Foto: I.N. Escaparate del librero de la calle Berlinès, 2009
Hoy en el programa Philosophie de Arte tv, Raphäel Enthoven y Jean Claude Ameisen hablaban de la vida, desde la ciencia y el pensamiento, comparaban un árbol celular a un almendro de Van Gogh, hablaban del suicidio celular y la relación de la vida y la muerte, la continuidad de la vida a pesar o precisamente gracias a las muertes, mostraban que la ciencia no es jamás neutral, porque depende de la mirada del observador, de su posición, intereses y cultura, definían la muerte como la cesación de la vida interior del individuo (como conclusión a la cesación de toda actividad cerebral), hablaban de la necesidad de reinventar tout ce qui nous dépasse, etc. Y me gustaba esa voz profunda o arrancada a las profundidades de Amaisen.
Sigo leyendo (poco, aún demasiado poco) y maravillándome con esa Lengua absuelta de Canetti; anoche era Das Grab auf der Heide, La tumba en la campiña, ese lied que de pequeño le interpela y conmueve y escucha una y otra vez, con una emoción que no disminuye, esperando que cambie el final y que no fusilen al desertor, que ha explicado con tanta convicción sus razones, sin comprender por qué sus compañeros le acaban disparando: "Su muerte me resultaba inconcebible, era el primer muerto en quien yo confiaba."
También he visto en Arte un reportaje sobre una escuela internacional en Atlanta que reúne niños refugiados de todo el mundo, una escuela pública, con dificultades de presupuesto, independiente, acogiendo a niños muchas veces traumatizados, que han vivido experiencias de guerra, campos de refugiados, etc. Parece que sus calificaciones al salir no tienen nada que envidiar a las de centros prestigiosos. Y la idea de esa gente que actúa contra corriente, corrigiendo simbólicamente la dirección perversa y equivocada que parece llevar todo me produce un alivio difícil de explicar.
Incluso esos signos de que el intento de analfabetizar a la gente, la expulsión del pensamiento de las escuelas, la mercantilización reductiva de los programas universitarios, la reducción en la inversión en la enseñanza, la degradación de la educación, la mentalidad consumista que sólo valora lo material, a pesar de esa victoriosa burramia de gente aborregada y sumisa, fracasa en cierta manera y aparece un ansia de saber, de acceder al conocimiento perdido, a recibir orientación sobre qué leer, de llenar el vacío autrement o al menos redibujarlo, verse de otra manera, en otros espejos, y se multiplican las tertulias literarias (en UK son ya un fenómeno de masas, y en Francia empiezan a crecer, aunque con más nivel que las inglesas, tal como contaba Le Monde hace unas semanas), los cursos y grupos de lectura, o esos libros que parecen ofrecer el conocimiento al que no se accedió (El mundo de Sofía, y tantas novelas escritas por profesores) tienen tanto éxito o bien surgen centros como The School of Life de la que se hablaba hoy en El País, que intenta devolver a los alumnos la capacidad de reflexionar y de encontrar en los libros otra vía, otra vida, más allá de las frustraciones cotidianas del trabajo y las relaciones. En el fondo, todos esos parches y remedios sólo vienen a confirmar la necesidad de pensar y de leer, la necesidad del humanismo que se intenta destruir y que se ha desterrado ya de las universidades en este país, gracias a quienes realmente nos gobiernan, las grandes corporaciones que se reunieron para diseñar el acuerdo de Bologna.
