Escribo un prólogo para las Crónicas de Nueva York de Maeve Brennan, que publicará muy pronto Alfabia y me hace verdadera ilusión; intento abordarlo de otra manera, para no repetir mi texto de Sinrazones. Algunos lectores me escriben buenas cosas sobre ese libro.
Sigo conectada con mi novela, me da no sé qué salir de casa sin llevarme algún capítulo, siempre deseo entrar en ella cuando tengo que irme (ah, gallina, me digo, a buenas horas...). Escribí los dos últimos capítulos, los imprimí y los corregía de camino al Palau de la Música. No son cualquier cosa. Yo necesito arriesgar en lo que escribo, aunque a veces me invadan ciertos temblores, una especie de miedo escénico, mis dudas corrosivas. Y al mismo tiempo necesito sentirme expuesta, funambulista, como cuando ando a oscuras de noche, para no despertarme del todo. Seguir en ese estado de semivigilia, tal vez sea eso la escritura hipnótica, por usar el adjetivo que la Otra Bel le puso a mi escritura. Decir lo que no se ha dicho -en este caso, de la infancia- es subversivo, es casi revolucionario. Pero a veces el miedo se me clava como pequeños alfileres. Decidir hasta qué punto deseo ex-ponerme. Y al mismo tiempo, ¡qué extraña felicidad! No hay nada como eso. Todo lo demás parece ordenarse con ese sentido de la novela, incluso los sueños.
A propósito de sueños recibí el Cuaderno de noche de Inka Martí, muy bien editado y lleno de ese aliento onírico borgiano, recuerda incluso a los Cuentos de lo extraño. He propuesto la reseña a una muy buena revista, TURIA, que necesita un impulso. Es una de las pocas revistas literarias en este país abiertas y que intentan pagar algo a sus colaboradores y no desdeñan la cultura como algo gratuito. Pero les han retirado algunas ayudas con los recortes y ahora necesitan suscripciones. Sólo 28 euros al año. Yo naturalmente me he suscrito. Espero que lo hagan aquí también algunos lectores silenciosos. También he recibido los Cuentos de los 90 de Luis Magrinyà, que edita todos juntos Caballo de Troya: es una buena ocasión para leerlos. Y leo para reseñar unos cuentos algo salvajes de Clemens Meyer, Las noches, las luces (Menoscuarto), narrativa alemana contemporánea, dura y urbana pero nunca light, con una hondura a veces faulkneriana.
He ido a ver a Dolors Miquel con su poesía medieval en el precioso patio con mosaico del IEC. Buenísima selección y toda esa vitalidad rapsódica suya, parecía soleada, campestre y falstaffiana. Al acabar decía que lo ha pasado muy bien. Iba acompañada de buenos músicos con piezas muy bien escogidas. El ritmo era casi perfecto. Mañana lo repite en el palau de Pedralbes. La semana de poesía tiene algo festivo y veraniego que me gusta. La selección del Palau me desconcertó, pero me gustaron mucho el sudafricano y bantú Kgafela oa Magogodi, y el brasileño Arnaldo Antunes y el viejo y energético neoyorquino Jerome Rothenberg. Al salir tuvimos que esquivar a los hinchas del Barça. Mañana un poco más de poesía y el domingo iré a la mani, aunque seamos cuatro gatos. Ojalá que la gente se desperece y venga, contra este sistema tan injusto que nos asfixia para favorecer a los Bancos, y contra las centrales nucleares.
El servidor se estropeó y había gran agitación entre los blogueros. Yo me sentía asfixiada, y tal vez por eso no he logrado escribir un buen post. Un editor americano me pide que le mande un cuento para una antología internacional en formato de ebook. El sistema es bien extraño, veremos lo que ocurre. Se trata de cuentos generacionales. El martes 24 presentaremos Sinrazones del olvido en La Central de la calle Mallorca 237, a las 20h, con Anna Caballé. Espero que vengan, lectores silenciosos.
