Foto: Gato somnoliento, a la salida del pueblo, 2012
Hace unos días fui a ver a A. Quería hacerlo antes de irme, por si acaso. Enseguida me dijo: "Me preocupa verte aquí", porque temía que me pusiera peor al acercarme, aunque no supo decir las palabras que seguían. Luego me dijo que me quería, y añadió: "No hace falta verse". Sonreía, me dijo: "Me gusta mucho lo que ha pasado entre tu y yo", y añadió: "Esto no se lo he dicho a nadie, aparte de N" (su hijo). De pronto me preguntó: "¿Me estoy muriendo?" Le dije que no. Replicó: "Porque lo parece". Yo le dije que creía que morirse no era así. "Si fuese así, ya no me importaría", dijo. A veces se adormecía, en medio de la quietud del lugar. Me sorprendió el jardín, el inmenso ombú, un gran castaño de Indias, una gran acacia que se veía desde la ventana de A. La seguridad social aún ofrece lugares así a los enfermos terminales. Dijo: "Viene demasiada gente"... Tenía buen color, está muy delgada, aunque no tanto como yo, y la cara se le veía tersa. Todos los días la sacan al jardín, entre esos árboles maravillosos, en la silla. Me gustó haber ido, aunque al volver me puse la música de J. y me vino una llantina, casi como una respiración. Luego me fui calmando. Hasta que me enteré de noticias mucho más inquietantes en torno a A., que me revolvieron y disgustaron y eso acabó por bloquearme físicamente. Parece que al final predominará el buen sentido, pero mi estado físico sigue algo regresivo.
Hace unos días fui a ver a A. Quería hacerlo antes de irme, por si acaso. Enseguida me dijo: "Me preocupa verte aquí", porque temía que me pusiera peor al acercarme, aunque no supo decir las palabras que seguían. Luego me dijo que me quería, y añadió: "No hace falta verse". Sonreía, me dijo: "Me gusta mucho lo que ha pasado entre tu y yo", y añadió: "Esto no se lo he dicho a nadie, aparte de N" (su hijo). De pronto me preguntó: "¿Me estoy muriendo?" Le dije que no. Replicó: "Porque lo parece". Yo le dije que creía que morirse no era así. "Si fuese así, ya no me importaría", dijo. A veces se adormecía, en medio de la quietud del lugar. Me sorprendió el jardín, el inmenso ombú, un gran castaño de Indias, una gran acacia que se veía desde la ventana de A. La seguridad social aún ofrece lugares así a los enfermos terminales. Dijo: "Viene demasiada gente"... Tenía buen color, está muy delgada, aunque no tanto como yo, y la cara se le veía tersa. Todos los días la sacan al jardín, entre esos árboles maravillosos, en la silla. Me gustó haber ido, aunque al volver me puse la música de J. y me vino una llantina, casi como una respiración. Luego me fui calmando. Hasta que me enteré de noticias mucho más inquietantes en torno a A., que me revolvieron y disgustaron y eso acabó por bloquearme físicamente. Parece que al final predominará el buen sentido, pero mi estado físico sigue algo regresivo.
Una noche, en una hora y media de insomnio, escribí un cuento y surgieron dos ideas más para otros cuentos. Después de tanta sequía, eso me llenó de esperanza. Cuando me recobre un poco, seguiré... Qué felicidad volver a escribir... el cuento parecía en la línea de Algunos hombres... y otras mujeres.
Murió Esther Tusquets, un pedazo de mi mundo, aún guardo dos cartas suyas, editoriales. Premiaron a ECF y a Àngels Ribé, muy merecidamente. Hubo un fuego tremendo en el Alt Empordà, que ha quemado trece mil hectáreas, casi todas de bosque, y ha destruido el paisaje que quedaba entre tanta autopista innecesaria. Habían recortado drásticamente el presupuesto de previsión contra-incendios. Varios orates tiraron colillas desde los coches; tienen dinero para comprar un coche, pero no para quitarse la burramia de encima. Ha sido desolador. Por suerte no ha llegado hasta aquí. Soñé y soñé y luego olvidé los sueños y sólo me quedó uno que no contaré aquí.
Y llegué a este lugar maravilloso, sólo que el agotamiento de los preparativos, el viaje, la llegada, los paseos, la incursión en el huerto, la falta de descanso no me han ayudado y hoy estoy agotada, reposando entre pájaros, rumor de aire, grillos... De noche refresca, de día hace calor. Cuando esté mejor tal vez me aventure a ir a la alberca, pero en solitario. Sólo me rodea belleza. Todo está construido para que fuese sostenible, con materiales naturales, preferiblemente autóctonos, y el huerto es ecológico.
