Foto: I.N., La cortina de mi habitación de Rupià (añoranza de aquel bosque), 2012
Resistir el calor y el ruido atronador de las obras (unas máquinas que taladran el cerebro y que en ninguna parte del mundo civilizado están permitidas, pero ya se sabe que vivimos en un país salvaje) y el anuncio de más calor tampoco ayuda.
Sin embargo, esta mañana corría una brisa maravillosa en mi casa mientras yo seguía leyendo ese libro del cardiólogo holandés Pim Van Lommel publicado por Atalanta y que no se parece en absoluto a mis lecturas habituales. La cuestión es que me ha interesado y consolado leer esa perspectiva justo después de la muerte de mi hermana. Recoge las experiencias de gente que ha estado clínicamente muerta y luego ha sido reanimada, y que reúnen una serie asombrosa de puntos comunes y plantean la cuestión -argumentada con el apoyo de la física cuántica y de estudios rigurosamente científicos- de que la conciencia exista más allá de la vida física, ya que si no, un humano con el corazón parado y un cerebro sin riego no podrían pensar ni tener emociones como esos pacientes tuvieron. Todos accedían a un no-lugar no-tiempo con una gran sensación de felicidad y beatitud y se encontraban con otros conocidos ya muertos, y no querían volver, además de momentos de extracorporalidad en los que veían su propio cuerpo siendo reanimado y más tarde contaban detalles que no podían haber visto ni oído en el quirófano, pero que coincidían con la realidad. Yo no creo ni dejo de creer, pero me ha gustado vivir unos días con esa sensación.
Es extraño pasar a ese libro justo después de los Trois contes de Flaubert, que son maravillosos, con su melancólica inteligencia, y que releí gracias a JP. Precisamente JP me escribe ahora desde algún lugar de la India, donde no para de llover (son los monzones) y contempla murciélagos gigantes, oye una algarabía de gorriones y se rodea de un paisaje humano y físico bien distinto que éste. Se enteró allí de la muerte de A. y me dice que los muertos no mueren del todo si los amamos un poco. Por cierto que el marido de mi hermana me trajo una plantita que había sido favorita de ella, muy delicada y en un estado muy precario. Le busqué un rincón de la casa y ha empezado a brotar enseguida alegremente. Le mandé una foto a mi favorita experta en plantas, M., y enseguida me dijo que era un trébol morado llamado Oxalis triangularis. M. está en Galicia estos días, donde dice que desde julio sólo han tenido tres días de solazo y lo demás es mal tiempo y lluvias, que es justo lo que a ella más le gusta y refresca. Fue M. quien me dio también el nombre de la espifita, esa planta que vive colgada de los árboles, sin tierra, con la humedad y la herrumbre, y que yo encontré en el jardín de Mercè Rodoreda en Romanyà de la Selva.
La gente pone en facebook imágenes paradisíacas de mar y viajes maravillosos y yo pienso que para mí, el paraíso sería tener el cuerpo de antes y poder ir adonde quisiera. A veces me impacienta esta lentitud de agosto, que lo hace todo tanto más difícil y me pregunto cuándo llegarán el alivio y los cambios para bien. Intento imaginarme recuperada y pensando en esta fase con una sensación de incredulidad, como quien recuerda una pesadilla. Sé que lo que me está ocurriendo pesa tanto que no me deja escribir de otra cosa, pero al mismo tiempo desearía escribir otra cosa, y todos mis intentos me aburren, me demuestran que no deseo escribir eso y acabo por abandonar.
G. se ha ido hoy al sur. Echaré de menos sus visitas diarias, nuestras conversaciones, la placidez con que acabábamos dormitando los tres, yo en mi pequeña siesta obligada, G. con su falta de sueño por las nocturnidades y Rufus porque los gatos adoran dormir y más aún dormir en compañía.
No pude ver las Perseidas. Además de la contaminación lumínica de la ciudad, el cielo estaba absurdamente cubierto... si al menos hubiera llovido. ¡Cómo añoro las tormentas de agosto! Recuerdo veranos maravillosos, echados sobre grandes telas indias en el suelo del jardín en las islas o sobre mantas en la montaña, contemplando ese cielo de la lluvia de estrellas. O el verano pasado en Serbia, en aquel bosque que sólo parecía visitar yo, mirándolas desde la hamaca...
8 comentarios:
Difícil, pero no imposible. Permíteme decirte que vas a salir porque saber guardas momentos felices y tirar de ellos en los otros.
Ánimo y "palante" que a veces hay que comerse el mal camino como las letras y pasarlo deprisa. Y llega, no lo dudes.