Fui a ver al hombre que escucha y le hablé de lo que significaba para mí esta novela. Lo importante es el deseo, pensé, es la clave de la escritura, el único indicio para los que escribimos a ciegas. Mientras lo decía me pareció estar descubriendo algo más entre lo ya sabido y salí a la calle feliz, pensando en el título que ya casi he decidido del todo, con la opinión a favor de G., de J., de mi amiga M. y de la Otra Bel. Andando me dirigía a una tienda francesa de Enric Granados cuando un hombre corpulento me abordó cortésmente como para preguntarme una dirección y al acercarse más, en un inesperado arrebato, me ofreció dinero a cambio de sexo. Le solté un "¡Anda ya!" y mientras me alejaba me ofreció seis mil euros. Yo iba murmurando furiosa que necesitaría mucho más para una larga terapia intensiva si hiciera algo así, una cura de sueño, donde habitara el olvido cernudiano. La sola idea me removió las entrañas; ¿cómo podía imaginar aquel tipo...? Pero era obvio que era un loco de atar con sus mechones deshilachados, un desesperado que andaba a tientas, sin saber nada.
Cómo añoro el verde, la piedra y los gatos abisinios, pero cómo cuesta arrancarme de aquí, siempre atada al trabajo y a lo que va surgiendo. La Belle Elaine intenta llevarme a su campo y aún no lo ha conseguido. Y el hombre que pinta retratos afinados y luminosos espera mis noticias, una fecha y un billete de tren. Y yo espero tantas cosas que tienen que encajar... Mi libro de la ciudad y sus noticias. La carta oficial invitándome a la Casa de Escritores serbia, junto al Drina. Tantas cosas. Me acuerdo de Julien Gracq. Releo los poemas de Beckett.
Se oyen cohetes estallando en el cielo, como en mi cuento de La víspera de San Juan. Justo antes de despertarme soñé que era pequeña, reconocía mis piernas de la infancia y andaba descalza por encima de un tronco. Era una especie de rite de passe y yo lo hacía a conciencia, controlando cada paso como si fuera una danza, silenciosa. De pronto veía que el supuesto tronco eran las fauces de un cocodrilo y yo seguía andando muy suavemente, intentando no hacerle daño para que no abriese la boca, pero me pareció que, visto de lado, el cocodrilo sonreía, y de pronto era Rufus y me desperté, pero no estaba.
6 comentarios:
¡Qué escrito tan bonito, Bel! Casi magistral, lo tocas todo, no sólo vives escribiendo sino como escritora, hasta el mínimo detalle lo vives literalmente, como la anécdota de ese pobre miserable famélico de todo que sólo tenía dinero, y me has hecho reír, a pesar de la miseria anímica que vemos caminar por la calle con pantalones. Pobre rico.
Nos invitas y animas a tantas lecturas y a tantas cosas que he decidido apuntarme a casi todas, y por supuesto iré el domingo a la mani en Barcelona contra los pobres ricos banqueros que quieren dominar el mundo quemando nuestro dinero en armas y nucleares.
Gracias por esta magnífica literatura y por compartir tu alegría y tantas cosas bellas. Incluso por tus piernas infantiles sobre Rufus ausente y sonriente :))
Un delicia de verdad*
Oh gracias, Eva!!! Me gusta mucho tu idea de los pobres ricos! Gracias por tu comentario tan generoso, esto alegra una mañana!
Me sale como palabra de control "un pasada" y se me ocurre que, en lugar de hipnótica, que lo es, o de bonita, como dice Eva Huarte, me están sugiriendo que cambie de registro para decirte algo como "Esto es UNA PASADA".
Qué bien las conclusiones con el hombre que escucha, qué bien la presentación de vuestro magnífico libro en la que, ya sabes, desgraciadamente no podré estar y qué bien esa novela que avanza y que, yo sé, va a ser una explosión como una noche de San Juan.
Ja ja, me has hecho reír, Bel M!!! Con esas mayúsculas! Gracias de verdad por los ánimos y las palabras elogiosas. Y qué rabia que no podrás estar, pero te aseguro que la fecha de la presentación de la novela la decidiremos con tu agenda in mente!
pues es un placer que escribas y escribas, y lo compartas con nosotros.un beso enorme
Gracias, Marisa!!!! Me alegra que me leas
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