martes, 7 de febrero de 2012

El tiempo se escapa

Foto: I.N. Un hombre de nieve sentado en Hyde Park, 2012
También en Londres. Ayer me reconcilié con Waterstones, donde me refugié haciendo tiempo para ir a ver una horrible exposición de Hockney, gigantesca producción de mala pintura (IMHO), con sólo dos maravillosos cuadros de 1956 y unos carboncillos deliciosos. El mundo del arte es tan extraño e irracional... Yo había jurado olvidar esa cadena de librerías tras una experiencia triste en una de Bruselas, pero ayer en Waterstones encontré un tesoro para regalarle a ma cousine V., y un librero guapo, obsesivo, minucioso y lleno de humor hizo lo imposible por encontrar el primer volumen desaparecido. Y allí tenían el Kawabata que yo buscaba (recomendado por una misteriosa facebookiana) y que no quería leer en una traducción dudosa, y un Foster Wallace pequeño y raro que quise leer. Había sofás donde leer y reposar y tenían ediciones estupendas que sólo mi disciplina de hormiga de Figueres me  ayudó a no adquirir. También recorrí callejuelas maravillosas y atravesé esa plaza que sólo me recuerda a Joseph Conrad y su atentado en The Secret Agent. Anduve y anduve y anduve como la niña del cuento con su piel de asno. And she went along and went along and went along. Me sentía llena de una excéntrica felicidad inglesa. Al salir de la Royal Academy of Arts con la exposición de Hockney, donde había quedado con mi amigo, entramos al azar en varias galerías y tenían Matisses y Joseph Albers y otras maravillas en cualquier pequeña galería... Y es que Londres, digan lo que digan esos banqueros que amenazan con irse de la city a los países ahora interesantes desde el feo punto de vista financiero, sigue poseyendo una riqueza inmensa. Los alquileres son absurdos, surrealistas. Pero en pleno Old Bond Street, unos pájaros listos habían conseguido colocar su nido gigante (inmigrantes?), la única vivienda sin renta en el Central London. Un árbol... 
Hoy hacía sol, qué agradable sensación de Londres soleado en invierno... Hemos ido a ver ese museo loco y excéntrico de Sir John Soane, donde al entrar, a las mujeres nos hacían meter el bolso dentro de una pequeña bolsa de plástico y llevarlo así para no rozar o erosionar el mobiliario (!?). Se trata de una casa museo, situada frente a unos maravillosos jardines enmarañados, donde John Soane vivió, junto con su esposa y su perrita Fanny, y estableció que a su muerte la casa se convirtiera en museo, tal como él la había concebido. Abajo, la biblioteca, el salón, las habitaciones pintadas de rojo pompeyano (por lo visto en su visita se llevó un fragmento desconchado como muestra), con algunos retratos familiares. El estudio y la bóveda, una locura de lugares abarrotados del techo al suelo de piezas, fragmentos arquitectónicos y escultóricos de Pompeya, Grecia y Roma, desafiando la gravedad y el espacio, con esculturas de Apolo, Hércules y Diana Efésida maravillosos y espejos que multiplicaban las imágenes y creaban un efecto orsonwellesiano e inquietante, salas de pintura con Canalettos, Piranesis y series completas de Hogarths, con inmensos portones que se abrían y desplegaban para mostrar más pinturas, bóvedas pintadas y esculpidas, tragaluces concebidos para iluminar zonas precisas. Una locura.
Luego, en passant, en la Soas University hemos visto una exposición oriental con algunos budas y libros hindúes interesantes. Cuando mi amigo se ha ido a dar una conferencia a una escuela de música, yo he ido a encontrarme con mi amiga Esther, artista establecida en Londres. Hemos quedado en la Serpentine, pero ella quería aprovechar el sol del día y el parque estaba esplendoroso, y hemos paseado bajo esos árboles gigantes, a la vez majestuosos y humildes, monstruos de belleza, esculturas terrestres, dioses protectores que los ingleses cultivan mientras en mi país los masacran, acuchillan, desprecian y talan con cualquier excusa, los políticos por dinero y la gente por burramia arboricida. Y así hemos descubierto al mejor muñeco de nieve de estos días, sentado elegantemente en un banco, y asediado por todos los perros, que amenazaban sus bonitas piernas orinando encima. Me ha recordado a un poema de Emily Dickinson. Y a un cuento que me fascinaba de pequeña. Y qué perrillos tan preciosos correteaban por el parque... Además de los elegantes y burlones cuervos, de los patos verdes, los pajarillos diminutos de pecho naranja o verde, las palomas que andaban o se posaban en el hielo de los lagos... Y después hemos visto la exposición maravillosa de Lygia Pape, artista brasileña osada que me ha recordado a Àngels Ribé, a Lygia Clark, a Helio Oiticica, a Les plages d'Agnès de la Varda y sobre todo a ella misma, con esa libertad y amplitud de lenguajes y medios, con esa capacidad para buscar un nuevo lenguaje para cada obra, en esa época inocente en que era tan fácil romper y revolucionar. Después, E. y yo hemos hablado de algo que queremos escribir juntas mientras comíamos. Y luego yo he iniciado una peregrinación infructuosa pero feliz y he llegado a casa, cuando de pronto me ha sobresaltado una alarma antifuegos que se ha repetido tres veces. Antes de salir corriendo abandonando mi ordenador, he llamado a recepción: me han dicho que repiten el simulacro todos los martes a esta hora. En fin...
Y ahora me queda poco tiempo. Soy feliz aquí. Sueño con presentar un curso a alguna universidad y quedarme, cuando G. se vaya a su Erasmus. O con ir viniendo a conferenciar. Me gustaría vivir en un lugar excéntrico, arbóreo y afín, y a pesar de la dureza de esta ciudad tan cara, a pesar del cielo gris y la falta de sol (por cierto que hoy he visto dos nubes rosadas del crepúsculo y casi me emociono; me he acordado de J.R.J y lo que contaba EVM) para mí, estar rodeada de belleza y esa libertad que da lo excéntrico, me compensaría. Oh ya sé que algunos lo detestan. En facebook, hay gente que me ha comentado horrorizada que no escogiera estos días tan fríos, o alguno que me ha insinuado cosas peores: como en mi país nadie sabe que existe la subjetividad, hay que explicarlo todo y eso acaba por agotar. ¡Qué falta tremenda de esprit! A mí me gusta estar aquí y me gustan los árboles y la historia, como a otros les gustan los parkings, la familia y el fútbol. Déjenme que yo decida dónde me gustaría estar y con qué quiero soñar. Aunque fuese imposible.
Luego pondré los links y más cosas, ahora me toca prepararme para ir a uno de los restaurantes que recomendó la sabia B.

