domingo, 29 de enero de 2012

Me gustaría


Foto: I.N., Jardín botánico, 2012
J'aimerais, mi piaccerebbe... irme de aquí. Si encontrase una manera realista de mantenerme a flote al otro lado de la frontera o del mar, me alejaría de este país mío (Oh, que cansat estic de la meva /covarda, vella, tan salvatge terra, / i com m’agradaria d’allunyar-me’n, / nord enllà, / on diuen que la gent és neta / i noble, culta, rica, lliure, /desvetllada i feliç!) y sólo volvería de vez en cuando, a ver el sol y llorar por los árboles desaparecidos, por la costa destruida, por el cemento que todo lo aniquila. Dicen que en la pérfida Albión la industria sigue existiendo y los mercados no impiden que nada continúe, y sin embargo aquí todos los días se anuncian medidas que nos llevarán cada vez más abajo en el hoyo que nos cavan, sin cesar de talar y destruir y sin que nadie se rebele... (O sólo unas manifestaciones convocadas por los mismos que nos han vendido tan barato y a las que se atreven a asomarse incluso con sus pancartas  representantes del partido que empezó con esto). 
Hoy íbamos a ver por segunda vez lo de Miró, pero la cola seguía y T. y yo hemos dado un paseo por Montjuïc, por ese pobre abandonado jardín botánico (en destrucción, como toda la ciudad), que aún conserva algunos rincones, y cuando he mencionado que the evil Gallardón había anunciado el retorno de... T. se ha equivocado y ha dicho "la pena de muerte" y casi me da un vahído, y enseguida se ha corregido y me ha palmeado la espalda, comprendiendo bien mi malestar, y es que todos sabemos lo que viene después de la condena perpetua, y más en un país como éste, de gente tan sumisa que parece dispuesta a dejarse todo mientras le permitan seguir comiendo y viendo el fútbol. El caso es que no he salido de esta tierra cobarde y salvaje desde mi agosto serbio, y ya estaba sintiendo los efectos de la asfixia y la perspectiva de no salir más cuando mi amigo viajero, el mismo que hace un año me protegió de lo peor con su manto de música, ha venido al rescate, de modo que dentro de siete días me iré a la Pérfida Albión durante otros siete, aunque sólo sea por pasear entre esos árboles libres que crecen protegidos por la ley y dibujan alegremente sus formas contra el cielo gris, aprovechando que él aún vive allí, en uno de mis barrios favoritos, donde nadie amigo puede vivir ya, y que apenas le quedan semanas en ese estado. Así que me siento -aun en mis equilibrios para pagar el alquiler, aun en la sombra de esta pesadilla-, salvada. Tal vez, siguiendo el consejo pragmático de Patricia Highsmith en Suspense, pueda desbloquearme, poner la novela en otro lugar mental y seguir escribiendo, aunque algo de eso ha empezado a ocurrir ya. Decía la Highsmith (por cierto que tengo dos volúmenes de cuentos suyos traducidos y libres de derechos editoriales, si un editor quisiera comprármelos, puesto que quien iba a hacerlo cerró) que para romper el bloqueo conviene viajar y si uno no puede permitírselo, siempre puede coger un autobús extraño que se dirija a un barrio insólito para el empobrecido y bloqueado escritor. La cuestión es que un escritor y editor castellano mantiene un blog epistolar maravilloso y hace tiempo que me persigue para que publique una carta allí. Le recomendé que eligiera alguna de nuestro libro de cartas, pero nunca recibió el volumen y la idea no debió de convencerle: él quería sin duda otra cosa, más nocturna o quién sabe qué. Hace poco, antes de emprender un viaje peligroso, me escribió diciéndome que sentía irse sin mi carta. Y se ve que me llegaron sus palabras porque de pronto surgió el destinatario, alguien a quien yo quería hablarle mentalmente, pero ya no directamente, alguien de quien yo me estaba retirando. Y he escrito mi Carta a Luigi, que es una carta nocturna con todas las de la ley. Voy a mandársela hoy mismo a Carlos Morales, o mañana, porque no sé si es demasiado larga y si debería cortarla. Y de pronto, algo ha sucedido y heme aquí planteándome si aunar dos formatos y... En fin, creo que me vendrá bien huir, aunque aún me queda aquí una semana entera laborable y llena, demasiado llena de cosas. El editor francés sigue pidiendo información para mi libro La plaza del azufaifo. On verra bien. Y es que me cuesta romper con mi pobre novela sin tener noticias de ella, sin saber cuál podría ser su camino, si encontrará ese camino y si habrá un editor poderoso capaz de apostar por ella (pagando, no como un gracioso regalo mío que esta vez no puedo hacer) o si todos seguirán el modelo gubernamental de apostar sólo por lo que nos mata y en ese caso ya veremos qué haré con ella. Y seguiré escribiendo sólo a la espera de ser traducida y publicada en un país decente. Der Garten is im Abend. Anochece el jardín, dice un verso de Georg Trakl traducido luminosamente por Jenaro Talens, en un poema que me recuerda a la canción de Rammstein, con esa atmósfera que me resulta tan familiar, sobre todo desde hace un año, cuando M. soltó sus ataduras y se fue.
Hay otras cosas que me salvan aparte de leer y viajar y son muchas veces los amigos y las afinidades encontradas de pronto, al azar. El encuentro con el coreógrafo italiano Moreno Bernardi es una de ellas. Moreno y yo hemos hecho un proyecto y aunque el patrocinador primero se evaporó con la crisis, no cejamos en la idea de encontrar un festival o un productor que nos lo permita. Es una coreografía sobre la memoria y me gustaría mucho que pudiéramos hacerla. Por cierto que en los 5 minutos de entrevista en La Vanguardia Digital (no tenía idea de que tanta gente lo vería) no tuve tiempo de contradecirme y explicar mejor cómo el cine y la música también nos protegen de los horrores del mundo, de un modo distinto que la literatura, pero también definitivo. Y es que hay escenas y cierta luz de películas que vuelven a nosotros obsesivamente, como algunos poemas (ajenos, precisaba Jaime Gil de Biedma). Como esa luz de la primera película de Tarkovski que está en mi novela, aunque nadie más que yo pueda saberlo. Antes de irme al reino unido (y quiero decirlo en minúscula porque soy cada vez más republicana), tengo que pasar dos horas surrealistas enseñando (yo, vegetariana) a unas japonesas a hacer albóndigas por un módico precio. Fue V. quien me lió a ese trabajo e inmediatamente la Belle Elaine dijo que quería venir a filmarlo, pues encaja con un proyecto suyo conceptualmente genial y muy contemporáneo. Con lo cual la cocina de mi casa parecerá un poco el camarote de los hermanos Marx y esa idea me divierte aún más.
Pero tengo que dejarles ya porque se acerca mi hora de visita y quiero adecentar un poco mi espacio y preparar la bandeja del té... 
Acabé de traducir ese cuento tristísimo de Maeve Brennan donde una mujer que ha perdido a su bebé y que no logra ordenar sus pensamientos en palabras, ni puede hablar con nadie, ni comprende por qué los otros dan el hecho por pasado y terminado y aluden a la voluntad de Dios. Y ella está echada en su cama mirando siempre la lluvia y oye una canción celta que ya citaba Joyce en su Portrait of the Artist As a Young Man, con letra de sir Thomas Moore, y ve una manchita que se aleja en el horizonte y que ella tiene que seguir, puesto que es su bebé y ella siente que, como madre, lo menos que puede hacer es acompañarlo con la vista. Cada vez me quedan menos páginas, así que parece que efectivamente acabaré esa traducción un día de estos, aquí o acullá. Oh qué feliz me siento de poder irme unos días... G. se quedará con Rufus (ahora personificado en poeta eslovaco, Milan Rúfus (en esta foto hace honor a la belleza de mi gato), a quien voy a leer pronto, con la recomendación de Albert Lázaro Tinaut.