Un abrazo desde el sur con toda "la caló"
Gracias, Isabel, pero aquí se trata de escritura, no de mi vida, aunque lo parezca. Lo que yo digo es verdad, pero es una forma de escribir, de construir algo. Quiero decir, que yo convierta algo autobiográfico en ficción no significa que quiera hablar de mi vida o recibir consejos, sino que yo siempre espero lectores que encuentren algo en esa construcción literaria. Ya sé, hay gente que no lo entiende -hoy he recibido un comentario agresivo de un desconocido en ese sentido, que me habla como si yo contase mentiras o como si necesitara cualquier tipo de lector; no es así-, pero muchos otros lo comprenden enseguida. Cuando lo que importa es escribir, lo de menos es el material que se use, que por supuesto tiene que tener un fondo de verdad, no importa cuál. Y con esto no quiero ni mucho menos ofenderte! Es sólo mi manía de aclarar y precisar las cosas.
No me ofendes, es que no lo entendía, ahora sí, y te agradezco tu respuesta.
Y yo he encontrado muchas cosas al conocerte, entre ellas una escritura muy personal, y el gusto de leerte. Ahora estoy en un pueblo, pero cuando vuelva a la ciudad buscaré tus libros.
Oh gracias, Isabel, qué alivio que me entiendas! Yo no busco cualquier lector, sino lectores capaces de comprender, como tú!
Hoy es un día especialmente duro, hace deasiado calor, me afecta. Sin embargo, ver la foto de arriba refresca. Es curioso, cuando voy por la calle me gusta levantar la vista y mirar las ventanas: el color de una pared, el estremo de un cuadro, una planta, una cortina que vuela...e imagino la vida de los habitantes de la casa. Pero la foto que has puesto es uy sugerente porque da lugar a iaginar la vida, sin el marco de una habitación, sin opresión. Me gusta.
Te doy las gracias por las palabras que me dijiste sobre mi despido, ayer hizo 9 meses que no tengo trabajo. Sí, estoy atenta a lo que me pueda surgir, soy pintora, me gusta escribir, pero tengo un nudo que me impide crear. Espero se desate pronto. Pongo atención a lo del jeroglífico, intentaré ver este asunto como si fueran ideogramas.
No hagas caso de los comentarios negativos, lo que escribes es sugerente y haces que se surjan imágines que casi no recordabas y que te hacen echar la cabeza atrás y pensar. Gracias por lo que no se ve.Pilar Lasheras.
Pilar, tu comentario también es refrescante! El calor es tremendo y el paro y la situación general, pero es mejor pensar que una forma parte de la excepción y que encontrará algo aún en época de vacas flaquísimas. Yo me quedaba horas en Rupià contemplando moverse y cambiar luz y sombras en esas cortinas. Era una casa preciosa y el bosque estaba al lado. Pero me puse mal, y hasta que no me cure no podré volver al mar o al bosque, así que me queda soñar y leer!
Hace unas semanas pasé por Barcelona apenas 24 horas y tuve la ocasión de ver la Plaza J.Folguera donde parece que han cerrado el boquete y están reurbanizando todo con unos árboles raquíticos,
Fue descorazonador que esa fuera practicamente mi primera imagen de la ciudad tras salir del subterráneo, y una broma macabra que destrozaran todo para que encima acabase así (no me entiendas mal, el metro no justificaba en modo alguno tamaño destrozo).
Intenté comprar tu libro en la calle Berlinés, pero se habia agotado así que recurrí a La Central. Me ha gustado muchísimo, te felicito.
Espero que todo vaya bien y este calor horrible pase, (aquí en Holanda hemos llegado a 35 grados y el país se ha vuelto medio loco, pero resulta divertido).
Entiendo también lo que comentas sobre tu escritura y la diferencia de esta con respecto a tu vida, haces bien en precisarlo y explicarlo, pero a veces tal vez algunos que pasamos por aquí con las mejores intenciones simplemente no encontramos las palabras precisas.
Deseo que te recuperes pronto y puedas volver al mar, al bosque y a la escritura.
Un saludo
Qualunque, lo que dices de la plaça lo pienso yo siempre, y hace tiempo que la evito, antes de estar enferma cambié la costumbre de llegar en metro hasta allí para no descorazonarme, bajaba en otras paradas o cogía el bus. Lo que ocurre es que han destrpzado tanto el barrio que cada vez tenía que evitar más recorridos, la gran tala de Vil·la Florida (la grúa sigue vociferando allí domingos incluidos, como un despertador gigante que nos recuerda los destrozos). Tantos árboles cortados y el pobre precioso azufaifo constreñido, aunque ahora está exuberante, y ojalá no fuese un canto de cisne...
Tú nunca has tenido esa confusión, Qualunque, yo me refiero a gente desconocida que me da consejos, no puedo evitar que eso me desconcierte. Ya sé que es difícil la autoficción, pero muchos lo comprenden instintivamente... Sería absurdo discutir de la propia vida con desconocidos...
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