jueves, 26 de octubre de 2006

Goethe, Kollwitz, Steiner y la tristeza hormonal

Käthe Kollwitz
Quien nunca comió su pan con pesar
Quien nunca pasó la medianoche
Llorando y esperando la mañana, No os conoce, oh Potencias Celestiales Goethe
En Berlín Oeste, cerca de Savigny Platz, junto al Wintergarten de la Literaturhaus está el museo de Käthe Kollwitz, dibujante expresionista de los desheredados, el hambre y la muerte, tan negra como los grabados de Goya, pero con una sensualidad melancólica y casi táctil que no excluye un humor suave. El museo es una casa bien conservada, sin apenas tienda ni márketing, un museo monográfico serio y no-comercial, de los que no existen en mi país y si existían los han cerrado. La frase de Goethe la citaba Oscar Wilde en De Profundis, traducida por Carlyle; supongo que a algunos les parecerá patética, pero a mí me gusta la asociación del dolor o el sufrimiento al conocimiento, aunque sólo fuese una consolación. Ayer leí, en ese librito de Steiner titulado Ten (Possible) Reasons for the Sadness of Thought, que según Schelling, sólo en la personalidad hay vida y toda personalidad reposa sobre un fondo oscuro que es la base del conocimiento. Hemos sido creados tristes, aunque según Dante, los tristes merezcamos el infierno, pero en esa melancolía de la culpa y la duda y la perplejidad ante el mundo, está también la energía de la creación. Aunque a veces pienso que mi tristeza es sólo estúpidamente hormonal.

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