4 comentarios:

Albert Lázaro-Tinaut dijo...

Gracias por la alusión (de paso te hago saber que acabo de enlazar tu blog a mi TRANSEÚNTE EN POS DEL NORTE).
Eres una más de las personas de este país que sienten (sentimos) imperiosamente lo mismo que sintió Espriu en su momento, y desean (deseamos) alejarnos "nord enllà". Suelo practicarlo a menudo, es muy saludable, aunque cuanto más al norte, mejor. Pocas veces me da por ir a la pérfida Albión, soy más bien hombre de mediterráneos, aunque sean boreales. También me ronda por la cabeza irme por ahí unos días, más por necesidad de huir que por placer, pero aún no he elegido destino.
Triste tobogán de la historia este por el que nos deslizamos... Triste encierro en este pequeño mundo de ladrillo devaluado, aunque sea en compañía de un gato y otros poemas...

Belnu dijo...

Lo entiendo, Albert, ya sabes que a mí también me tiran el norte y el este mediterráneos, pero a veces también los excéntricos ingleses... Cada vez es más difícil todo y queda menos dinero para irse, pero yo lo necesito para airearme o me asfixio...

Anne-Hélène dijo...

Cómo entiendo esas ganas de "te dépayser" en el mejor de los sentidos ... de hecho lo vas a hacer pasando un tiempo en ese reino presuntamente unido, y pasarán los vientos de la Mancha por tu cabeza, llevándose el polvillo de cemento que cubre tus árboles mentales, dejándolos respirar y echar renuevos. Pero Bel, aquí tampoco dejas de echar renuevos y de provocarlos en otros a tu paso; en lugar de viento, y aparte del sol, están las amistades, las lecturas, la música, todas las manifestaciones artísticas incluido el cine -por supuesto- que a veces resultan poderosísimos en su mágica capacidad de llevarte a otra parte, de volverte la cabeza del revés, de limpiártela y hacerte ver el mundo con una mirada completamente nueva...

Luego te escribo por mail para lo de la novela y tus traducciones.

Belnu dijo...

Oh gracias, Anne-Hélène, llegas en el momento justo en que más necesitaba algo así, para recordar lo que tengo y no he perdido. A veces pasan cosas tan extrañas... En fin, muchas gracias por tus palabras animosas y tan oportunas!!!