizar esa práctica de pagar a los colaboradores a sesenta y noventa días, algo que mata a los escasos y sufridos traductores capaces de vivir de este oficio imposible por estos lares), y en medio de más escritura de blog, tuve sueños en los que me dejaba robar. Me costó poco, gracias a la rápida sugerencia de la sabia V, comprender de qué trataban esos sueños, trataban del blog, de mi entrega de esta escritura al vacío, gratuitamente, de la desvalorización que supone, escribir gratis, escribir sin editor, sin venta, sin críticas, permitiendo un hocicamiento sin reconocimiento alguno, y con mi incapacidad para buscar patrocinadores, algo que aplazo constantemente (lo propuse a un editor y a un vendedor de árboles, ninguno de los dos quiso, y yo no me recuperé de sus negativas, me sentí como si pidiera limosna, y ya no volví a proponerlo) y si no me decido a reintentarlo tendré que dejar los blogs, a pesar del azufaifo.
Mientras traducía, me dolía la muñeca y el brazo, con los signos del síndrome metacarpiano, del ratón, pero dejó de dolerme mientras le daba forma a un cuento, gracias a una asombrada amiga escritora, que en una lectura de mi material en bruto, analizó rápidamente de qué iba el cuento y dijo: falta esto y aquello, deberías trabajar esto y lo otro. Y yo, que como ya dije, escribo a ciegas, y sólo después, mucho más tarde sé de qué van mis cuentos, de qué quiero escribir, porque necesito escribir como si soñara, sumida en una ensoñación, en una semivigilia necesariamente silenciosa, escuchando misteriosas voces internas, me sentí tan agradecida al leer su email tan rotundo que abandoné mi idea de irme a comer fuera y me quedé aquí, amarrada al duro banco, y puse manos a la obra, y el cuento empezó a tomar forma, como la masa del pan, mágicamente.
Tal vez mi amigo escritor serbio me dirá que ese cuento está demasiado informado (como el corazón de Bettelheim), que hay algunas explicaciones que sobran, pero ya es un cuento largo y está tan cargado (cuento de adolescencia, de recorrido vital, de extrañamiento, de conjunciones) que para dramatizar o mostrar también esas cosas debería convertirlo en novela. No lo sé. Mi amigo serbio es el crítico más duro que tengo, es implacable como aquel entrenador ruso (Snoopy) de la patinadora Peppermint Patty, que sólo refunfuñaba de modo incomprensible (aunque en la exhibición final lloraba de emoción con grandes sollozos). Mi crítico no llora y yo tengo que sobrevivir a sus comentarios despiadados, "¡No puedes hacer esto! ¡Así no! y me propone que suprima esto y aquello, y yo me niego ¡NO! ¿Y para qué lo quieres? Y yo descubro así mis razones: lo necesito para decir esto o aquello... Y él: Bien, ¡pues dramatízalo! Y también: Por primera vez me parece estar hablando con una escritora... (Y yo: Eso ya me lo dijiste con el cuento anterior). O bien: Éste es tu primer cuento con forma de cuento... Pero la verdad es que me ayudó a pulir, podar, cortar y hacer esenciales mis cuentos. Una vez me propuso cortar un trozo y de pronto, mi historia casi didáctica... ¡se convertía en Chalamov! Qué vertigo ser sintética... De pronto entendía a Giacometti, a Allen, a los minimalistas... Yo, tan abarrocada, repetitiva, pesada, tendente a expandirme, convertida en algo económico y esencial.
