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viernes, 15 de mayo de 2009

El azar de las cosas

Foto: I.N, 2009. El camino de entrada de otra de las casas que el ayuntamiento ha entregado a las mafias del cemento para su destrucción, calle Vico esquina Freixa. Han ido tirándolas todas, modernistas, novecentistas, años cincuenta, algunas con calidad arquitectónica indiscutible, otras como ésta con jardines de árboles valiosos, pero en este barrio enemigo nada está protegido, sino todo lo contrario. J me avisó para que la retratase antes de que caiga.
Ayer, a última hora, llegué tarde a una librería donde tenía que recoger un encargo. La verdad es que dudé si acercarme, aunque no estaba lejos, porque sabía que se acercaba el cierre. Al llegar, una chica rubia me hizo gestos implacables de cierre con los brazos, como aspas de un molino o la bajada de un paso a nivel. Pero ese error mío de aproximación a la librería ya cerrada permitió en cambio que ocurriera algo inesperado -something wild- que acabó barriéndolo todo. Hoy es como si hubiera pasado un huracán y yo ya no recordase nada, como si todos mis pensamientos hubieran desaparecido rodando, como las balas de heno en el campo de las viejas películas americanas, como las duchas que descontaminaban a Ursula Andress y a 007, o como la montaña después de las sacudidas de una tormenta eléctrica.
Pese a todo, antes pude acabar las páginas que me faltaban de un libro muy sugerente, Kafka y el Holocausto, de Álvaro de la Rica, muy bien editado por Trotta y prologado lujosamente por Claudio Magris, que se ha quedado lleno de páginas dobladas y pequeñas marcas con mis pensamientos. Su lectura no sólo de lo visionario histórico y filosófico en Kafka sino de su proximidad con lo sagrado es como un frondoso paseo, que a veces entra de lleno en ese universo hondamente melancólico y poético de K y otras lo rodea de su conocimiento iconográfico y antropológico de las religiones, significaciones semíticas, interpretaciones bíblicas, coincidencias asombrosas con los místicos españoles, conexión con la Rodoreda, y ese pensador libre que es el autor se permite escoger sin prejuicios y objetar a los estudiosos kafkianos y las teorías canónicas para apoyar las tesis de Nora Catelli, buscar la falta en la interpretación harendtiana (rozando la matización psicoanalítica), escuchar un momento a Derrida y avanzar en su propia visión -literaria y religiosa- de las cosas, sin olvidar que K nunca se interesó por ser comprendido ni interpretado, sino por ahondar en su literatura y sus metáforas con una espiritualidad particular. Parece claro que Kafka vio en cierta manera lo que vendría, lo que esperaba a los judíos (sus tres hermanas muertas en Auschwitz) y al mundo, pero por el camino se encuentran muchas otras cosas. Sólo el paso por En la colonia penitenciaria ha sido un mal trago para mí; por mis propias limitaciones de este momento vital y tal vez forever and ever. También está el interesante y viejo dilema kafkiano entre escritura y vida, en el que justamente andaba yo pensando e interrogándome (y del que tendría una respuesta repentina y brutal poco después, aunque sólo fuese fugaz y no definitiva), con muchos de los matices universales que se han planteado, así como ese momento para mí particularmente sugerente de acercamiento al texto brutal, poético, triste y simbólico que es Ante la ley, que siempre es una suerte revisitar, pese a su terrible pesimismo. Diría que me han dado ganas de volver a mis textos favoritos de Kafka, si no fuese porque temo romper el hechizo larguísimo de revelación y émerveillement que supuso mi primera lectura de algunos de ellos, y que nunca he querido perturbar.
Ayer, alguien de una librería vasca en Facebook (Zubieta/ Troa) puso un link de Si un árbol cae; me dijo que era recomendado en sus librerías y que tenían también La plaza del azufaifo.
Alguien amigo me escribe hablándome de disfraces y surge la idea de un cuento, aunque mi memoria es tan mala que ya no sé si una de las anécdotas está ya en uno de mis cuentos. O tal vez podría ser para esa novela que nunca escribo, especie de no-libro que moviliza mis deseos y mis miedos.
Pero se acabó ya mi tiempo por hoy.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Solazo

