domingo, 4 de noviembre de 2007

Del psicoanálisis, la felicidad y el dolor

Ilustración: Sempé (robada con autorización del librero de la calle Berlinés).

Estos días he visto otra vez cómo, cerca de mí, una adolescente que necesitaba, que pedía a gritos una escucha, un espacio donde preguntar(se), era conducida a la consulta de un psiquiatra de mi barrio (todos parecen estar por aquí, los buenos y los malos), que la tranquilizó diciéndole que lo suyo era un problema fisiológico, que se curaba con química, y acto seguido le recetó (sin duda ese profesional, además de los 300 euros que les cobró por la consulta, será premiado por los laboratorios) un símil del prozac y diazepam para las "crisis".

No he podido evitar que ese hecho me recordase viejas historias más tristes (y también otras que acabaron bien), ni que me preocupase cómo ese hecho afectaba a otros cercanos. Yo sé que soy radical y no puedo evitarlo. He visto demasiado encarnizamiento, he visto destruir o destruirse a alguien a base de intentar apagar, aparcar, negar, desviar el dolor con química, sin preguntar/se. Y en cambio, he visto rehacerse, reconstruirse a otros creando un espacio donde interrogarse, escucharse, repensarse.

El otro día me mandaron un artículo de La Vanguardia que decía:

La Secretaria de Estado para la Salud británica ha aprobado un plan masivo para que puedan acceder a la terapia psicológica más de 900.000 personas afectadas por problemas de ansiedad y depresión. Se ha comprobado científicamente que son tan eficaces como los fármacos y que los deben complementar. El plan ahorra 17 billones de euros en costos por bajas médicas, desempleo, y costo asistencial, y su costo va a llegar a los 245 millones, por lo que la propuesta no es sólo viable, sino un ahorro presupuestario, a la vez inteligente y sensible a las necesidades de la población. La decisión no es fruto de presiones realizadas por el colegio de psicólogos sino que se ha tomado después de que el prestigioso economista Lord Layard, profesor de la London School of Economics, elaborara un informe en el que se afirma que la salud mental es "el factor más importante con respecto a la miseria humana en este país... y debería ser una prioridad del gobierno". Según este informe, redactado hace más de dos años, los problemas de salud mental afectan al menos a 1 de cada 6 personas en algún momento, y si 900.000 personas recibieran atención psicoterapéutica se daría una reducción estimada en 25.000 personas en situación de desempleo, baja laboral o por discapacidad. Cada una de estas personas cuesta a las arcas del tesoro británico más de mil euros. Los beneficios de esta medida van a financiar con creces su costo, dice Layard, hasta hace poco asesor económico de Gordon Brown y del gobierno ruso. Y añade, el problema tiene solución porque las terapias psicológicas han mostrado empíricamente su eficacia para estos problemas, tal comoreconoce el Instituto Nacional británico de Salud para la Excelencia clínica, de acuerdo con sus rigurosos criterios. La situación no es nada diferente en nuestro país, y aun sin contar con un estudio macroeconómico, sabemos que cerca del 15% de la población adulta (y cerca de un 3% de la infantil) sufre problemas de salud mental (Encuesta Nacional de Salud, Ministerio de Sanidad,2006). Los costos en bienestar personal, familiar y social son enormes. Pero quizás lo único que puedan escuchar los responsables de los presupuestos gubernamentales sean los argumentos economicistas. Que tomen buena nota de los ingleses y harán un gran favor a la economía del país, y lo que es más importante, a la salud de los ciudadanos. Y por una vez, una cosa puede no ir en detrimento de la otra, sólo falta inteligencia, visión política y valentía para llevarlo a cabo. ¿Dispondrán nuestros dirigentes de tan preciadas cualidades?

Que cada cual piense lo que quiera. Lo mismo serviría para otras obsesiones mías. También en política, también contra el terrorismo, también para la memoria histórica: Hablar en vez de callar, pensar en vez de adormecerse, dialogar en vez de limitarse a mandar a la policía. Intentar entender y observar, analizar con pinzas: aunque duela un poco la herida, se airea, se limpia, se cura, cicatriza... aunque siga doliendo en los cambios de estación, ya no supura, ni hiede, ni pudre y gangrena el resto. Se la puede mirar, no es peligrosa como antes. La química, como la policía contra el terrorismo, puede servir en momentos de emergencia, pero no sustituir la escucha y el diálogo. Yo he visto personas convertidas en zombis gracias a la química, y he visto otras que funcionan, pero sin poder dejar sus fármacos, sometidas a sus efectos secundarios, deformados sus cuerpos y medio muerta su líbido, debilitados -convencidos de que no tienen recursos para soportar el dolor y superarlo- y con el problema a cuestas, cada vez más viejo e insidioso, con su estela de tristeza, sin resolverse ni airearse ni entenderse, condenados a repetir patrones dolorosos sin poder siquiera darse cuenta.

