Foto: I.N., Gilda en la terraza, hace semanas, al anochecer, 2010
Pero a veces me pregunto si no se le pide demasiado a esa palabra, que necesitaría dividirse en dos. Se supone que el nostálgico quisiera volver al pasado o le duele haberlo perdido o es directamente conservador, o regresivo. Pero entonces, ¿cómo llamar a ese extraño sentimiento asociado no a la pérdida de lo que fue sino de lo que no pudo ser? A mí me posee y me asalta esa emoción misteriosa. Paso por la que fue mi casa en la calle Herzegovina y no quisiera volver a aquel tiempo, ni vivir en esa casa, pero veo la azotea cegada de sol y el corazón me palpita deprisa, feliz y melancólica de todos esos recuerdos que se agolpan y piden ser escritos, convertidos al fin en materia de escritura. De eso está lleno mi libro de la ciudad, que ya se está acabando. ¿Cómo llamar a la vibración fuerte del pasado que habita en el presente, que lo ilumina como un relámpago nocturno una habitación a oscuras? ¿Cómo llamar sino la Nostalghia de Tarkovsky? En ese sentido, de terremoto que se abre al pasado, que vuelve a traición, por vías inesperadas, como el relámpago, yo sí soy poseída por la nostalgia, pero sin hacer, como diría el profesor Cuartero, laudatio temporis actii.
Ayer vi la película Canino y me gustó verla, especie de parábola familiar de estos tiempos represivos y mentirosos en que se subvierte y tergiversan las palabras y la pura represión acaba provocando violencia. Especie de ciencia ficción o de cuento inverosímil pero muy potente, con buenos actores, aunque tal vez demasiado repetitivo o lento a veces para mi gusto y sin una poética que a mí me deje huella. Me gustó además escuchar las palabras griegas, que ejemplo se diga paradigma, y tantas otras cosas.
En cuanto a mi gata Gilda, su ronroneo le permite relajarse y distanciarse del malestar, tal es la capacidad de los gatos, come un microplatillo de atún todos los días, pero no le funciona el intestino y su respiración es mala. El lunes volveremos al veterinario. Se trata de que tenga la mejor vida posible el tiempo que le queda, así que ahora ella elige los lugares donde quiere posar su belleza gatuna, sin los pocos límites de antes, y la acariciamos y cuidamos. Ayer por la mañana tuve un momento de crisis, respiraba muy mal y sentí un desaliento absoluto y entonces me di cuenta de cómo la posible pérdida de la preciosa felina conectaba con otro duelo mío (la pérdida de la razón de M, su muerte en vida) y con otro dolor, asociado a lo que intento escribir en mi novela, palabras que no me atrevía a abordar y que arden y duelen pero necesitan ser escritas. Y paso de la felicidad de estar escribiéndolas al fin al dolor de hace mil años. Las dos cosas forman parte del proceso y el combate de boxeo me deja exhausta y perpleja.
Mientras he retomado la maravillosa (préstamo de la Belle Elaine) La lengua absuelta de Canetti, que había dejado a mitad y se había quedado enterrada entre los libros. Esa escena en que él y su amigo se cruzan con un tren de ganado atestado de judíos de la Galitzia del Este, que huyen de los pogromos rusos y él se queda desalentado y al llegar a casa de su amigo ya no puede jugar a los soldados, ni merendar. O el maravilloso personaje de Alice Asriel, que contempla con benevolencia y distancia los desastres y tropelías de su legañoso marido, que ha dilapidado la fortuna de ella (No todo es el dinero, dice Alice), enamorado de la criada (Yo no voy a estropear su historia de amor, dice Alice... Si es maravilloso, ella le adora y le besa la mano, entre nosotros nunca hubo nada), o Fanny, la niñera que sonríe siempre y que él imagina sonriendo mientras duerme y sueña, o su pasión por su madre y sus celos terribles contra el pobre Herr Professor... Tal vez su infancia ajardinada me consuela de la mía, que intento convertir en novela, dándole una estructura a lo innombrable. Sé que me estoy perdiendo el Festival de Cine Judío, a ver si le pongo remedio antes de que acabe. Lean de mis decepciones políticas en Polis.
16 comentarios:
No sé cómo hace el azar para entrelazar las cosas. Tarde solitaria, tórrida y aburrida de domingo, sin ganas de leer, sin ganas de escribir... Pongo el DVD de "Nostalghia" y al volver encuentro este post tuyo. Tus acertados comentarios se solapan con las imágenes todavía vibrantes de la película de Tarkovsky que, en esta película, me recuerda enormemente a Dreyer.
Saludos
Sí, sí, esa película es maravillosa! Y la luz... Y en el mismo pack había un documental de Tonino Guerra y Tarkowsky en el viaje para hacer las localizaciones, me encantó... y ese monasteriio donde arden tantas velas y la gente arrodillada, rezando y las palomas de la virgen del parto... qué locura y el agua y el perro, y el que no salía de casa
El documental lo dejo para otro día. Me gusta ir a sorbos pequeños, y de momento me conformo con la nostalgia de Nostalghia, y sí, como el tratamiento de la luz, y la niebla, y la presencia del agua y las velas... El tedio de los domingos tienen a veces estas gratificaciones.
