Ilustración: Arthur Rackham, Freya and the Cat
Ayer, mientras andaba hacia un encuentro con dos amigos, hacia abajo del Eixample, con esa sensación tan agradable de llevar botas (sandalias) de siete leguas en los pies, entre Hermes y el famoso Gato, una sensación placentera de recorrer la ciudad que sólo se produce a partir de s'hora baixa (cae el sol y decae temporalmente el ruido), iba meditando sobre mi tristeza post-no-beca, me preguntaba por qué esa noticia me había tocado tanto, y comprendí que se trataba de un sentimiento de orfandad, como cuando comprobé que mi padre me había abandonado materialmente, o que (mucho antes), no había tenido valor para defenderme del todo, y había preferido huir, no ver, no saber lo que ocurría cuando él no estaba. Una parte de mí aún lleva interiorizada la falta de fe y cree necesitar aún ese apoyo paternal-estatal-institucional-editorial, que alguien me restituyera la fe que me falta, que alguien demostrara con un gesto material que mi proyecto valía. Mientras fui estudiante, los exámenes me gustaban secretamente. No estaba bien decirlo, pero para mí siempre fueron una consolación, me demostraban mi valor con indicadores numéricos y siempre era una fuente de gratificación. Mi desconsuelo, al ver que no ocurre lo mismo con las becas, con esos rechazos para mí extraños e incomprensibles, precisamente porque se hacen eco de mis voces negativas internas (la mirada desaprobadora de mi familia en la infancia, que me llevó a asumir una culpa y un castigo crónicos sin saber nunca por qué o cómo podía ser yo culpable de un accidente ocurrido mientras yo estaba aún en el vientre materno, y sin embargo, la acusación era unánime: yo era culpable y todos tenían derecho a atacarme impunemente; por eso años después pude reconocer como mía la atmósfera del Castillo), ese desconsuelo me hace detectar una parte de mí, pequeña y oculta, que aún exige una compensación, un empuje, que no se resigna a su perenne orfandad, que se obstina en no tomar del todo las riendas. Racionalmente sé que sólo si logro recoger a esa parte pequeña e integrarla en mi voluntad de hacer, podré acabar mi libro balcánico y seguir con mis otros proyectos, aunque sea a costa de más sacrificios materiales o de renunciar a este blog. Si en septiembre no logro ponerme a buscar patrocinadores, colaboradores afines, del mundo editorial o arbóreo, que acepten poner banners, y no los encuentro, abandonaré el blog, los blogs, y procuraré dedicar este tiempo a mis proyectos. Es mi decisión de hoy, aunque no sea irrevocable. Dijo Sir Vidia que llevar un diario siempre es un error para un escritor. Aunque hay magníficos escritores de diarios. Y hay que ponerse propósitos, aunque luego, como ocurre con Tolstoi, los diarios sean también enumeraciones de propósitos siempre incumplidos (en su caso de juicios severos e injustos, a la vista de lo que escribió).
Y ahora vuelvo a traducir, que estos días me resulta mucho más áspero, aburrido, saturador. Traducir es jugar con lengua, resolver un jeroglífico a veces, investigar y buscar, pulir las palabras y todo eso me gusta mucho, pero estoy ya cansada de decir lo que quieren decir otros, de vehicular sus ideas y de no tener tiempo ni espacio ni dinero para las mías. Y de las dificultades económicas que supone esa falta de reconocimiento a los traductores que caracteriza este país. Donde a un diseñador gráfico se le paga sin pestañear veinte veces lo que a un traductor, al que se le regatea. Donde hay que soportar no sólo que una institución pública congele las tarifas desde el año 2000, sino también que las bajen con el subterfugio del cómputo de caracteres. Y donde si alguien se queja se convierte en persona non grata. Donde pocos interlocutores pueden valorar el trabajo de búsqueda y corrección de los propios textos originales (a veces muy mal escritos, entregados sin corregir, descuidados, pero reconocidos y mejor pagados). O en cualquier caso, pocos agradecen o se dan cuenta del valor de ese trabajo, que exige saber de todo y buscar muchísimo, pero no resisten el impulso de presionar y presionar, y pagan a noventa o ciento veinte días, obligándonos a auténticas cabriolas para pagar simplemente el alquiler y el seguro de autónomos. (Curiosamente, un comentarista blogger vino ayer a mi otro blog, a decirme en tono amable, que nada me será dado y que sólo vale el esfuerzo. ¡Por si acaso yo lo estaba olvidando!). Por todas estas cosas, porque glamour ya no viene de grammar, es importante seguir con lo mío, aunque sólo pueda contar con mi propio apoyo y ese sea el primero y curiosamente el más difícil de recabar.
Matización posterior
Ciertamente, no puedo echar la culpa a esta ciudad de Dogville, a este desierto donde vivo, de lo que sin duda son mis propios errores, a mis hándicaps antiguos, a mi defectuosa niñez, a la mala suerte de haber nacido en una familia antihospitalaria. Todo eso, como en aquellas concatenaciones de malos tratos e infortunios que convertían al niño creado por Carson McCullers en un salvaje, está ahí, me llevó a equivocar los caminos, o a elegir siempre los más difíciles y sólo sirve como material de análisis, para separarlo con pinzas y aprender a vivir con ello. O también para ofrecerme a veces momentos de gran felicidad, de alegría inexplicable, de agradecimiento por poder comprender, por lograr cosas que parecían (al menos a mis ojos) imposibles.
18 comentarios:
Amén...
Entre la machacante y puñetera culpa, y el narcisismo mentiroso y saturante, tenemos que ir haciéndonos con nuestro pequeño y necesario espacio.