El otro día leí una reseña absurda contra el número 30 de la revista La Règle du jeu, revista dirigida por el sorprendente BHL, un número dedicado a defender el psicoanálisis frente a la última y siempre furiosa oleada de adversarios, y donde recogía testimonios de escritores, actores, intelectuales franceses reconocidos y agradecidos a la práctica freudiana y lacaniana, que les ayudó a (re)construirse y a escribir y a vivir en el mundo. El reseñista decía que, a pesar de su admiración por esos intelectuales, actores, políticos, escritores, ¿cómo podía prestigiar al psicoanálisis saber que había ayudado a gente inteligente y valiosa? Oh no, ¡sólo valdrían las estadísticas! Pero claro, pensé yo, la posición de alguien que valora los métodos estadísticos para registrar el sufrimiento mental o la mejora en la calidad de vida es bastante alejada del psicoanálisis. Medir el dolor, el sufrimiento, la curación en números generales, y no comparando a cada uno consigo mismo. Y ahora veo en ese artículo que las estadísticas y los números de los economistas también están de acuerdo en que la salud mental mejora con las terapias y el psicoanálisis.
A los que estamos cerca del análisis, me dijo alguien el otro día, nos cuesta entender que alguien prefiera tomar pastillas o darlas a sus hijos antes que hablar de las cosas en una consulta. Ese dolor generalizado, obstinado en perpetuarse e intentar enterrarse antes que enfrentarse con valor a cualquier verdad, nos rodea sobre todo en un país como éste, donde el silencio, la evasión, la negación han sustituido históricamente a la reflexión, la historia, la filosofía, como señalaba María Zambrano. Nada es casualidad. Nuestros vecinos franceses debaten, discuten, reflexionan, teorizan y nosotros tratamos de olvidar(nos)...

Yo misma sólo puedo asociar y agradecer al espacio psicoanalítico mi extraña felicidad inquieta y sembrada de puntos dolorosos, donde lo esperanzado macera con el asombro, esa vida de andariego pensante y/o rumiante, los interrogantes, la placidez, la desesperación y los arranques aventureros, el miedo y las tristezas viejas, todo arrollado en un torbellino vital y energético y las visiones burlonas de mi mismidad, en constante transformación, perplejidad y pensamiento, todo mijote, todo cuece en la misma cazuela analítica de mi lenta escritura a trompicones, salvada de mi pasado a base de integrarlo, de acogerlo, casi de acunarlo, invitando a mis demonios a comer.

Y hablando de comer, ayer olvidé contar una cosa. Tengo una amiga que detesta las patatas en cualquiera de sus formas, así como la sopa. Tampoco le interesa lo dulce. Yo, que observo con admirada envidia su sobriedad, identifico su rechazo de esos azúcares e hidratos de carbono con su independencia y su distancia de las emociones. Seguramente es una de mis fantasías, pero no puedo evitarlo.

22 comentarios:

Anónimo dijo...

está en el aire parece... el otro día oigo que (en buenos aires) se receta demasiado clonazepan y el colegio de médicos psiquiatras (o algo así), alerta del abuso... impresiona

Belnu dijo...

Sí, pero una psicoanalista comentaba que en españa, los laboratorios son muy poderosos: por lo visto tienen las listas de la seguridad social, controlan quienes recetan sus productos y les premian... es un sobresueldo. También tienen unos lobbies tan fuertes que logran que en españa se aprueben medicamentos sin pasar los protocolos de ensayos etc.

el objeto a dijo...

en estos tiempos en que estar feliz es una obligación, las pastillas y esa malinterpretada ciencia aparecen como la única solución para mucha gente. Como decía tu amiga, a muchos nos cuesta entenderlo.
Me acuerdo de esa frase tan bonita de Pierre Rey en su libro Una temporada con Lacan: la felicidad nunca ha hecho feliz a nadie!

Belnu dijo...

Sí, esa es una frase muy sugerente, ¿y no la usaste tú como título de un montaje teatral?

Dante Bertini dijo...

hummmmm...qué decir cuando se está en un todo de acuerdo...Hay mucha gente que no tiene médicos ni siquiatras, tiene camellos legalizados. Allá ellos, porque siempre hubo gente que no quería saber, que no quería sentirse vivo, que no quería sentir.

Belnu dijo...

Gente que no quería sentir... y camellos legalizados, tu precisión para la síntesis me recuerda siempre que eres poeta, Cachodepan

frikosal dijo...

