Llego derrotada de la carrera de obstáculos que es viajar en estos tiempos. Cinco veces he tenido que abrir el portátil, colocarlo en una bandeja, en otra la funda con mi bolso, en otra la chaqueta y el chal, quitarme los zapatos, soportar ese manoseo con mecanismo-pretexto, pasar por cuatro controles de pasaportes, llevar el pasaporte a otra cola donde lo sellaban en Zurich, esperar antes de embarcar porque la policía suiza necesitaba copiar unos datos de los pasaportes y documentos de unos cuantos (en la ida descubrí que mi DNI caducaba) ciudadanos de la Unión Europea. Cuando se lo cuento a los serbios, me dicen: Imagina lo que te harían si llevaras un pasaporte serbio... ¿Pero de qué nos sirve estar en la UE? En Zurich, cuando recogía mis cosas, descalza, dando bufidos, y la agente me ha pedido mirar no sé qué del bolso, he dicho Oh, my god! y ella me ha sonreído, como si todo esa mascarada humillante y nazi que nos imponen sólo para lograr nuestra sumisión y reducir nuestros derechos y acostumbrarnos al maltrato y la criminalización del viajero tuviera gracia. Yo la he mirado con toda mi furia, y con estupor a un ciudadano suizo que también sonreía. Hay viajeros tan acostumbrados y sumisos que siguen todos esos rituales con actitud voluntariosa y auténtica destreza, sacando el ordenador, colocándolo todo en bandejas a toda velocidad... como niños en un colegio religioso y autoritario, que intentan demostrar al cura o la monja de turno lo buenos que son y cómo superan a sus compañeros rivales en un estúpido concurso de modales...
Antes, viajar era un auténtico placer, a pesar del cansancio. Ahora han logrado convertirlo en una pesadilla. Cuando al fin, después de todo un día de aeropuertos detestables (ya ni siquiera puedo apreciar el buen gusto y el lujo silencioso de los aeropuertos germánicos y suizos, mis preferidos, pues la policía es tan rigurosa y metódica como corresponde al resto), de la horrible y ridícula promiscuidad de los aviones, de los sucedáneos de comida, de la falta de tiempo, de las colas, del cambio de temperatura constante, de todos los obstáculos, la maleta aparece en la cinta y la sufrida viajera puede llegar a su casa, el agotamiento vence al alivio. En el aeropuerto de Belgrado, tuve que pasar dos controles idénticos de bandejas y rayos equis. "But I just passed another X ray control", le dije a otra agente, con la vaga esperanza de que fuese un error. "Security reasons", me respondió. "But why twice?" insistí yo. "This is Serbia!", me dijo ella encogiéndose de hombros, como si reconociera una locura particular.
Mañana haré la crónica de mi viaje a Serbia. Con links. Lo prometo... Incluso intentaré visitar los blogs amigos... Como anticipo, una imagen de un paseo que di por la orilla del Danubio, con una poeta japonesa y una serbia, en la primera mañana de Cortanovci... Y en el blog Polis, junto con otra foto serbia, mi texto de la Festa del Ginjoler...
Y aunque aparentemente no venga a cuento (pero sí viene, aunque sólo yo sepa por qué) una frase inspiradora, en la lista de psicoanalistas del librero de la calle Berlinès, Carlos Bermejo nos recuerda: "Definición Lacaniana de Ciencia = Paranoia dirigida. Es decir, que sería paranoia plena si el sujeto de la ciencia, exterior a su discurso, no la controlase mínimamente." Un pensamiento muy reconfortante para mí, if I may say so... Por cierto que el propio librero me recomienda un artículo de Agamben que se publicó hace tiempo sobre esos controles, lúcido y tristemente acertado. En aquel momento se refería sólo a la política de Estados Unidos. Ahora, se ha extendido a Europa. ¿Dónde refugiarnos? ¿Cómo resistir?
9 comentarios:
Ben tornada !
:)
Gràcies! Sembla mentida però sí... Ara, els virus dels avions també han vingut amb mi, tothom esternudava i tossia i es mocava, fins i tot va venir una mosca (i a ella no la registraven, potser portava plutoni? Potser treballava per als suposats terroristes? La vaig veure fregant-se les mans de satisfacció sobre el seient (m'encanta quan les mosques fan aquest gest...)
ai, aquestes fotos que m'envies tan petites gairebé no les puc veure... S'estan fregant les mans? M'agradaria molt veure-les més bé... I si ho has fet, FELICITATS, retratar una mosca "en train de le faire", tens la meva admiració
Sí que és veuen grans, que estrany que tu no ho puguis veure.
Ara sí, que boniques! Devia ser perquè les he mirat des de l'outlook, que és tonto
Sí és tonto, sí.
Ha ha... Per cert, haig d'afegir una anècdota animal al post serbi...
Curiosa imagen del Danubio, palabra idealizada como sinónimo de belleza y grandiosidad, me ha hllamado la atención la modestia de la fotografía.
bienvenida.
impromptu.
Gracias, Impromptu. En efecto, el Danubio allí es un río humilde, postcomunista, de vacaciones populares, claro que es un río histórico que atraviesa Europa, pero allí tiene ese aspecto. Y en Belgrado, en el cruce del Danubio con el Sava hay unos restaurantes-barcos, algunos más lujosos y otros populares, el otro día fuimos al Venecja, muy popular y muy agradable, con un ambiente de pueblo austrohúngaro y muchas variaciones de strudel
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