lunes, 28 de mayo de 2012

Una lectora

Foto: I.N. Planta epifita en un balcón, 2011


Que fue mi mejor amiga en el colegio y que reapareció hace poco, en una ciudad del Sur, me escribe sobre Mis postales de Barcelona

Por fin llegaron tus Postales. Esta mañana he vuelto de un congreso fuera y me las he encontrado ahí, encima de mi mesa, esperando a que les hincase el diente. He empezado a leerlas inmediatamente, sabiendo que tendría que dejarlas a mediodía porque he de preparar mi intervención de mañana ante la asamblea de estudiantes en paro académico (¡15 días de paro convocado por ellos contra el wertazo!).
Te escribo, pues, a mitad de lectura. Pensaba esperar a terminarlo, pero tengo ganas de decirte ya cómo he disfrutado de esa habilidad tan tuya de conjugar los elementos más inesperados para construir un mundo en un plis-plas. Dice mi denostado Vargas Llosa (cuya pluma ha resistido a una evolución personal a mi juicio odiosa) que saber escribir ficción es saber llevar al lector “a vivir vicariamente experiencias que la ficción vuelve nuestras”, liberarlo de “la atroz dicotomía de tener una sola vida y los deseos y fantasías de desear mil”. Está claro que tú sabes crear esa ilusión.
Me están gustando especialmente las descripciones de espacios, sobre todo cuando bullen de objetos (“los objetos retienen la magia de lo sentido”, sí, y la evocación que haces de ellos transmite esa magia) o de personas, o cuando lo humano se mezcla y se confunde de alguna manera con lo no humano: “Populart”, “Nausica”, “Hay balcones”... Me parece que es ahí -en el tratamiento de lo no humano o de lo humano mezclado con lo no humano- donde tus asociaciones son más fulgurantes y tus imágenes tienen mayor carga evocativa.  A veces, me haces pensar en la magia de las enumeraciones surrealistas, aunque tus descripciones no tengan nada de surrealistas y recuerden más bien las pinceladas de un impresionismo condensado y “austerizado”.
¡Qué placer con “El viejo Zeleste”! El ritmo de tus frases me recuerda el del piano de Tete Montoliu, tanto en el sentido sonoro como en cuanto a la sucesión de imágenes. Consigues reproducir la densidad de ese flujo de impresiones restallantes, que se hacían puntualmente ligeras sólo para hacer más perceptible la gravedad que seguía. Fantástica la evocación que has logrado con esa maniobra de prestidigitación sinestésica. ¡Me ha hecho aterrizar en pleno local desde una distancia de 40 años! Y luego esa ola de rabia y de nostalgia llevándose en un abrir y cerrar de ojos (“la forme d'une ville / Change plus vite, hélas! que le coeur d'un mortel”) toda esa arquitectura de luces, acordes, pócimas, humo y objetos disparatados que habías construido. Me muero de ganas de pasárselo a mi hijo barcelonés, que está infectado por la misma rabia aun sin haber podido conocer ni el Zeleste ni la Barcelona en que encajaba.
“El barranco” me ha emocionado. Ha sido un viaje de vuelta al curso 1967-1968, la única época de mi vida en la que he tratado de llevar un diario. De hecho, allí está el episodio, quizás hasta con foto incluida.
Ah, sobre tu nota nº 3. Según Corominas, “el catalán camosa o camosina” corresponde al castellano camuesa, “variedad de manzana, caracterizada por su gusto dulce y aromático, carente de acidez”, y la camuesa tiene una larga tradición en la poesía española.
Para Lope era, como para tu vecina Helena, una piel dorada con reflejos encarnados:
La roja y aurea hespérida camuesa 
en un principio del dragón guardaba
 (Jerusalén conquistada, libro XVI)
(Álvaro Cunqueiro cita estos versos en su Cocina gallega).
Para Góngora, en cambio, la piel de la camuesa es amarilla como la de la “manzana golden”. Tu vecina no podía imaginarse esto:
la opilada
 camuesa, que el color pierde amarillo
 en tomando el acero del cuchillo.
Vuelvo a escribirte cuando pueda retomar las postales.
Un beso.
A.R.

7 comentarios:

Ana María dijo...

Felicidades Bel, tienes amistades magníficas, estás rodeada de cariño y delicadeza que indudablemente mereces y mucho. Ana

Belnu dijo...

Gracias, Ana María, pero en este caso se trata de lectura. A.R. no se anda con elogios por afecto, es profesora de literatura y no se trata de amistad, aunque también la haya, pero si tuviera objeciones las diría.

Ana María dijo...

Cierto, no me he expresado con propiedad. No supeditaba el contenido de la carta al afecto, ni mucho menos, aunque en mi nota pueda parecerlo. Digo que tienes amistades magníficas porque tu lectora del sur describe tus "Postales" tal como yo las sentí(de ahí el plural): exquisitas, evocadoras, delicadas y fuertes. De ahí que concluya con tus merecimientos. El cariño "va de soi", creo yo.

Belnu dijo...

Gracias, Ana María! La lectora, al verlo, me ha reiterado que su comentario era un juicio sincero, no un halago de amiga

Anónimo dijo...

El post que ha plantat la teva amiga A.R. és esplèndid! Quina anàlisi més bona que fa de la teva excel·lent prosa! Enhorabona
A.C.

Ana María dijo...

No hay duda alguna de la sinceridad y emoción de sus palabras. Estoy convencida de ello. Mis disculpas públicas a ti y a todos tus lectores por haberlo expresado de forma tan equívoca. Ana María

Belnu dijo...

Ana María, no hacía falta! Muchas gracias por volver