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jueves, 6 de noviembre de 2008

Imprevistos

Foto: Frances Benjamin Johnston, retrato sentada frente a la chimenea, vuelta a la izquierda, con un cigarrillo en una manoy una jarra de cerveza en la otra, en su estudio de Washington, D.C., 1896 (pongo esta foto en homenaje a Lydia Oliva, que me hace descubrir estas maravillas).
Este libro que ahora empiezo me arrastra a la calle (y con mi cutrecámara) y eso es en cierta manera un desafío o un desconcierto. Por un lado siento que me escapo y por otro... Aún sé poco de ese libro extraño y la impaciencia me ataca de pronto. Y al mismo tiempo, qué agradable sentirse acogida en un libro e irlo alimentando de pequeños fragmentos, ideas tentativas, exploraciones... sin saber.
Por otro lado, aún estoy preguntando a algunos, contados, editores, si quieren leer mis cuentos, siguiendo las recomendaciones de la experta librera y también una sugerencia del librero de la calle Berlinès (quien por cierto sigue extendiendo su actividad y ahora coedita el libro El secreto del cristal. Aforismos y desafueros de Gonzalo Suárez, junto con Anne-Hélène Suárez; he leído una cita magnífica y he pedido que me lo reserven).
En esta ocasión tenía que ir al Born, donde pensaba cumplir varias misiones: 1) visitar uno de los lugares de mi libro, registrarlo, pensarlo; 2) deshacerme de la maldición de Jacques Le Fataliste (que casi acaba conmigo ayer; de hecho no pensaba volver más a este espacio, y eso que ayer me visitaron 400 lectores invisibles: ¡Gracias a ellos!) con remedios recomendados por una amiga madrileña más espiritual que yo (de hecho cada vez se parece más a Rayo bendito, aquel monje budista de Tintín en el Tibet, que levitaba y tenía visiones; sólo que ella es guapa y "un jardín para sus amigos", como le dijo una vez una bruja en Ibiza que era como la hermana pequeña de Cher), adaptados a que por allí hay un templo hospitalario donde una vez me dijeron que siempre podría acudir a pedir ayuda; 3) comprar un saquito de Lung Ching; y 4) lo que saliera. Ese último apartado ha incluido hacerme con un chal indio de lana de esos finísimos que pueden salvarte de una pulmonía sin añadir peso al bolso (ni quitar demasiado a las arcas), y otro ha sido aterrizar casualmente en la tienda anticuaria hindú de JP, que acababa de volver de la India. JP es uno de esos vendedores que no quieren vender, personajes que yo colecciono metafóricamente. Tiene la tienda abarrotada y ya no le cabe un peine, pero observa con gran desconfianza a los que osan acercarse con ánimo comprador y temo que los eche sin contemplaciones, como aquel personaje de la tienda de discos de Nick Hornby. JP se había releído el Quijote y Anna Karenina en su periplo hindú, además de un Camus y no sé si algún Amitav Gosh. Dice que Anna Karenina es el mejor personaje femenino que hay en la literatura. Por cierto, me ha hablado de una novela de Camus que pasa en Bruselas, una historia llena de niebla, pero yo me temo que sea La chute y que se trate de Ámsterdam. Y es una lástima porque me la habría llevado en mi viaje a esa ciudad europea... Me encanta leer las ciudades mientras las visito, se duplica y distorsiona la mirada, se ven otras capas de tiempo... Yo le he hablado de mi fascinación por Le premier homme... Hemos seguido entre libros y conferencias. JP es hipercrítico y apenas le gusta nada. Me ha dicho que le interesó más o menos mi conferencia sobre Natalia Ginzburg (cuando me dejaba ir y transmitía mi pasión, dixit), pero no le gustó la de los Diálogos en el Jardín (No hay escritura sin memoria) porque cuando la gente que habla de sí misma se aburre profundamente. Es decir, no le convence el uso de lo autobiográfico como construcción -o como pregunta, que es mi caso, yo creo que mis cosas o algunas de ellas, mezcladas o recortadas, me sirven para interrogarme e interrogar, y para mí, esa double exposure suma cero, es decir, yo no siento que me exponga, sino que utilizo, construyo, tal vez deconstruyo... Pero él, a la que huele algo que podría sonarle personal o de supuesto ajuste de cuentas (yo procuro ajustar cuentas sólo con el tiempo, el fatuum o los posibles sinsentidos) se distancia y abandona.
Enseguida ha llegado P.A., un director de documentales amigo de J.P. que se ha unido a la tertulia. J.P. le ha criticado un texto académico suyo como introducción de un curso. Luego hemos hablado un poco de cine. P.A. hablaba de Vertov y al volver me he topado con un blog donde lo citaba con su nombre real. (JP hablaba de la región india de Orissa y al leer en El País a la vuelta hablaban de la violencia en esa región; he titulado Imprevistos este post y luego leo en el índice del libro que leo un capítulo titulado Imprevisto. Envío mis cuentos a un editor y al día siguiente otra editorial me manda un libro escrito por él, y me encargan la reseña de un libro publicado por él...; esas cosas pasan y yo ni siquiera puedo contarlas, sé que hay gente que las interpreta como signos, pero siempre recuerdo el delirio de un enfermo que decía: "Los suecos me miran en la playa, ¿sabes qué significa? que me van a dar el premio Nobel") tiene ya montones de películas que enseñarnos y un día de éstos tal vez convenceremos a la Belle Elaine para hacer un pase en su casa. Claro que ella, E., tendrá también material mexicano que mostrarnos, ya que acaba de llegar del D.F. y justo en plena fiesta de los muertos, y ella con su cámara de cineasta... JP no reconoce a la Ginzburg como escritora de primera (lo es sin duda), aunque le gusta, y PA se ha burlado de él porque afirma que "la fotografía no es un arte". Y con todo, parece que la fotografía apasiona a JP.Y rodeados y arropados con figuras de Ganesh, Lakhsmi, Vishnu, Hanuman, algunos Budas y tantos otros personajes de la abarrocada fantasía mítica hindú, con mis sillas favoritas ocultas tras otros muebles, colgantes, tobilleras, cinturones tejidos, dagas y cuadritos con esa plata bañada en oro que por lo visto vale un potosí, hemos hablado un rato hasta que ellos han cogido sus bicis y yo me he vuelto hacia el Ateneu, donde pensaba quizás encontrar a R, con quien hace meses intento (intentamos) quedar a cenar, pero es muy complicado. Hoy tampoco ha podido ser, y se me había hecho tarde para ir al CCCB a la expo china, donde estaba seguramente V., así que me he vuelto perezosamente a casa, pensando en leer a Isabelle Eberhardt para mi conferencia y a Natalia C para La Vanguardia y rematar con un episodio de In Treatment.