Foto: I.N., Balcón de la calle La Granja, 2011
Una lectora que ya comentó en este espacio al leer Mis postales de Barcelona, escribe ahora la segunda parte de sus impresiones al acabar el libro. Para mí es una suerte tenerla como lectora, naturalmente. Dice así:
No me gustó la reseña de Francesc Arroyo en
Babelia. Entre otras cosas porque el espacio que Arroyo dedica al
prólogo de Mariscal (y, en menor medida, a trazar tu semblanza) es tan
desproporcionado que expulsa a Postales. No hay sitio para tu libro en
su reseña, y la frase final me lleva a suponer el porqué: juraría que le ha
faltado o bien el tiempo de penetrar en ese tejido significativo que Lyotard
llama “espacio textual” o bien la empatía necesaria para que la lectura opere
el milagro (el “Lazare veni foras” que tan ingeniosamente propuso
Blanchot) y “l’œuvre devienne œuvre par-delà l’homme qui l’a produite et
l’expérience qui s’y est exprimée”.
De hecho, el sábado pude por fin retomar (y
terminar) Postales e iba a escribirte cuando tropecé con esa reseña,
decidí no mandártela y me dejé llevar por una sensación de incomodidad que me
disuadió de mandarte ningún mensaje ese día.
Me reafirmo en mi primera impresión: Postales
es sinestesia pura. No sé cuántas veces he releído tu descripción del
herbolario de la calle Elisabets, por ejemplo, o el crujido del ciprés que se
parte bajo el peso de la nieve, o, sobre todo, el juego de ecos de todo tipo
con que me restituyes el Museo de ciencias naturales (los objetos otra vez:
eres una increíble escritora de bodegones, Bel; tus mejores imágenes son las de
objetos y espacios). Es una de mis entradas preferidas. Y tu insistencia en que
“la belleza cura” se me hace indesligable de esa maestría tuya para sugerir lo
indecible asociando modalidades sensoriales hasta conseguir que cada una se
haga expresión de la otra “dans une ténébreuse et profonde unité”. Toda tu
descripción del viejo Sant Pau afirma esta unidad, además; hasta el punto de que
resulta difícil desligar tu defensa de la medicina holística (y tu evocación de
Tigridia, que “llena el aire con sus historias”) del uso constante de ese
“verbe poétique accessible, un jour ou l’autre, à tous les sens” que creyó
Rimbaud haber inventado. Quizás por eso me sorprende tanto que alguien
considere convenientes “unos pies de foto que orientasen mejor al lector y
mayor calidad en la reproducción de las imágenes”. ¡Eso sería singularizar las
imágenes visibles; aislarlas del todo; como si esas imágenes fuesen disociables
de las que percibimos con los otros sentidos!
7 comentarios:
Oye, esta lectora y amiga tuya es un crack, me encanta cómo se expresa y lo que dice de la sinestesia, me lo ha quitado de la punta de la lengua...
E.V.
Tu lectora tiene toda la razón, es difícil añadir un comentario al post después de haber leído el suyo... Es un libro precioso que, como los buenos poemas, la buena música, sigue vidrando en unomucho tiempo después de haberlo leído.
También pienso que el término “sinestesia” es de lo mas apropiado y lúcido para definir “Tus Postales” y me adhiero totalmente a la opinión de tu amiga sobre el articulo del Sr.Arroyo, explica perfectamente lo que yo sentí y no supe expresar . Un placer.
Gracias, Anne-Hélène, es verdad que A.R. es brillante, pero tú también lo eres!
Esta mañana he visto en tu facebook unos comentarios que me han impulsado a intervenir. Me permito reproducir aquí esa intervención.
Decía allí que, en mi opinión, la crítica que hace el reseñista en relación con la "calidad en la reproducción de las imágenes” no obedece al deseo de poner peros al libro, sino a una confusión. Deduzco del resto de la reseña que Arroyo no ha tenido tiempo de percatarse de la organización significante de Postales; no ha percibido la articulación entre lo visible y lo legible. Ha abordado Postales como si se tratase de un libro de fotos convencional, como si texto e imágenes pudiesen leerse por separado, al modo de un catálogo o de una guía, donde lo uno ilustra o explica lo otro. Se le ha escapado el modo en que los distintos sistemas semióticos de Postales se comunican constantemente entre sí y la intensidad con que lo legible (en el sentido restrictivo del término), interactúa con lo visual, lo táctil, etc. Patri tiene razón, "la impresión es impecable. No solo por el buen trabajo de la imprenta, también por ese papel cálido y satinado, un verdadero placer para el tacto y la vista, todo un lujo", pero es que el reseñista se ha equivocado de libro. Le ha fallado la lectura. No se ha dado cuenta de que estaba ante una obra literaria. Por eso ha cometido el error de buscar en Postales... ¡el tipo de fotos que buscaría en una guía de Barcelona!
Parece que mi primer post no pasó. Cada día soy más torpe con las nuevas tecnologías. Decía, Isabel, que cualquiera que conozca las traducciones de Anne-Hélène Suárez sabe lo que es la brillantez, pero no nos desviemos: la prosa brillante es la que estos días nos está haciendo escribir a todos, no la de los elogios que expresamos, cada uno a nuestro modo.
Gracias una vez más, Anna!!!
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