Los libros (y el cine) consuelan también de las mentiras de la prensa, o las medias verdades, porque resulta irritante ser tratados como estúpidos y tener que leer las mismas distorsiones de las cosas. ¿Por qué cuando un experto economista dice que en España habría que bajar los sueldos de los altos cargos, los periodistas traducen "los sueldos" a secas? ¿Acaso se pueden bajar más aún los sueldos de los que viven con ochocientos euros al mes? Es como cuando se habla de bajar impuestos, ¿bajarlos a quién? Como si no fuera distinto bajar o subir los impuestos a las grandes fortunas que bajárselos o subírselos a los que viven ya en condiciones precarias. Esa ambivalencia deliberada siempre me pone nerviosa. Como cuando hablan de ruido en la ciudad y se refieren sólo a los bares nocturnos, como si el máximo ruido, el que más daño hace a todos, no fuera el estruendo diurno de las obras y el tráfico. Lean en Polis el artículo de Vicenç Navarro sobre las pensiones, donde desmonta esa falacia de la edad de la jubilación, demostrando que en este país, la esperanza de vida de un trabajador con sueldo mínimo se diferencia en diez años de la de un rico. Y otra vez la parte de Polis está invadiendo este blog, pero es que me pesa el mundo, me pesan los periódicos, me pesan las perspectivas negras. Hoy hemos tenido una comida de amigos y hemos hablado más de corrupción y desastres que de literatura y cine, y eso también pesa. Al salir de allí andaba por esa zona aún agradable del Ensanche, mirando las copas oscurecidas de los árboles y la magia de esas altas ventanas encendidas que parecen guardar un secreto, y he oído un repique continuado de campanas y me preguntaba si algunos acudirían a esa llamada buscando refugio de las mismas pensalidades del mundo que me asfixian a mí. Hoy me he atrevido a mirar el fin de mi contrato de esta casa y dice que llegado el día y sin necesidad de que me avisen, tendré que abandonar la vivienda dejándola vacua y expedita. Radical.
21 comentarios:
Está muy bien el artículo que reproduces en Polis, merece la pena leerlo. Ya hace años que decían que los fondos públicos no podrían soportar las pensiones, y que serían infinitamente más solventes los de la banca. Y hace poco, la banca en pleno se hundía, con pensiones y todo lo demás, y tuvo que ser el estado el que la socorriera. Pero a mi abuela ya la engañaron con un cuento parecido hace 40 años. Yo me he descargado un montón de programas de radio y vivo sin oír las noticias ni leer prensa ni nada. En parte es la técnica del avestruz y en parte es que he perdido la fe.
Lo comprendo perfectamente, Friks. Ayer vi la tristeza con que un amigo mío muy afín dijo simplemente "es que leer los periódicos...", no sólo por las malas noticias, sino por las verdades a medias, las mentiras. Y lo fuerte es que cuando se desvela al fin una de las mentiras no dicen: aquí nos equivocamos. Nosotros mismos estuvimos diciendo que había armas de destrucción masiva en Irak o que España iba bien o que había que desmantelar el estado del bienestar. Y nosotros qué? No tenemos memoria? Yo de vez en cuando me salto un periódico...
Sí, hay pensamientos negros que lo ensombrecen todo. La realidad es demasiado oscura. Si uno se para a pensarlo se paraliza. Más aún, su influjo hace que aquello que para nosotros resulta trascendente (un libro, por ej.) parezca incluso banal, pero creo que es en esa presunta banalidad donde aprendemos a pensar por nosotros mismos y a sentirnos libres, aunque no nos sirva para cambiar nada. Pero por algo se empieza. La primera parte de tu post da buena cuenta de ello. A seguir pues.
Un saludo.
Exacto, JML. Es una falsa banalidad. Como la de las células suicidas y el émerveillement de la vida que hay en la ciencia cuando no se entiende como dogma sino como algo abierto, como es el caso de Ameisen, que cita a Philip Roth o a Semprún para explicar sus teorías. Yo creo que en ese mundo otro está todo, así lo entendí cuando era pequeña y mi entorno era horrible, excepto el paisaje y los libros. Hay que seguir, aunque eso no significa rendirnos y dejar que esa gentuza se apodere de todo.
Fantástico artículo, Isabel, (y fotografía)magníficas reflexiones y sobretodo, ver que siguen habiendo personas como tu que siguen reflexionando sobre la locura de la sociedad y el mundo en el que vivimos, o intentamos sobrevivir, día a día.
Hace meses ya decidí dejar de comprar y leer diarios, apenas enciendo el televisor más que para algún programa concreto, aunque también lo puedo ver por internet. Creo que la televisión del futuro (presente ya) es nuestra pantalla particular, seleccionando nuestras páginas, y creo que esto tiene algo de hippy, esa libertad individual que al poder se le escapa de las manos. Por suerte.