Un abrazo Isabel.
Lo del narcisismo mentiroso y saturante va por mí? Sólo pregunto.
Hay que seguir, hay que seguir. Solo en nosotros encontramos la fuerza necesaria.
Sí, esa es la clave
es un jeroglifico para el que seguramente sólo tú tengas las solución, qué es mejor hacer, por dónde tirar? y la respuesta será como una hexagrama del libro de las mutaciones, que nada garantiza y que siempre cambia. No estoy nada de acuerdo con ese comentario de que nada no será dado, y también pienso que el haber sido recibida por una familia poco hospitalaria en un mundo cada vez menos hospitalario debe hacer más difícil ese reconocimiento propio que nos ahorre la tremenda dependencia del reconocimiento de los demás. Desde el centro de mi jeroglífico, brindo con vino de arroz desde mi montaña solitaria por que aparezcan algunas respuestas pronto
Oh, cómo me gusta ese brindis con vino de arroz, que me recuerda a Li Bai! Lo releeré como terapia porque él, espíritu libre e intoxicado de belleza y senso, me consolará y me devolverá a mi sitio, fuera de esos tontos círculos antihospitalarios. Precisamente he ido a comprar unos librillos para las vacaciones y sabía que quería algún poeta chino, aquella poeta que citabas el otro día, dónde encontrarla, qué traducción? Necesito tu orientación!!!!
Sólo respondo:
Has acertado, se trata de una reflexión con respecto a todos nosotros. Me identifiqué con tu escrito y surgió esa frase.
Ah, empezaba a preocuparme, ja ja...
la vida da más palos que dádivas, eso lo sabemos. Como sería sacar de los pequeños/importantes aciertos la fuerza para seguir? dejando cosas al azar, quizás? Has pensado en vivir de la traducción trabajando para otros países europeos, que pagan mejor? podría ser una posibilidad...La experiencia me ha dicho que la paciencia no siempre es buena acompañante. Lo mejor? el apoyo de los que tienes cerca, en cualquier contexto. Y para adelante.
impromptu.
Gracias, Impromptu. Es verdad que cuando trabajaba para editores o estudios europeos -americanos, ingleses y holandeses- me iba mucho mejor. Pero venían solos, y dejaron de venir. El apoyo de los que están cerca es clave, en efecto. Y no engañarse: hay círculos cerrados de becas y concursos donde no admiten incursiones ajenas, no se juzga el valor del proyecto, no se lee siquiera, porque los "suyos" lo ocupan todo.
>hay círculos cerrados de becas y concursos donde no admiten incursiones ajenas, no se juzga el valor del proyecto, no se lee siquiera, porque los "suyos" lo ocupan todo<
El mundo entero funciona a base de círculos cerrados.
Interesante blog.
Y si no, que le pregunten a Putin!
Gracias, Bartomeu
que vertiginoso, cuantas postales en una lectura
Sí, pero no es así el hilo de los pensamientos en un monólogo? Errático tal vez, múltiple, repetitivo, difícil de seguir, por eso algunos necesitamos un poco de feed-back para seguir pensando de una forma más abierta y sistemática... Otros, por sorprendente que parezca, no escuchan ni leen realmente a nadie.
Bel
cuantos dias!
siento que estes
algo huerfana
entiendo esa sensacion
se que es un espejismo
y a la vez una huella
a hierro candente
las becas es cierto
que estan mal repartidas
y los repartidores
son autoautistas
en su grup
grup...
quizas otra cosa
mejor apareciera?
vas a ibiza?
que bien!
sueño con ibiza
y esa casa
y añoro a los amigos
estuve muy ocupada
intensidades
profesionales
y ahora mas
vaciada
solo esperando unas
fechas para algo
de grabaciones
entonces vuelo
vuelo
y llego con suerte
a santgervasi
a las voces
de los muertos
con los vivos
a mi voz
de aqui
y a el resto
de esta ciudad
que debo reinventar
en una nueva deriva
posiblemente
poble nou
o barceloneta
interior solo
quizas poble sec...
y las empinadas calles
a la falda de montjuich
I miss you
Hola, querida Blancanieves, yo también te echo de menos, y me he acordado de ti. Sí, voy a Ibiza, iba de anacoreta y resulta que la casa estará bulliciosa, con pájaro chino y big family, espero que nos ajustemos bien y sobre todo, espero que mi embarcadero siga solitario esperándome y yo pueda llegar con la bici y el candado sans soucis... y que logre hacer todo lo que tengo que hacer en esos días... y qaue recobre mi capacidad de escritura out of the blog y logre vencer ese sombrío hipercriticismo que me ha vuelto con la orfandad. Los amigos me animan. On verra bien... Cuándo vendrás? Yo vuelvo el 18 de agosto...
querida: no sé cómo he podido dejarla caminar solita por estas duras calles barcelonesas.
La he visto preguntándose por la yeta tan argentina: una forma nacional y muy extendida de joder al prójimo desde las sombras.
La palabra original era "jettatore", expresión napolitana que significaba casi lo mismo: gaffe o "productor" de mala suerte. Inclusive hay una famosa obra del teatro "clásico" argentino con ese nombre, escrita por Gregorio de Laferrere.
Ajá, así que el supuesto gafe inconsciente era en realidad sólo un enviado de la camorra! It makes sense... Me alivia verle por aquí, Cachodepan, el reverso a mis aprensiones varias, inquietudes que no enumeraré aquí... y qué silencio maravilloso en mi barrio, justo "antes de partir", que diría Li Bai...
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