Foto (postal): Thomas Zwalen, Monasterio Stakna en el valle Indus (Himalaya)
Pasé por
Harmony, la librería donde compro lo literario (lo religioso lo compro en
Indica) y compre un montón de libros, así que cuando llegue te podré prestar
muchas cosas, por ejemplo dos de Mulk Raj Anand, que ya te dije que me gusta
mucho, otro que se llama About me (apni Khabav) de Pandey Bechan
Sharma, que creo que te puede gustar
pues dicen que en su momento revolucionó el genero autobiografico en hindi, un
libro traducido del Malayam The Legends of Khasak de O.V. Vijayan que me atrae
porque habla de Kerala, que conozco poco. También compré dos libros de poesía
antigua Tamil, así que prepárate a recibir alguna de mis versiones, ya que
cometiste la imprudencia de decir que te habíaan gustado las anteriores
que te envié. Por último A lover' s guide to Warangal, una
parodia en verso telugu (el idioma de Andra Pradesh) que promete bastante pues
los traductores me gustan bastante, Narayana Rao y David Schulman, de los que
tengo varias antologías telugus antiguas, por ejemplo When God is a
customer, poemas de cortesanas que son una maravilla. Recuérdame que te
los preste.
Ayer llegué a casa agotada, frágil, dolorida y también más ligera de la intervención en la clínica, que había ido muy bien, gracias a los esfuerzos de Tigridia y al azar de las cosas, y encontré esta postal de JP, a la que luego se añadiría un lluvioso email. Mientras devoraba la comida, con una voracidad animal, producto de la intervención, lloré leyendo lo que me decía JP. Tal vez habría llorado sin la postal o tal vez realmente había algo ahí para mi dolor del momento. Más tarde intenté leérsela al también dolorido J. y volvía a llorar tontamente. Decía así:
"Éste es uno de los monasterios de los que te hablaba. me gusta el mensaje que los ladhakis, con toda su "prisa" y su alegría, recogen del Dalai Lama: que hay que estar alegre cueste lo que cueste, pase lo que pase. Cada día es un don. Me estimula ver que tú persigues esa alegría, ese éxtasis de vivir, cuando hablas de la luz, de los árboles, de los pájaros. Sea lo que sea lo que tenga que venir, que tenga que pasar, este momento es tuyo, es nuestro. Y aunque parezca lo contrario no estamos solos (lo dice un ermitaño). Bernanos dice que el Reino de Dios no distingue entre vivos y muertos. Yo digo que la vida es sgrada y la muerte un misterio. Respetémoslos. Un beso, J.
Las montañas más altas ya amanecieron cubiertas de nieve."
Después de comer llegó el mensaje:
Hoy también
está lloviendo y me tuve que refugiar en algún sitio, así que aprovecho para
escribirte.
Es una pena que llueva porque hoy celebran un festival las mujeres y
llenan los ghats principales de color con sus saris y sus ofrendas (a ti no te
gustaría el motivo pues ayunan todo el día hasta que ven la luna o se hace de
noche rogando y rezando por la salud de sus maridos), además coincidía con otro
festival, éste un tanto ruidoso, el de los mecánicos que tienen por santo patrón
al dios que es el arquitecto celeste, lo pasean en carros que arrastran hasta
el Ganga llevando detrás música a todo volumen y un generador que hace un ruido
insoportable, es un dios que porta una barba blanca tipo Santa Claus y lo
curioso es que cuando va acompañado de sus esposas éstas también son barbudas y
lucen sendas barbas blancas. Y para rematarla, también están preparando el
festival de Ganesha, adornando sus templos con luces de colores y con hojas
verdes. De camino a mi clase de sánscrito me senté a tomar un chai en un sitio
que me gusta porque se mezclan los musulmanes y los hindúes, allí conocí a un
hombre encantador, tuerto, con unas manos bellísimas que me hicieron sospechar
lo que me contó luego, que era un "artista" y entre otras cosas como
decorar templos, hacía diseños para saris únicos , sin repetir jamás los motivos;
me enternece ver la pobreza de sus ropas remendadas y sus chapals de plástico,
al mismo tiempo hablaba un dialecto precioso que me hacía maldecir mi falta de
oído, de memoria auditiva, pues pocas veces soy capaz de aprender ese hindi de
la calle que me encandila y que no tiene nada que ver con el de los libros de
aprender hindi y con el que yo chapurreo.