No todos los escritores sirven como críticos. Una vez, un poeta me confundió tanto que logró que mis intentos de poemas se licuaran, diluyeran, deshicieran... Me dijo también: "Son demasiado narrativos, no sirven", y sus siguientes poemas eran así, narrativos. Pero él ya no recordaba haberme dicho que eso no podía hacerse... Nunca más intenté escribir poemas. Otros proponen cosas suyas, inútiles: ¿Por qué no sale más este personaje? ¡Podrías envenenar y matar a F! ¿Por qué no unes esos dos cuentos? Otro poeta, que siempre me animaba con mis mensajes, cuentos y su gran entusiasmo, me dice siempre que La perfecció és feixista, y se opone siempre a ese rite de passe serbio, pero yo sé que él corrige lo suyo... Al principio me costaba meses recobrarme de las críticas serbias. Pero al final de Crucigrama, lo llevaba mejor. Casi me acostumbré. Incluso pude no hacerle tanto caso y luego oírle decir al final que al leerlos todos, como libro, adquirían sentido, incluso los dos o tres que no le habían parecido tan bien al principio. Y por otra parte, Serbia es un lugar donde me han publicado un cuento, con buenas críticas, hay cuatro más traducidos, pronto saldrá el segundo, y donde me han invitado a la Casa de Escritores de Cortanovci y a dar lecturas en Novi Sad y Belgrado. Y aunque eso está empezando a cambiar, allí, hasta ahora, la literatura era simplemente eso, literatura, y no contaban las razones de mercado.
Pero cuando ya le había dado forma a mi cargado cuento, tuve otra pesadilla, ya no de robos: yo era objeto de un oscuro linchamiento por una relación que tuve y ya no tengo, todo un grupo nos acusaba y condenaba y mi partner de entonces, a mis espaldas, intentaba defenderme(nos) tímidamente. Al fin yo decidía irme, pero mis acusadores me señalaban salidas que eran trampas y precipicios... al fin lograba saltar... Para ese sueño aún no tengo pistas, pero espero tenerlas mañana.
Y entre tanto, dos días en Cadaqués tal vez me ayuden, pour changer mes idées, como dicen en el pays gabache. He empezado a pensar que mis dos cuentos inéditos encajan entre sí, sin que me lo hubiera propuesto. Tal vez puedan hilarse de forma que... Echaré de menos este blog, si lo abandono...
7 comentarios:
buenísimo todo este resumen de lo que supone escribir, ser leído, entendido, comunicar, contar, limitarse, oirse y saber cuándo parar (y cuándo parar de oir).
lo de abandonar el blog es tan comprensible... a mí me pasa igual, se torna pesadillesco!
ojalá aparezca el patrocinador
Gracias, Edgardo!
Bien sintetizado por ti. Y a mí me gusta mucho este espacio, pero cómo mantenerlo? Es kamikaze... Y a mí me cuesta tanto venderme, no soporto decirlo, y si cuando el esfuerzo no sale a la primera, ya no pruebo más... Preguntaré al I Ching...
Para cualquier cosa que suponga un esfuerzo dejo que el dinero me motive y pongo pocos reparos. Para parecer menos materialista aclaro que quedan exentos los asuntos de familia y amigos cercanos. Para aspectos confundibles como propios de gigoló, como mínimo hay descuento. Gratis, gratis... la verdad, no se encuentra demasiado.
No sé, creo que no hablamos de lo mismo, yo no hablo de esfuerzo, para mí el blog es un espacio libre y eso me gusta, ningún esfuerzo, salvo el tiempo, y no tengo tiempo libre porque traducir roba todo el tiempo, así que para seguir aquí tendría que buscar financiación.
Yo escribo porque necesito escribir, la cuestión es dónde escribir y cómo encontrar ese tiempo sin irse a la calle por no pagar el alquiler, o si uno quiere que puedan leerle pasando las páginas de papel, si le importa pasarse la vida traduciendo a otros y guardando silencio, si necesita hablar y si es así, cómo se lo financia... Pero comprendo que mis monólogos ensimismados a veces no se comprendan.
QUIZÁS, QUIZÁS, QUIZÁS...está bien para una letra de bolero, pero no para la vida misma, mateixa, cotidiana...
lamentaría que lo deje pero entendería su decisión, siempre y cuando la haga feliz...
si no es así, será incomprensible.
Tiene usted razón, Cacho de Pan... ahora todos nos llamamos de usted, es un homenaje al Perdedor??
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