jueves, 21 de junio de 2012

El tiempo


Foto: I.N., Rufus y yo, ayer, 2012
Transcurre de un modo distinto cuando se está enfermo. Yo espero las horas en las que se acabe la tortura del estruendo de grúas y máquinas (la corrupción ha convertido este pobre barrio en una cantera y la crisis no ha detenido nada, siguen cortando árboles y construyendo edificios públicos para cobrar sus comisiones mafiosas y el polvo y el cemento aumentan la temperatura), y vuelvan los pájaros. Ayer tuve una nueva crisis y hoy he vuelto a mejorar, pero el agotamiento de aquello y el calor me han dejado sin energía.
Sarinagara, nada o casi nada me impide leer y leer. Buscando libros que atrajeran poderosamente mi atención, me dirigí a los rusos, y mientras se calmaba mi dolor, me zampé (como diría Sagarra) el divertido y genial El mal del ímpetu, de Gonchárov, luego devoré la apasionada Roma de Gogol, también maravillosa (los dos traducidos por Selma Ancira para Minúscula), y héte aquí que cuando empezaba a preocuparme por qué libro podría leer que estuviera a la altura y me alejara de mis miserias, me llegó Cartas del verano de 1926 (de Marina Tsvietáieva, Borís Pasternak y Rainer Maria Rilke). Ya lo he leído y a pesar de la gozosa lectura de la historia apasionada y epistolar de esos tres escritores, me acabó produciendo un efecto parecido al del Vivre dans le feu. Todo lo que me maravilla en la prosa y la poesía de Marina Tsvietáieva contrasta con lo que me disgusta de su vida y de su evasión. De modo que en esas cartas me ha gustado sobre todo seguir a Rilke y al apasionado Pasternak. Recordaba la frase de Ana María Moix, en el prólogo de Un espíritu prisionero, diciendo que Marina Tsvietáieva lo hizo todo mal en la vida, excepto la literatura. La traducción es de lujo, Selma Ancira las cartas rusas y Adan Kovacsis las cartas alemanas.
En el mismo momento en que terminaba, un mensajero llamó a la puerta y me trajo los Relatos completos de Heinrich von Kleist, que acabo de terminar y que me han arrastrado e hipnotizado con su exuberancia romántica, pero esta vez le he encontrado ecos ¡de Kafka, de Hawthorne, de Stendhal! Lo he leído sin apenas detenerme. Una maravilla llena de ese fuego kleistiano, tan despiadado y violento, tan dramático y a la vez tan emocionante y lleno de misterio... Con una traducción impecable y una bonita edición. Es mi tiempo de ahora, que me permite leer como siempre hubiera querido... pero con qué peaje tremendo...! Y después he devorado en un momento ese Leys sobre Stendhal, asombrada del desdén de Merimée hacia Stendhal y de todos aquellos contemporáneos suyos que decían ¡¡¡que escribía mal!!! La bibliografía que recomienda da ganas de salir corriendo a buscarla, si yo pudiera salir corriendo a algún sitio... Y luego me he puesto a leer otro libro de la Belle Elaine, Éloge de la faiblesse de Alexandre Jollien, un imaginario diálogo socrático muy esperanzador... Los días en que no tengo tratamiento, sólo puedo leer y leer. 
Por la tarde, el calor era casi insoportable. He recibido la visita de Tigridia, que me ha contado de su viaje africano, y me ha traído comino y laurel y una preciosa caracola de la playa con marea baja, de las que soñábamos que nos traían olas de pequeñas. Luego ha venido T. en visita rápida, a traerme lo que cocina para mí, rubia y luminosa.
Procuro no verme demasiado en el espejo. Procuro seguir disciplinándome y gozando de cualquier pequeña mejoría. En los momentos de retroceso vuelven las dudas y la desesperación, que se unen a fantasías de un destino terrible, tal vez a lo Kleist. Hoy he hablado por teléfono con el hombre que escucha y en un momento se ha desenmarañado bastante mi sueño de hoy, aunque quedaba un punto, un concepto, una palabra...
La ingenuidad y la precipitación de alguien, unida a la deliberada mezquindad de un escritor maniobrero al que no conozco y que me utilizó para sus fines me causaron un conflicto inesperado que me dolió y que estropeó la cordialidad con un gran editor. No he dejado de sentirlo y el incidente me ha dejado una estela punzante, todo por un comentario malicioso que nunca debí hacer y que era transcrito de algo que me contaron, pero que nunca pensé que llegaría como un torpedo a otro destino imprevisto. Las cosas que se dicen en un contexto nunca debieran de salir de ahí. Y en este momento, menos que nunca quisiera tener problemas con nadie; necesito toda mi energía para intentar curarme y he renunciado incluso a un pleito que sería de justicia por no generar más hostilidad. Además, el dolor produce un sentimiento de humildad y no quisiera aparecer juzgando a nadie. De ahora en adelante iré con mucho más cuidado.
Rufus ha pasado el día buscando los rincones más frescos para dormir... y estar cerca de mí.
Y por fin he salido al paseo con J. y aunque al principio las calles ardían como un horno, esta vez me sentía llena de energía y hemos llegado a uno de los pocos jardincillos que no han talado por aquí justo cuando la brisa empezaba a levantarse, qué maravilla... Las hojas de los árboles se hacían eco del viento... Por el camino hemos visto a A., cuando aún no se había levantado la brisa, y se ha quitado el casco, acalorada. Se la veía radiante y ella ha dicho que yo parecía etérea... Los demás nos ven con mejores ojos (yo habría dicho espectral, siendo moderada). Pero la brisa y los árboles y andar... Ese paseo me ha llenado de esperanza otra vez, como el mensaje de una de mis directoras favoritas de documentales que me ha transmitido una gran vitalidad.

10 comentarios:

Pitofiño dijo...

Isabel siempre es esperanzador recibir noticias tuyas. Te deseo una soportable travesía de este calurosa estación que acaba de comenzar.

Belnu dijo...

Gracias, Pedro! Parece que la tendencia es mejorar y aunque sea despacito, eso me llena de esperanza

Pitofiño dijo...

¡Bieeen! Así debe ser.
Mi control sobre el Sintrom también va despacio, pero ahí estamos, en ese campo de batalla buscando nuestra victoria.

Belnu dijo...

Sí, hay un aprendizaje de la humildad y la paciencia! Pero venceremos!

Anónimo dijo...

Pues claro. Para personas así se concibió la victoria. Y sé, además, que, pese a lo que puedas creer ahora, "neither foes nor loving friends can hurt you". Tú estás por encima.

Belnu dijo...

Gracias, Anónimo! Por ese comentario tan genotoso y tan charming

Belnu dijo...

Kipling!

Anónimo dijo...

Claro. "If". A.R.

Belnu dijo...

Imaginé que serías tú!

Belnu dijo...

Huy, escribí el comentario desde el telefonillo y quise decir "generoso" y no ese exabrupto