Como
te habrás dado cuenta por el tono con que escribo ya he sucumbido a la ciudad, Shiva
ya me ha empezado a enredar en sus rizos
que son como las aguas del Ganga, vuelvo a estar enamorado y la pobreza me
parece bellísima porque me conmueve de una forma que jamás la belleza consigue,
me desnuda, me concentra en lo esencial, en el hombre, sin necesidad de trapos
ni de nada, salvo sus valores y su dignidad.
Estuve
en Tulsi Ghat, al que trato de ir cada día porque al filo del atardecer, o un
poco antes, acuden los lecheros a lavar sus grandes cacharros de aluminio y a
lavarse ellos mismos y sus ropas, y hacer puja, rezar y volver a casa en
bicicleta. Me encanta empaparme de sus gestos, algunos son fuertes y guapos
porque antes de bajar al río se entrenan todos los días en un gimnasio al aire
libre que está justo al lado del ghat, dedicado a Hanuman, por la conexión con
Rama, con Tulsidas y con el poder prodigioso de Hanuman, capaz de saltar desde el
extremo sur de India hasta Sri Lanka o de levantar una montaña. El ghat es una
joya, pequeño, precioso, y la tradición dice y por eso se llama así que en el
compuso Tulsidas su versión del Ramayana.
A. me pasó un libro que a veces creo que te podría interesar; se llama Tripura
Rahasya y trata de condensar en una enseñanza única los múltiples aspectos del
hinduismo, shaivas, vishnuistas, sakyas, pashupalas etc.
Me
fascina ver pasar a los sannyasis, los viejos que abandonan a sus familias, sus
negocios y llevan una vida de renuncia y dedicada solo a la búsqueda de la
liberación. Con sus bastones (dandas) en pequeños grupos van mendigando un poco
de te o algo de comer.. la ciudad los protege y solo por eso quizás le sean
perdonados todos sus pecados.
No te preocupes si te quejas, si no nos puedes dar buenas noticias, ya llegarán
tiempos mejores, tú sigue cuidándote y déjate querer.
Un beso.
Oh JP, al llegar a casa del hospital, fragilizada de la paracentesis, he encontrado tu preciosa postal y al leerla me he echado a llorar. No es todo culpa tuya, ni de la belleza del monasterio en las montañas ni de la sabiduría de los ladhakis, también, no sé por qué, durante esa intervención siempre me invade una tristeza extraña y sólo me contengo de llorar por lo absurdo de la situación tan mecánica y con las enfermeras... Tal vez en el fluido que me extraen haya algo vital que me deje sin nervio, tal vez mi cuerpo quisiera contribuir a la eliminación de fluidos (han salido 2,5 litros, densos y de un ámbar oliváceo, no los 4 de la primera vez, pero todo a un ritmo sostenido hasta el fin) o tal vez sea la música, pues me llevo un viejo ipod de J para aislarme de lo que allí ocurre, aunque lo oigo todo, y es extraño cómo se ordenan las canciones (sus canciones) aleatoriamente. En cierto momento me salió un pequeño pompón, una especie de alga diminuta que obturó el conducto y tuvieron que cambiarme la aguja y en ese mismo instante empezó a sonar Heroin de Lou Reed y yo me reía sola con mis ganas de llorar, sin poder evitar preguntarme por qué me había pasado todo esto, y acordándome de la palidez del pobre J., que tanto me ha cuidado estos días y que desde ayer tiene un cólico nefrítico y no para de sumergirse en la bañera caliente para aliviar ese dolor tremendo mientras espera que salga la piedra... Así que comprendo a esas mujeres que llenan los ghats con saris y ofrendas por sus maridos, aunque en mi caso sea sólo un vínculo del pasado, pero lleno de afecto...
