Foto: I.N. Planta epifita en un balcón, 2011
Que fue mi mejor amiga en el colegio y que reapareció hace poco, en una ciudad del Sur, me escribe sobre Mis postales de Barcelona
Por fin llegaron tus Postales. Esta mañana he vuelto de un congreso fuera y me las he
encontrado ahí, encima de mi mesa, esperando a que les hincase el diente. He
empezado a leerlas inmediatamente, sabiendo que tendría que dejarlas a mediodía
porque he de preparar mi intervención de mañana ante la asamblea de estudiantes
en paro académico (¡15 días de paro convocado por ellos contra el wertazo!).
Te escribo, pues, a mitad de lectura.
Pensaba esperar a terminarlo, pero tengo ganas de decirte ya cómo he disfrutado
de esa habilidad tan tuya de conjugar los elementos más inesperados para
construir un mundo en un plis-plas. Dice mi denostado Vargas Llosa (cuya pluma
ha resistido a una evolución personal a mi juicio odiosa) que saber escribir
ficción es saber llevar al lector “a vivir vicariamente experiencias que la
ficción vuelve nuestras”, liberarlo de “la atroz dicotomía de tener una sola
vida y los deseos y fantasías de desear mil”. Está claro que tú sabes crear esa
ilusión.
Me están gustando especialmente las
descripciones de espacios, sobre todo cuando bullen de objetos (“los objetos
retienen la magia de lo sentido”, sí, y la evocación que haces de ellos
transmite esa magia) o de personas, o cuando lo humano se mezcla y se confunde
de alguna manera con lo no humano: “Populart”, “Nausica”, “Hay balcones”... Me
parece que es ahí -en el tratamiento de lo no humano o de lo humano mezclado
con lo no humano- donde tus asociaciones son más fulgurantes y tus imágenes
tienen mayor carga evocativa. A veces, me haces pensar en la magia de las
enumeraciones surrealistas, aunque tus descripciones no tengan nada de
surrealistas y recuerden más bien las pinceladas de un impresionismo condensado
y “austerizado”.
¡Qué placer con “El viejo Zeleste”! El
ritmo de tus frases me recuerda el del piano de Tete Montoliu, tanto en el
sentido sonoro como en cuanto a la sucesión de imágenes. Consigues reproducir
la densidad de ese flujo de impresiones restallantes, que se hacían
puntualmente ligeras sólo para hacer más perceptible la gravedad que seguía.
Fantástica la evocación que has logrado con esa maniobra de prestidigitación
sinestésica. ¡Me ha hecho aterrizar en pleno local desde una distancia de 40
años! Y luego esa ola de rabia y de nostalgia llevándose en un abrir y cerrar
de ojos (“la forme d'une ville / Change
plus vite, hélas! que le coeur d'un mortel”) toda esa arquitectura de
luces, acordes, pócimas, humo y objetos disparatados que habías construido. Me
muero de ganas de pasárselo a mi hijo barcelonés, que está infectado por la
misma rabia aun sin haber podido conocer ni el Zeleste ni la Barcelona en que
encajaba.
“El barranco” me ha emocionado. Ha sido un
viaje de vuelta al curso 1967-1968, la única época de mi vida en la que he
tratado de llevar un diario. De hecho, allí está el episodio, quizás hasta con
foto incluida.
Ah, sobre tu nota nº 3. Según Corominas,
“el catalán camosa o camosina” corresponde al castellano camuesa,
“variedad de manzana, caracterizada por su gusto dulce y aromático, carente de
acidez”, y la camuesa tiene una larga tradición en la poesía española.
Para Lope era, como para tu vecina Helena,
una piel dorada con reflejos encarnados:
La roja y aurea hespérida camuesa
en un principio del dragón guardaba
(Jerusalén
conquistada, libro XVI)
(Álvaro Cunqueiro cita estos versos en su Cocina
gallega).
Para Góngora, en cambio, la piel de la
camuesa es amarilla como la de la “manzana golden”. Tu vecina no podía
imaginarse esto:
la opilada
camuesa, que el color pierde amarillo
en tomando el acero del
cuchillo.
Vuelvo a escribirte cuando pueda retomar
las postales.
Un beso.
A.R.
7 comentarios:
Felicidades Bel, tienes amistades magníficas, estás rodeada de cariño y delicadeza que indudablemente mereces y mucho. Ana
Gracias, Ana María, pero en este caso se trata de lectura. A.R. no se anda con elogios por afecto, es profesora de literatura y no se trata de amistad, aunque también la haya, pero si tuviera objeciones las diría.
Cierto, no me he expresado con propiedad. No supeditaba el contenido de la carta al afecto, ni mucho menos, aunque en mi nota pueda parecerlo. Digo que tienes amistades magníficas porque tu lectora del sur describe tus "Postales" tal como yo las sentí(de ahí el plural): exquisitas, evocadoras, delicadas y fuertes. De ahí que concluya con tus merecimientos. El cariño "va de soi", creo yo.
Gracias, Ana María! La lectora, al verlo, me ha reiterado que su comentario era un juicio sincero, no un halago de amiga
El post que ha plantat la teva amiga A.R. és esplèndid! Quina anàlisi més bona que fa de la teva excel·lent prosa! Enhorabona
A.C.
No hay duda alguna de la sinceridad y emoción de sus palabras. Estoy convencida de ello. Mis disculpas públicas a ti y a todos tus lectores por haberlo expresado de forma tan equívoca. Ana María
Ana María, no hacía falta! Muchas gracias por volver
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