A su tiempo espero poder leer ese libro en ciernes sobre tu ciudad...
Sí, sí, mejor otro día, hay una escena de los dos hablando en la vieja casa de Guerra en Roma con la luz cayendo, o la visita a una casa donde quieren ver unas losetas antiguas hechas con flores naturales que los encargados no les dejan ver... y las conversaciones...
Y sí, en Nostalghia hay muchas cosas y la conversación entre la mujer del pelo rizado y el cura sobre por qué rezar, y esa nostalgia vibrante del retorno imposible... en fin.
"La nostalgia ya no es lo que era", llamó la en muchos sentidos enorme Simone Signoret a su presunta autobiografía.
Me uno a tu paseo. Hoy estuve a punto de acercarme a la casa que me acogió apenas llegado a Barcelona aunque se que ya no existe más, al igual que, más lamentable aún y doloroso, tampoco existen sus habitantes, mis siempre recordados amigos Daniel y Marcelo.
Tal vez me esté despidiendo de esta ciudad.
Nunca fue demasiado mía -no se si es de alguien más que de los desagradables políticos que deciden apropiársela- pero dolerá si me alejo.
Cuando veo tantas coincidencias nostálgicas, no me tranquilizo.
Todo lo contrario.
Sí, Millán me ha recordado ese título en Facebook, sabía que saldría! Era un bonito título enigmático... Sí, la ciudad ya no es nuestra. En mi adolescencia soñábamos que lo sería, intentábamos tomarla, yo creo que Barcelona fue nuestra o un poco en los ochenta, al menos había espacios que tomar, quedaban descampados y rincones, quedaba historia, quedaba silencio y árboles, ahora nos la están arrebatando del todo y duele
La clave está sobre todo en la primera frase, "nostalgia de lo que nunca fue". Nos están arrebatando Barcelona, es cierto, pero sobre todo nos están arrebatando la posibilidad de realizar aquello que no se hizo y con sus tropelías es como si se mofaran y nos repitieran malignamente, no ya "nunca más", sino solamente "nunca".
Preciosa y nostálgica entrada.
Gracias, Bel M! Sí, nostalgia de lo que soñábamos y no se cumplió, pero cuánta felicidad (aunque sea doliente) en esos sueños viejos!
Sí, ese trabajo nostálgico, de recuperación, de sin pasado no hay futuro, aunque lo que nos empuja es el presente inmediato. Pero necesitamos de ese otro tiempo, que para algunos parece no existir, o no tener tanto peso y viajan con más celeridad.
Yo escuché a Maillard en una ocasión, y es verdad que tiene ese don para leer.
iluminaciones
Esa presunta autobiografía de Signoret es una maravilla, la leí hace no tantos años y aunque ya no sea lo que era, mejor así, siento una nostalgia inmensa por ella, ya que fue un préstamo y no está en mis estanterías. Muy a menudo la recuerdo y menciono.
Celebro tu reencuentro con "La lengua salvada-absuelta".
Es verdad Iluminaciones: no hay escritura sin memoria (así se titulaba una conferencia que hicimos una vez, para mí además el presente está coloreado por ese pasado que lo habita y se agita de pronto, sin avisar
Eph, creo que yo leí Adieu, Volodia, pero no La nostalgia... lo buscaré...
Según se cuenta aquí http://mayora.blogspot.com/2010/07/tiempo-de-vida.html
y aquí http://www.elpais.com/articulo/portada/padre/dolor/elpepuculbab/20100703elpbabpor_24/Tes
la NOSTALGIA es muchas veces la esencia de la literatura; el deseo y ansia de recuperar lo perdido, una de las mejores formas de mostrar lo que es el amor platónico.
RFT, gracias por los links, pero conozco el libro y había leído el segundo artículo, y no creo que ese libro tenga que ver con la nostalgia sino pura y simplemente con la pérdida del padre. También conozco al autor, le vi hace poco en Madrid. me recomendó un libro de Handke que yo había leído en la adolescencia y que ahora releí con ojos distintos y de todo esto hablé de él en este espacio.
En cambio Natalia Ginzburg sí dice que de la nostalgia surge la literatura y en su caso es exactamente así. Reconstruir los paisajes de la nostalgia; ella lo hace mejor que nadie.
Isabel, he estado de vacaciones unos días pero ya he leído todos lo que has escrito y que tenía pendiente y he sabido del mal de la gata Gilda- y, aunque ya está aclarado el misterio,siento que se haya resuelto - y de tu entusiasmo al encontrar una guía para seguir con tu escritura. Muchas veces tenemos nostalgia de cosas que no fueron, a mi me sucede a menudo, pero de lo que nunca puedes estar realmente segura es de si lo que añoras no es otra cosa que tu misma, la persona que eras y lo que sentías o sabías o en lo que creías entonces.
Emma, exactamente, yo añoro lo que yo deseaba y soñaba en ese tiempo. Esa es mi nostalgia: mis pensamientos, deseos y sueños alocados de entonces, antes de que llegara Saturno y su principio de realidad
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