Ha venido a buscarme G., que estos días ve a sus dos padres caídos y tiene que encarar también esa sensación de que nadie es invulnerable y la idea de irse pronto a Bologna en un momento en que le mundo se arremolina... Así que he llorado mientras comía sin dejar de mirar tu postal y riéndome de mí misma y pensando en los dioses hindúes y en su relativización de todo lo que ocurre...
Pero el texto que has escrito en esa postal me parece luminoso. Vemos tan distintas las cosas desde el dolor... Hay una percepción especial, esencial, esa humildad agotada de la que yo hablaba en el blog, esas viejas citas de T.S.Eliot, de Wilde, de Goethe que siempre repito... Y hoy, mientras estaba allí, he decidido que tal vez no esperaría siquiera a noviembre, que tal vez... Llevo unas cuantas noches insomnes, me despertaba un dolor lacerante en las costillas, me levantaba y me consolaba con la escritura allí sentada, y durante esas horas he podido incluso sentirme bien escribiendo y escaneando imágenes de un cuento infantil que escribí hace años y que ilustró R.O., aquel amigo tan alto y excéntrico a quien tú conociste y que ya murió (que había pasado sus temporadas en monasterios tibetanos), que nunca llegó a publicarse, para mandárselas a AH., hasta que de pronto, con el cansancio, llegaba el dolor de ciática y tenía que volver a la cama y al calor de la manta eléctrica...
Y luego llega este email tuyo lluvioso, ya hechizado por la ciudad y lleno de todos los dioses, ¡oh, Ganesh! Es uno de mis favoritos. Le traje uno a G. de un anticuario maravilloso de Luxemburgo, aunque ni la tienda podía compararse a la tuya ni él sabía y contaba las historias que tú sabes contar cuando te preguntan por cualquier pieza... Cómo me gustaría estar allí en esa fiesta. Si me curo alguna vez, tal vez iré cuando estés tú si me lo permites para que me enseñes algunas cosas...
Pero mi estado de fragilidad hoy es grande. He cenado tarde para mis horarios radicales y con una voracidad tremenda, típicamente post-paracentesis. Me retiraré a leer un cuento de Alice Munro que publica el New Yorker titulado "Amundsen" y ojalá Ganesh me ayude y pueda esta noche dormir al fin. Mi gato es toda una lección de relajación y sueño y aquí está conmigo. Sigue esa extraña tristeza que tiene que fluir, como un ritual, como un adiós a ciertas cosas que se han quedado atrás (o a mis fluidos vitales!). He bajado a comprar tres cosas urgentes, mareada, y me ha rescatado C. para llevarme las bolsas y ayudarme. Ya en casa, se ha quedado hablando conmigo un poco y me ha dicho que me veía llena de energía. Los demás ven cosas que yo no veo. G. me dice todos los días que me ve mejor, mejor...
No me olvidaré de pedirte esos libros, que ya son para mí urgentes (alguno lo he encargado ya!), y estoy deseando también leer tus versiones de esos poemas, aún recuerdo los que me mandaste, sobre todo uno que hablaba del deseo de una forma proyectada en un cervatillo... Y un poema tuyo que hablaba, cómo no, de la muerte.
Hasta pronto. Gracias otra vez por tus maravillosos mensajes y por esa ráfaga de ritos hindúes que tanto necesito.