Pero todos, o la mayoría, se sometieron a la imposición de la revolución tecnológica por parte de los grandes conspiradores del planeta a través de sus gobiernos, como muestra de "inteligencia superior" único futuro y "salvación", olvidando el espíritu, el misticismo, los valores humanos, aceptando el amor al dinero y al poder. Ahora ¿de qué nos quejamos? La sociedad ha participado en ese juego y estoy convencida de que muchos harían marcha atrás y rectificarían su comportamiento. Nunca es tarde.
La prensa no es el cuarto poder, como se ha venido diciendo, para mí, es el primer poder, el arma que utilizan los conspiradores para manipular al pueblo, periodistas incluídos, que se sienten más cerca del poder que del pueblo. Yo me retiré hace tiempo de esa locura de riqueza y poder de artificio, en cuanto empezó, he sufrido todo tipo de marginaciones y "moobings" inmobiliarios,como creo que ahora sufres tu, por no querer participar en ese sistema de artificio. Vendieron una gran mentira y la sociedad la compró, hipotecando sus vidas al propio enemigo impostor. Ahora nadie es dueño de nada ni siquiera de sus vidas. La única salida, para mí, es la bondad, la libertad de expresión, volver al "de nos a nos" entre nosotros, creer más en nosotros/as mismos/as y escuchar menos a los que creeemos, o creen, yo nunca los he creído. Dejar de estar pendienttes de impresentables hombres que se llaman políticos,negarnos todos a pagar impuestos abusivos, negarnos al sistema de consumo y dejar así de participar en este sistema criminal. Ahora todos se vuelcan por Haití olvidando que cada día siguen muriendo 35.000 niños que no pueden acceder a ningún alimento ni medicamento, a pesar de haber medios de distribución...
Y no pararíamos, pero paro, porque es una lucha diaria y una rabia que no debemos contener.
Así que aplaudo tu trabajo y valentía, tu reflexión e invitación a reflexionar. No salvaremos el mundo ni quizá a nosotros mismos, pero al menos, no sigamos alimentando el mal.
Salut!
Mil gracias por tus palabras, Eva. Es eso, al menos seguir utilizando los espacos que tengamos para decir lo que vemos, lo que no dicen los medios. Comprendo lo que dices; a mí me gusta mucho la idea de los periódicos de papel, me preocupa su desaparición, mi mundo era un mundo de gente ensimismada en periódicos, y aún escribo en uno de ellos, pero entiendo que la gente se canse de que las cosas que descubre y sufre a diario no se digan o se tergiversen constantemente en los medios y que nadie se moleste en rectificar.
Yo seguiré resistiendo por pura cuestión vital, de salud mía, porque si me resignase sin protestar ni decir, no podría dormir...
Ahora, cuando consigo pasar algún día en esa ciudad suya, suelo residir en el Ensanche (L'Eixample), concretamente en la calle Gerona. Así formo parte de esas altas ventanas, que encendidas, muestran alguna biblioteca fascinante.
Y no, no guardan secretos. Tan sólo son altas ventanas, encendidas.
Anónimo, no me ha entendido. Yo no tengo ninguna esperanza en los humanos que habitan en esta ciudad, ninguna. Pero a veces, las casas antiguas, y no sólo las del Ensanche, conservan el carácter de quienes las hicieron y habitaron, parecen alojar a viejos humanistas con sus bibliotecas, a gente mejor de la que en realidad las habita, gente informe y mediocre que sólo piensa en cómo llenar la barriga y acrecentarla, cómo llegar al párking sin andar, o en toda clase de productos materiales que comprará. Es gente que no tiene bibliotecas ni sabe lo que son los libros, ni les importa, o bien tienen simulacros de libros. Es gente que no sabe hablar, que más bien hace ruido y gente que ni pide perdón ni da las gracias; gente que prefiere tirar la basura a los jardines que a los contenedores, gente que prefiere el cemento y que pide que corten un pino centenario del patio porque las agujas de pino "ensucian". Esa es la mayoría de gente que vive en esta ciudad, gente que nunca se queja ni exige nada a sus políticos y que cuando ven a alguien que lo hace le dicen: Olvídalo, no servirá de nada.
Pero eso no me impide a mí soñar cuando paseo en días de fiesta, cuando para el estruendo de las obras, el que no molesta a esos habitantes.
Hasta que me canse y encuentre la manera de vivir al otro lado de la frontera.