7 comentarios:

nomesploraria dijo...

No t'ha agradat la expo de H.? Em sembla que exposa coses fetes amb l'ipad. A vegades fa coses no massa maques però continua sent un gran dibuixant. A mi el què més m'agrada són els seus dibuixos amb llapis de colors.

Ephemeralthing dijo...

La casa museo de John Soane es una maravilla. Los Hogarth ocultos detrás de los paneles de las paredes son sensacionales. Me encanta ese museo.
Placer leerte por lo que estás disfrutando. Aquí los comentarios en los foros de las webs de los periódicos por la muerte de Antoni Tàpies significan como el espíritu de la Modernidad pasó de largo en este país y nadie entiende lo que puede haber supuesto para el progreso de las ideas y la estética el haber puesto en cuestión los valores plásticos tradicionales.
Maravilloso hombre de nieve, por ejemplo.

Belnu dijo...

Gracias, Eph!!! Me alegra que te guste mi hombre de nieve, es maravilloso. Y esa casa museo es maravillosa... tan excéntricamente inglesa!
Este país nuestro es tan rancio, Javier, y tan desmemoriado...! Je t'expliquerai

Belnu dijo...

Nmp, l'exposició de Hockney és un malson, no t'agradaria tampoc a tu

Belnu dijo...

I no, no era res de l'ipad, era pintura dolenta, excepte els carbonets i dos quadres meravellosos de 1956

ed dijo...

y la foto que elegiste para el "hago lo que me da la gana" es genial

Belnu dijo...

Ja ja, Ed, ese muñeco de nieve era genial!