Bel
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Hoy me he despertado más energética. Es un día oscuro. He regado a la pobre gran buganvilla, ya que la lluvia que predijeron no llegó y anoche se lo había prometido. Luego, en otro arranque de coraje, he arreglado la impresora, me he pesado (sin la carga de ayer soy aún más pluma que antes), he maldicho el estruendo horroroso y feo de las obras que se han multiplicado aún más estos días y que no interrumpirán si no llega la lluvia (calles abiertas por hombres ya sordos y afectados de la vibración tremenda, un tejado también lleno de hombres negros vociferantes y con máquinas prohibidas en todo país civilizado, el piso del edificio de enfrente que nunca se acaba, con sus máquinas taladradoras de todo espíritu y toda lectura...). Pero yo estoy mejor. He puesto la postal de JP junto a Li Bai. He contestado a los mensajes de facebook y a los correos que me preguntaban por la intervención de ayer (a los de anoche contesté lacónicamente, sin fuerzas) y he contemplado mi día. Al final ni siquiera pude leer el relato de Alice Munro, pero lo haré. Me decepcionó terriblemente la traducción de una novela japonesa que quería leer y tendré que buscarla en otra lengua. Envidio esa posibilidad de leer aún más sin tasa que yo de JP. Su amiga traductora, que vive en Varanasi y sí tiene conexión, me escribe (busca editor para un autor maravilloso contando historias indias, pero son tan cerrados los editores por estos lares, tan faltos de criterio...) y me dice que no encuentra a JP porque los ghats, que son su lugar de encuentro, están convertidos en barrizales (mientras, JP refugiado en algún cibercafé, me escribía) y naturalmente él no lleva móvil y ella, que ayer conoció gracias a él a una mujer que le ha encontrado unos libros en persa, se maravilla de lo magníficas que son las amigas de su amigo (eso me recuerda un título de un cuento muy sugerente de Henry James, The Friends of the Friends). En el colegio de al lado los pequeños todavía lloran (lo peor es cuando ponen por megafonía una de esas versiones espantosas que estropean cualquier canción, para hacernos llorar también a los ya envilecidos vecinos), pero ya empieza a haber algunos niños que corren gozosos gritando con silbidos de pájaros y alguno que canturrea. Rufus sigue acompañándome plácidamente, ahora en su colchoncito blanco, ovalado y peludo de invierno. Y ahora, justo en este momento, la buganvilla se ríe de mí porque ha empezado a caer la lluvia.
9 comentarios:
Isabel, Jorge Pardo y tú formáis un duo perfecto, a modo de esos duetos musicales que tanto me gustan, David Bowie y Mick Jagger, Frank y Nancy Sinatra. O en la literatura, Eça de Queiriz y Ramalho Ortigao, Borges y Bioy Casares...Vuestra correspondencia india-Barcelona, tiene algo que me recuerda al encantador René Leys de Victor Segalén.
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Autora de culto.
Oh gracias, Jose Aguirre!!! Me encanta tu comentario!
Creo que así debería se,: autora de culto para que muchos que publican bbest-sellers aprendieran a escribir.
Gracias doblemente, Anónimo!
Es verdad, Isabel, suscribo lo dicho por José Aguirre: un duo perfecto. Me ha emocionado vuestra correspondencia de hoy. Antes la belle Elaine, como tú la llamas y que tan bien le sienta, me ha dado noticias tuyas, de ese bonito delicioso con jengibre y sésamo que os habéis tomado en uno de esos festines que los son doblemente por hacer de un medio día cualquiera un medio día memorable, no hacen falta grandes cosas para que los momentos sean memorables... y esos son los mejores. Que todo te alimente mucho, Isabel. Un beso, E.
Gracias, Eva, guapa! Es verdad lo que dices de las pequeñas celebraciones que dan la vuelta a los días, y de verdad que estaba delicioso! Y en cuanto al inspirado JP, me hacía mucho ilusión que por una vez se dejara exponer su escritura, siempre tan secreta, y su mirada de escritor como la copa de un pino!
¿Cómo está Isabel?, me pregunto, y silenciosamente me deslizo hacia aquí para saberlo.
Un abrazo.
Hao, Deb! Hace tiempo que no hablamos... Muchas veces me acuerdo de la lluvia en Donde hay Nilad y en Stormy Weather
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