Belnu, qué maravilla, dices "casa" y no "piso"!. Odio esa palabra, "piso", se ha vuelto detestable.
En un comentario anterior, ya que hablas de "hablar" de literatura y cine, decías que habías visto algo de Varda. Apenas he visto nada, pero hace poco pude sacar de la biblioteca "La espigadora y los espigadores", o al revés, y me pareció formidable. A las pocas semanas empezó a aparecer en la prensa, concretamente en La Vanguardia, continuos reportajes y noticias sobre los grupos de vendedores ambulantes que se concentran en los alrededores de Els Encants y otra vez con clara intención de estigmatizar. Me resulta repugnante la manipulación que se hace de esos grupos que "no encajan" con la estética y pseudomoral enano-burguesa que predomina en la ciudad. Vuelvo a dar gracias a Varda por su película y quisiera poder ver más.
Hoy he visto algo que también pone en evidencia la hipocresía, falsedad e incompetencia de nuestros administradores a propósito del affaire "Centelles": Aquí .
A pesar de todo: qué bella lluvia!
Sí, Eph, al menos al otro lado de la frontera si no tienen dinero para Guy debord, abren las vías del mecenazgo!
Sí, la lluvia consuela al azufaifo y hace que algunas de las basuras se deshinchen, tengo que volver a entrar, ya lo han llenado otra vez, cómo odia la gente los jardines! Son mutantes de alma de cemento.
Sí, sí, tienes que ver la segunda parte de Les glaneuses et la glaneuse y también Les plages d'Agnès, la última suya, y una curiosidad genial, el documental de Ydessa et les ours, sobre esa artista judía que reconstruye su memoria, su falta de álbumes familiares, buscando en mercadillos los ositos de peluches de fotos alemanas... una locura, pero al mismo tiempo maravillosa y la Varda se tira al suelo para filmar la expo... Varda es maravillosa. Les plages d'Agnès, bueno, ahí ella es libre y cuenta un poco su vida, la de los otros, su infancia en Bruselas, sus padres griegos emigrados, su partner bisexual que moriría de sida, su 68 en USA y cómo se ríe de sí misma... Lo que yo vi el otro día era una ficción y no me gustó tanto como los docus de los últimos años.
Y otro documentalista primo hermano suyo es Marcel Ophuls, el hijo de Max. Si no has visto sus películas te lo recomiendo
Y sí, piso es mejor a la argentina, para decir suelo, porque para definir el espacio que uno habita y que le expresa, piso es deprimente (suena al Pisito, ¿era Ferreri?), prefiero apartamento, a la francesa o anglosajona... o simplemente casa
Casualmente mi último post también habla de educación, de transmisión y de diarios, y me gusta hber encontrado un complemento de mis reflexiones en las tuyas. Por cierto que el otro día pasé por Fnac (prefiero las librerías más humanas pero esta vez tenía que canjear una tarjeta regalo...)para comprar tu último libro publicado y me comentaron que se había agotado, que traerían más y lo encargué... un abrazo
Ajá, ahora voy a ver esa entrada tuya, José. Gracias por la compra, aunque sea futura!:) Al menos ahora tienen mis libros también allí...
Es curioso. Yo no quería que mi comentario más arriba apareciese anónimo. Es más, no lo indiqué así, pero, sin saber por qué, así se publicó anónimamente:
<>
Escribí el comentario esta tarde, en la universidad, durante un seminario de Gemma Lluch (http://www.uv.es/lluchg/cas/index.wiki)
Y el caso es que, hasta ahora, creí ver que en su artículo era usted la que hablaba de "esas altas ventanas, que encendidas, muestran alguna biblioteca fascinante"
Sin embargo, al releer ahora en la noche, veo que usted ha hablado de "la magia de esas altas ventanas encendidas que parecen guardar un secreto"
Por eso recuerdo y le digo que:
"Sólo de quienes carecen de esperanza cabe aún esperar algo” (H. Marcuse)
Yo no sé si la he entendido o no al hacer mi comentario, pero mi biblioteca empieza a conformarse a la luz de una de esas altas ventanas de L'Eixample, según voy colocando libros y, desde esa habitación que acoge poco a poco mis libros, yo veo una preciosa biblioteca en la casa construida en 1899 que tengo enfrente.