Seguí leyendo a Richard Ford, ¡qué maravilla el capítulo dedicado a Carver! Me compré, gracias a JP, que vino a verme y me trajo unos cuantos saris (me quedé uno de seda azul y morado, muy bonito), los ensayos de Brodsky On Grief and Reason, para llevarme. Recogí, gracias a XA, una novela de James Agee, que recomendaba en su columna y algún otro librito. Leo Narayan, unos cuentos que me regaló JP antes de irse hacia India.
También añoro pasear por la orilla del mar al atardecer. En Barcelona, vino un momento I., con cierta resaca emocional, pero lúcida y constructiva. Recibí tres ejemplares del segundo libro de Maeve Brennan que traduje, sus cuentos berlineses. Me escribe mi admirada Heddy H., que vendrá pronto a la ciudad y me hará mucha ilusión verla. Y el editor francés digital de La plaza del azufaifo, que también vendrá en esa segunda mitad de agosto. He leído un artículo de EVM sobre la pobre Diagonal, aún bonita pese a todo y que el ayuntamiento insiste en destruir. Era lo único interesante en esas páginas. ¿Qué ha pasado con la prensa? Alguien me lo decía hoy. Sólo cuentan catástrofes, intentan que cunda más y más el miedo y ya apenas hay comentaristas independientes que denuncien lo que nos están haciendo. Sí es una buena noticia saber que este gobierno ha perdido el apoyo de la gente y que nadie cree ya en esos dos grandes partidos corruptos. Tendrá que haber una rebelión y todo tendrá que cambiar. En este lugar muchos empiezan a tomar iniciativas contra corriente.
En este bosquecillo, J. sigue cuidando de mí y trae lo que me hace falta. Por la mañana han venido a verme algunos amigos, aunque aún estoy demasiado agotada. Ojalá mañana...
Y llegué a este lugar maravilloso, sólo que el agotamiento de los preparativos, el viaje, la llegada, los paseos, la incursión en el huerto, la falta de descanso no me han ayudado y hoy estoy agotada, reposando entre pájaros, rumor de aire, grillos... De noche refresca, de día hace calor. Cuando esté mejor tal vez me aventure a ir a la alberca, pero en solitario. Sólo me rodea belleza. Todo está construido para que fuese sostenible, con materiales naturales, preferiblemente autóctonos, y el huerto es ecológico.
Seguí leyendo a Richard Ford, ¡qué maravilla el capítulo dedicado a Carver! Me compré, gracias a JP, que vino a verme y me trajo unos cuantos saris (me quedé uno de seda azul y morado, muy bonito), los ensayos de Brodsky On Grief and Reason, para llevarme. Recogí, gracias a XA, una novela de James Agee, que recomendaba en su columna y algún otro librito. Leo Narayan, unos cuentos que me regaló JP antes de irse hacia India.
También añoro pasear por la orilla del mar al atardecer. En Barcelona, vino un momento I., con cierta resaca emocional, pero lúcida y constructiva. Recibí tres ejemplares del segundo libro de Maeve Brennan que traduje, sus cuentos berlineses. Me escribe mi admirada Heddy H., que vendrá pronto a la ciudad y me hará mucha ilusión verla. Y el editor francés digital de La plaza del azufaifo, que también vendrá en esa segunda mitad de agosto. He leído un artículo de EVM sobre la pobre Diagonal, aún bonita pese a todo y que el ayuntamiento insiste en destruir. Era lo único interesante en esas páginas. ¿Qué ha pasado con la prensa? Alguien me lo decía hoy. Sólo cuentan catástrofes, intentan que cunda más y más el miedo y ya apenas hay comentaristas independientes que denuncien lo que nos están haciendo. Sí es una buena noticia saber que este gobierno ha perdido el apoyo de la gente y que nadie cree ya en esos dos grandes partidos corruptos. Tendrá que haber una rebelión y todo tendrá que cambiar. En este lugar muchos empiezan a tomar iniciativas contra corriente.
En este bosquecillo, J. sigue cuidando de mí y trae lo que me hace falta. Por la mañana han venido a verme algunos amigos, aunque aún estoy demasiado agotada. Ojalá mañana...
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