Foto: I.N, 2009. El camino de entrada de otra de las casas que el ayuntamiento ha entregado a las mafias del cemento para su destrucción, calle Vico esquina Freixa. Han ido tirándolas todas, modernistas, novecentistas, años cincuenta, algunas con calidad arquitectónica indiscutible, otras como ésta con jardines de árboles valiosos, pero en este barrio enemigo nada está protegido, sino todo lo contrario. J me avisó para que la retratase antes de que caiga.
Ayer, a última hora, llegué tarde a una librería donde tenía que recoger un encargo. La verdad es que dudé si acercarme, aunque no estaba lejos, porque sabía que se acercaba el cierre. Al llegar, una chica rubia me hizo gestos implacables de cierre con los brazos, como aspas de un molino o la bajada de un paso a nivel. Pero ese error mío de aproximación a la librería ya cerrada permitió en cambio que ocurriera algo inesperado -something wild- que acabó barriéndolo todo. Hoy es como si hubiera pasado un huracán y yo ya no recordase nada, como si todos mis pensamientos hubieran desaparecido rodando, como las balas de heno en el campo de las viejas películas americanas, como las duchas que descontaminaban a Ursula Andress y a 007, o como la montaña después de las sacudidas de una tormenta eléctrica.
Pese a todo, antes pude acabar las páginas que me faltaban de un libro muy sugerente, Kafka y el Holocausto, de Álvaro de la Rica, muy bien editado por Trotta y prologado lujosamente por Claudio Magris, que se ha quedado lleno de páginas dobladas y pequeñas marcas con mis pensamientos. Su lectura no sólo de lo visionario histórico y filosófico en Kafka sino de su proximidad con lo sagrado es como un frondoso paseo, que a veces entra de lleno en ese universo hondamente melancólico y poético de K y otras lo rodea de su conocimiento iconográfico y antropológico de las religiones, significaciones semíticas, interpretaciones bíblicas, coincidencias asombrosas con los místicos españoles, conexión con la Rodoreda, y ese pensador libre que es el autor se permite escoger sin prejuicios y objetar a los estudiosos kafkianos y las teorías canónicas para apoyar las tesis de Nora Catelli, buscar la falta en la interpretación harendtiana (rozando la matización psicoanalítica), escuchar un momento a Derrida y avanzar en su propia visión -literaria y religiosa- de las cosas, sin olvidar que K nunca se interesó por ser comprendido ni interpretado, sino por ahondar en su literatura y sus metáforas con una espiritualidad particular. Parece claro que Kafka vio en cierta manera lo que vendría, lo que esperaba a los judíos (sus tres hermanas muertas en Auschwitz) y al mundo, pero por el camino se encuentran muchas otras cosas. Sólo el paso por En la colonia penitenciaria ha sido un mal trago para mí; por mis propias limitaciones de este momento vital y tal vez forever and ever. También está el interesante y viejo dilema kafkiano entre escritura y vida, en el que justamente andaba yo pensando e interrogándome (y del que tendría una respuesta repentina y brutal poco después, aunque sólo fuese fugaz y no definitiva), con muchos de los matices universales que se han planteado, así como ese momento para mí particularmente sugerente de acercamiento al texto brutal, poético, triste y simbólico que es Ante la ley, que siempre es una suerte revisitar, pese a su terrible pesimismo. Diría que me han dado ganas de volver a mis textos favoritos de Kafka, si no fuese porque temo romper el hechizo larguísimo de revelación y émerveillement que supuso mi primera lectura de algunos de ellos, y que nunca he querido perturbar.
Ayer, alguien de una librería vasca en Facebook (Zubieta/ Troa) puso un link de Si un árbol cae; me dijo que era recomendado en sus librerías y que tenían también La plaza del azufaifo.
Alguien amigo me escribe hablándome de disfraces y surge la idea de un cuento, aunque mi memoria es tan mala que ya no sé si una de las anécdotas está ya en uno de mis cuentos. O tal vez podría ser para esa novela que nunca escribo, especie de no-libro que moviliza mis deseos y mis miedos.
Pero se acabó ya mi tiempo por hoy.