Foto: I.N., librería china en París, 2009
Una simple combinación como el sol radiante que hoy me envuelve en esta sala, unida a un pensamiento que he tenido al leer mi reseña de Erling Jepsen en La Vanguardia Cultura/s y los restos de una ensoñación matinal han bastado para sentirme energética y acabar mis ejercicios bailando alegremente por la casa. Justo antes, un G. recién tatuado con un dibujo esotérico maorí me ha llamado preguntándome por qué ayer estaba mustia y me ha dicho una de sus frases iluminadoras sobre nuestra vieja conexión shasán.
Anteayer vi a mi vecino en manga corta por la calle, aunque soplaba un viento bastante fresco bajo este mismo sol. Iba con un alegre acompañante belga en shorts y le señaló como culpable de la ligereza de su atuendo. Il faut profiter du soleil me dijo el radiante belga, que estaba probablemente feliz de salir de la grisaille del norte. Me recordó a aquel agosto en San Peterburgo en que yo buscaba la sombra mientras los lugareños seguían por el sol porque, decían, allí duraba poco y había que aprovecharlo.
Es verdad que los almendros han florecido, que los brotes de mi castaño de Indias han estallado en hojas peludas y que ayer vi uno de esos abejorros castaños describiendo sus particulares círculos de vuelo en torno al jacinto que me regaló V., que yo estaba trasladando a una maceta, aunque fuese un riesgo para sus flores (embriagadoras).
A momentos desespero, mi impaciencia no puede, mis tentativas con la novela generan millones de dudas, los pensamientos negros (JRJ. Era mayo y el campo estaba lleno de vida y de pasión./ Yo iba con mis pensamientos negros hacia un mundo sin ojos) se desencadenan, los franceses no contestan, el contrato no llega, las instituciones de las conferencias son lentas, mi escritura no avanza y a veces la parte de mí contraria a una opción vital extraña que adopté hace poco inconscientemente se rebela y el resultado son momentos de tristeza, como ayer, cuando visité a los dos orgullosos tatuados, que me ofrecieron quesos sofisticados e incluso hospitalidad nocturna. Pero yo iba sin nada, vestida de yoga y envuelta en mis pensamientos grises como una cortina delgada, así que me volví a casa. Luego estuve leyendo la biografía de la Esfinge y su grupo y me reí, añorando esa brillante ligereza wildiana y leversoniana. Decía Ada Leverson que Oscar Wilde demostraba un especial talento literario en los telegramas. Me acordé de lo que decía G. de mis sms balcánicos, y es que salvando las abismales distancias, ¡las exigencias de síntesis propician lo literario!
Tuve que levantarme y la quietud silenciosa de estos barrios me asaltó: Barcelona es un pueblo, pensé. Tan ruidosa como El Cairo de día (ahora condenan a años de cárcel a los de los bares y yo pienso que es injusto y desproporcionado porque el ayuntamiento, con su escandalosa doble moral y su compromiso con el cemento, promueve y aprueba el estruendo diurno, y las obras, las sirenas, los transportes no tienen aquí límites de frecuencia ni de decibelios) hasta la náusea y la enfermedad, de noche es rural y quieta, sin el rumor vital de las ciudades de verdad, sin la sensación de que uno podría bajar a la calle y seguir viviendo, como ocurre en París o en Nueva York (en Buenos Aires, dice Cacho).
Por cierto, ha desaparecido a traición mi contador de visitantes invisibles. He intentado poner otro; no sé si funcionará, pero empieza desde cero...
Plus tard... Copio en Polis lo que me cuentan del brutal desalojo de los estudiantes y la forma en que los Mossos a las órdenes de Saura los han castigado desproporcionadamente. Si eso es la izquierda...
Escucho otra vez estos días, sin cansarme, a la que fue maravillosa cantante de los Fugees y que en este disco sabía cantar llorando y reírse mientras lloraba y hacerlo todo en una atmósfera desnuda y hechizante y al ir a buscar un link (por MB, un psicoanalista amante de la música y lector -espero que todavía- de este blog, que me sugirió que dijese con qué música bailaba yo por la casa en mis momentos de felicidad) de youtube, he leído de su supuesto desequilibrio, de un supuesto quinto embarazo del hijo de Bob Marley, que no reconoce a los hijos, y la noticia me ha causado desazón, y me pregunto tontamente cómo esa voz magnífica, tan llena de calor e insight, y esa belleza energética y joven y... en fin, casi como la pregunta retórica de mi madre cuando yo era adolescente (como si ella no hubiera sabido realmente nada de su responsabilidad en lo que me había destruido): "¿Cómo puedes llorar, con esos ojos tan bonitos?"
Firmen aquí contra la destrucción de la Diagonal, la tala generalizada en Barcelona, y no hagan ni caso de esa petición de dinero de la web, nada que ver con nuestro manifiesto...
Me mandan de Portugal una información vilamatiana para que la divulgue:
JumpCut – Promotora de Teatro e Cinema informa que novamente se va a apresentar en Portugal Sentido Portátil, la adaptación teatral de História Abreviada da la Literatura Portátil, de Enrique Vila Matas.
Acontecerá en Teatro Taborda (Costa do Castelo, 75, Lisboa) de 15 a 26 de Abril por las 21h30, de Miércoles a Domingo. (Lo envío de esta información es para poder divúlgala en todos los blogs que hablen e gustan de Enrique Vila Matas. Puede ser que alguien se interesé e venga al espectáculo). Para mas informaciones, por favor contacten:
Daniela Siragusa jumpcut@jumpcut.pt
Tel.: +351213230053/+351962316170
www.jumpcut.pt