Foto: I.N., Mis pies en el Call de Girona, 2010
Fui a buscar a mi amigo seráfico al Museu d'Història de Barcelona cuando oscurecía y me gustó pasar por el claustro cerrado y la Plaça del Rei en sombra, húmedos y solitarios. Teníamos cita en el espai Brossa, donde Quim Lecina iba a decir algunas Cròniques de l'Ultrason. Yo temía no poder entrar, que no me gustara, porque es un texto que me encanta, fulgurante y que vibra con una voz imaginada cuando lo lees, la voz que yo le he puesto (sí que se nota que es un texto dictado), con esa mezcla de onirismo y autoironía tan especiales y esos paseos por la ciudad insomne y los alfabetos desconocidos que él descifra mágicamente y la mujer extraordinaria que mueve los ojos "com qui espargeix herba tendra" y esos ojos le cambian de color, y ella viene a buscarle siempre, pronuncia su nombre con las iniciales y le entrega "un pom de flors" y le llama a seguirla silenciosamente, sin dejarle hablar. Pero Lecina tenía en la voz y en los ojos esa misma simpatía burlona y flamígera del texto y fue toda una celebración. Antes había hablado un poco y muy bien Badosa, diciendo que había poemas de J.V.Foix que la gente debería saberse de memoria, aprenderlos en las escuelas y contando de sus cenas los domingos donde el poeta y de las ensoñaciones que tenía y de su agitada vida onírica, que siempre contaba, y ha dicho que hoy se trataba de celebrar a Foix, y así ha sido. Y luego Albert Roig, que hablaba precisamente de la ironía y de las distintas lecturas de J.V. en distintas épocas de la vida. Yo llevaba una flor rara que me había traído mi amigo.
Y al llegar a casa he encontrado primero a un vecino-amigo que escribe y habla en la radio, luego el ascensor estropeado y una vez arriba a la gata extrañada, con un misterioso malaise (ojalá no sea nada y se le cure con la noche y las caricias: la miro y la veo pacificada, recobrada su expresión de tigresa). G. se ha ido de carnaval y yo recuerdo antiguos carnavales, de menina con miriñaque o en teatrales monturas y me divierte recordarlos, pero no podría resistir ninguno, salvo en forma de recuerdo, escritura o ensoñación.
No sé si dije aquí que anteanoche empecé a reescribir un cuento viejo de Sarajevo del que tenía una burda versión de 2004. Al verlo pensé: ahora podrías escribirlo mejor. Y lo empecé. Escribí sólo tres páginas, luego me dormí y me desperté en medio de la noche, oyendo una voz muy familiar, una voz de siempre, que reconocí en seguida con una alegría muy precisa, una alegría exacta que sólo podía despertar quien me hablaba y los recuerdos iluminados y abstractos que suscitaba, pero al despertar no pude recordar de quién era, ni tampoco supe ya si la voz y su dueño existían en realidad o sólo los había reconocido de algún otro sueño antiguo, porque hay personajes que sólo existen en esa otra vida, aunque con mucha intensidad, y a veces reaparecen como viejos amigos.
Y mañana seguiré traduciendo.
4 comentarios:
A mí siempre me gustó Quim Lecina, seguro que estuvo muy bien,
y qué bonita esa idea de voces o personajes anónimos o desconocidos en los sueños, guardianes de nuestra intimidad e inconsciente, más allá de lo sabido, de lo decible, cómplices de toda creación
Ah, Objeto a, sabía que tú sabrías!
Y gracias por tu comentario luminoso!
está bien esa secuencia del ultrasueño foixiano y, después, la crónica de tu sueño, con ese personaje ultrareal e irreal a un tiempo: the other side is there, just there…!
Gracias, Álvaro, ya lo sabía Carroll, cuyo espejo sale también estrellándose en el ultrasueño de Foix!
Publicar un comentario