Hay un amigo que siempre me pide que sonría en las fotos del blog. Sólo pude hacerlo esta mañana delante de un espejo (porque si no, se me olvida sonreír, recupero espontáneamente mi self del Tristi fummo) y como no había mucha luz con la persiana medio echada, salió borrosa y no muy favorecida así nature, pero tal vez le hará gracia verla y quizá así ya no volverá a pedirlo.
He ido a recoger el permiso para la Festa del Ginjoler. Al bajar en la estación de los FFCC de Sarrià recordaba cómo era esa estación al aire libre cuando yo era adolescente y la decepción que me llevé un mediodía, al volver de la Autónoma y encontrarme aquel horror de cárcel embaldosada. Vuelve la canción. "Tú no tienes la culpa, mi amor, que el mundo sea tan feo... Vas por la calle llorando... lágrimas de oro..." Yo iba releyendo Villa Triste, de Patrick Modiano, que habla de plátanos y mimosas y palmeras y pinos y edificios destruidos y jardines ingleses. Empieza así: "Ils ont détruit l'hôtel de Verdun. C'était un curieux bâtiment, en face de la gare, bordé d'une véranda dont le bois pourrisait..." Me recuerda a nuestra casa del azufaifo.
Mañana, si todo va bien, veré los plátanos de Cadaqués, y esos árboles de indianos que no sé cómo se llaman. Y el domingo volveré (¡con unos interesantes argentinos de Ibiza!) para que no me pille la marabunta. Siempre que veo mimosas me acuerdo de aquel personaje de La regle du jeu de Renoir, que estaba obsesionado por sus mimosas...
Yo siempre digo que no tengo imaginación. Es decir, escribo autoficción, nada me parece más interesante que dar vueltas con lo real, mío y ajeno, imaginar la vida de un monje medieval en China me gusta si leo sobre él, pero en mi escritura no podría sostenerse, flaquearía. Si tengo imaginación, le doy otros usos. A algunos, la imaginación les sirve sobre todo para investigar asuntos de celos, torturarse y torturar a sus partners con posibles rivales, visualizar cómo son sustituidos. En la escritura, mi imaginación suele jugar en torno al "y si..." O "si en vez de...", como aquel libro de Paul Theroux, donde fantaseaba sobre su vida, alterándola sólo un poco para contar otra verdad más interna, menos objetiva. Yo maluso la imaginación en situaciones absurdas, por ejemplo, cuando hago la maleta: ¿y si... hace frío, y si hace calor, y si me invitan a una cena en palacio, o a una excursión campo a través, y si me paso el día en las rocas, y si me sobra tiempo y puedo leerme el libraco que voy a reseñar para La Vanguardia, y si me aburro y me apetece acabar con las piezas neoyorquinas de Maeve Brennan o con las leyendas de los árboles, y si me encuentro en un dilema y quiero echarme el Tarot o consultar el I Ching, y si en la panadería ya no queda pan de cuatro cereales y debería llevar el mío, recién hecho en casa, y si le llevo a mi anfitrión dos libros en vez de uno, y si quiero hacer fotos, o filmar...? Siempre pensé que los dioses no me habían concedido el don de la síntesis. ¿Pero entonces, por qué escribo cuentos y no novelas, como quieren los editores? ¿Tal vez sólo para no arriesgarme a tener éxito? El inconsciente siempre es loco, dijo mi antigua psicoanalista, y yo añado: siempre imprevisible y tortuoso en sus meandros...
7 comentarios:
Supongo que te apremia la realidad, lo inmediato que sucede, y sobre eso te obligas a escribir. Podría ser también una forma de vida. en el caso del escritor; escribe como vive? vive como escribe? no lo sé.
El otro día leí esto en un libro de Vila-Matas: "Quizá la literatura sea eso: inventar un doble. Ricardo Piglia dice que recordar con una memoria extraña es una variante del doble, pero es también una metáfora perfecta de la experiencia literaria. Termino de citar a Piglia y constato que vivo rodeado de citas de libros y autores. Soy un enfermo de literatura. De seguir así, ésta podría acabar tragándome, como un pelele dentro de un remolino, hasta hacer que me pierda en sus comarcas sin límites."
Sí, coincido con él en la enfermedad, yo siempre pienso que me revuelco en libros, que los libros me acunan, me ayudan a pasar el umbral largo de mi sueño, me despiertan y acompañan, y la escritura para mí es mi doble vida, esa enfermedad que decía lobo antunes, a quien sólo leo en periódicos, pero que está enfermo de escritura y sólo vive para eso: yo me he descubierto como él sufriendo por algo y pensando casi de inmediato: Esto podría aprovecharlo para un cuento? Cuanto más tiempo pasa, más gana terreno esa otra vida, ese doble
SÍÍÍÍÍ UN SOMRIURE! molt millor :)
Vaja, m'alegro que t'agradi, Nmp. Per cert, ahir vaig veure papallones a Cadaqués i una blanca i groga i humil però bonica se'm va posar una milèssima de segon sobre la mà. Quina visita especial
Sí, sempre son emocionants aquestes visites.
Me gustan mucho las mimosas, mucho, pero su olor... De muy pequeño llevé un ramo de mimosas chafado entre el cristal de la ventana del autobús i mi nariz. Me quedo su fuerte fragancia impregnada para siempre.
En aquella época y en mi colegio, los niños lavábamos a veces ramos de flores a las profesoras
Sí, los olores traumáticos o asociados a un mal recuerdo, como en mi cuento de El efecto García. Yo detesto el olor a lavanda y a lo quellaman colonia fresca. El olor de la Rottenmeyer que me torturaba...
dissabte vaig topar-me amb aquestes humilíssimes Lampides boeticus. Anuncien el final de l'estiu i son migradores. Com poden viatjar criatures tan petites?
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