En cuanto a mí y a los pocos que conozco y me rodean, no los veo informes ni mediocres, ni pensando en llenar su barriga o en acrecentarla. De hecho, C y yo comemos poco. A C le robaron el bolso en la noche del sábado (6). Fue un tirón violento a las once y media de la noche en el cruce de Fonallar y Gombau, y los jóvenes magrebíes que lo robaron corrieron veloces por el Carrer d'en Tarrós, lo cual sé pues yo corrí mucho detrás de ellos inútilmente, para poder recuperar el bolso de C, y si estuviera gordo en exceso no habría podido hacerlo según me han dicho.
Y no tengo parking, pues, cuando se me acaba el ticket, me multa una guardia gorda casi todos los días, una "mossa", y me pega en la carrocería unos triángulos rojos animando a que la grúa arrample con mi coche.
Y camino. Camino mucho y compro poco.
Y C también. Precisamente porque caminamos le robaron a C el bolso, justo cuando habíamos redescubierto el día anterior el Pla de la Garsa, en donde comimos muy poco y a C le sentó mal la cena.
En mi entorno, como le he dicho, tenemos biblioteca y sabemos lo que son los libros ("Oh dulces prendas"). Incluso tenemos cuatro libros suyos, todos los que de usted conocemos publicados.
Y hablamos suavemente y con dulzura.
Incluso gemimos.
Pedimos perdón, damos las gracias a la señora frutera del mercado de Santa Caterina o al camarero antipático de "Laie".
También reciclamos el papel, el cartón, el cristal y otras cosas. Usamos los contenedores situados en la calle, bajo las bibliotecas (la mía que empieza a vivir allí y la del vecino que observo desde mi ventana alta) y los árboles de aquí están fuertes y sanos y son muchos y dicen que son míos pues están en mi propiedad.
En suma, que yo creí haberla entendido, pero usted cree que no es así y ello me infunde tristeza.
Siento haber entristecido a alguien, especialmente a un lector, que no se parece a la horrible y desesperanzada descripción que hice ayer de lo que veo al salir de casa. Naturalmente todas las generalizaciones son falsas y a mí me alegra saber de las excepciones, porque a veces salgo de mi casa y sólo veo esos mutantes del cemento y la barriga y la basura que tiran allá donde van e incluso los jóvenes, que aun no tienen su forma, hablan a gritos y no dicen nada. Por eso me alegra que C. y usted sigan cultivando su biblioteca, y ojalá encuentren pronto camareros y fruteros más amables y C. recobre su bolso, y dejen de cortar árboles y paren al fin estas obras y se pueda leer en la quietud. Ahora miraré ese curso y muchas gracias por leerme. Los comentarios salen anónimos cuando no hay blog otro pero siempre se puede añadir un nombre o una inicial abajo. Creo que yo sí que hablé de bibliotecas imaginadas desde la calle, mirando las ventanas.
Pero ves como sí, las ventanas guardaban secretos? Todo ese comentario era uno
Es verdad que siempre hay un vacío, que existe. azaroso, según para quien, para cada uno distinto, mejores y peores vacíos. Alguien dijo, que prefería que la gente leyera malos libros a que no leyera nada. Pero eso es distinto de buscar a la literatura. Recuerdo que Joseph Beuys escribió, que entrando en la universidad era la única forma de intentar cambiar la cosas. Suerte en la conferencia.
iluminaciones.
Gracias, Iluminaciones! Sí, hay vacíos distintos y también actitudes distintas respecto a esos vacíos.
Joseph Beuys! A mí me reconfortaba ver algunas obras suyas del fondo de la Hamburger Banhoff, pero no sabría decir por qué. Me reconfortaba tal vez sentir que estaba aún en el mundo, con su actitud
Yo también practico la técnica del avestruz... qué caso tiene oir tanta noticia terrible sabiendo además que fue creada por los que tienen el poder, para de esa manera controlarnos maquiavelicamente a base del miedo...
Siento que estamos viviendo el 1984 de Orwell, donde Big Brother es en verdad la media....
Mucha suerte en tu presentación Zbelnu.
Gracias, Odette! Yo cada vez escondo más la cabeza también... Espero que alguien venga a lo de mañana, ningún amigo mío puede...
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