Me parece razonable lo que dices. Es muy grande el poder de una receta. El asunto de los medicos, visitadores, laboratorios y farmaceuticos me ponen los pelos de punta. No solamente en este campo de la medicina si no en muchos otros.

Pero cuando dices "psicoanalisis", interpreto que te refieres, algo mas en general, a diferentes tipos de psicoterapia. ¿Es asi?

Y si la gente tira en masa por las pastillas yo creo que es por que:
-Las receta el medico de cabecera, sin mas y sin necesidad de psiquiatra a no ser que la cosa sea grave.
-La psicoterapia (hasta donde yo se) no entra por el seguro.

Belnu dijo...

En España hay muy pocos psicoanalistas en el seguro, pero espero que sigan a los ingleses y franceses! Me refiero a cualquier terapia de orientación psicoanalítica, mis preferencias siempre por los freudianos y lacanianos (no me gustan los junguianos, tienen pocos recursos, son poco exigentes en la preparación y en las crisis fuertes acaban ingresando a la gente como sea). Ahora, por suerte, en Bcn, ya hay centros de atención psicoanalítica que ofrecen precios reducidos (o bien 4 meses de psicoterapia gratuita).
Pero comparto tu preocupación por el gran negocio farmacológico en general, hice un post sobre la quimio en Polis, ahí verías mi posición. Creo que la medicina en general suele incumplir aquel principio hipocrático básico: Lo primero, no hacer daño al enfermo.

Anónimo dijo...

Magnífica escriptura, uneix una poètica de l'experiència amb una poètica reflexiva. Aquesta entrada del teu blog és una de les millors defenses de la psicoanàlisi (de fet, defensa de la vida) que he pogut llegir. Que no s'aturi.

Salvador
Està bé que -de tant en tant- ens trobem amb el genial Sempé. Una mena de rendez-vous fora del temps (i de l'espai).

Belnu dijo...

Moltíssimes gràcies, Salvador, per això que em dius, guardaré aquest comentari a algun lloc per als mals moments... Em fa més il·lusió venint de tu.
I sí, Sempé és meravellós...

Anónimo dijo...

uf...que tema...coincido absolutamente con todo lo que decis en este post.
es una pena que el psicoanálisis no sea apto para todos los bolsillos. tan necesario y tan diferente a pretender solucionar las cosas con un gesto, sin pensar...

Belnu dijo...

Pero empieza a serlo, ahora hay un par de centros en esta ciudad donde ofrecen atención a precios muy razonables... Los ingleses y franceses sí lo incluyen en la seguridad social

nomecentro dijo...

El uso a discreción de psicofármacos y las diferencias radicales de opinión entre psiquiatras y psicólogos me llama mucho la atención. He visto resultados de tratamientos muy chocantes, con fallos impropios de una ciencia. Me inquieta tanta incertidumbre y no poder sacar conclusiones. El que frente a miles de pacientes que sufren, atiende y calcula el rendimiento, es un cabrón con orlas. El estudio exclusivo del rendimiento si me apuran no vale ni para las granjas de pollos. No creo que la psicología haya conseguido que quien la necesite acuda con confianza, naturalidad, convencimiento e interés propio.

nomesploraria dijo...

Totalmente de acuerdo. La química para los casos graves y siempre como refuerzo de la terapia.
La química sin terapia es como taponarse los sentidos; es una condena.

A mí me apasionan las patatas.

Belnu dijo...

Bien dicho, Nmp, adormecer los sentidos, media vida, que diría Naipaul...
Nomecentro: yo no defiendo la psicología sino el psicoanálisis, que es distinto. Pero claro, prefiero siempre la escucha, aunque sea equivocada, que los fármacos como sucedáneo de la palabra.

Belnu dijo...

Y en cuanto a las patatas, no esperaba menos de ti, Nmp...

Gladys Pinilla dijo...

ay niña cuanto dolor que solo disen mentiras lo hombres y son malos nomás y no tienen corason pero cuando me toca me se nubla la razon
y el doctor me dio pastillas pero le dije que se las tome su hermana nomás que estoy mala pero no quiero esos venenos

Belnu dijo...

No te tomes nada, Gladys, y que te quiten lo bailao...

JML dijo...

Querida Bel:
Siempre que he ido a un psquiatra he tenido que luchar contra esa memoria falsa que el cine nos inocula como un virus. Esos despachos amplios, con las paredes forradas de madera y los suelos enmoquetados, con altas bibliotecas y cómodos divanes, con luz velada por las cortinas y enormes bodegones colgando de la pared, y en el centro, recogiendo el movimiento circular de la mirada, un hombre con un cuaderno en la mano, sentado en un orejero, con las gafas en la punta de la nariz, mirando como quien espía, escuchando como quien piensa, pensando como quien se ausenta… Nada de eso es verdad, ni el atrezzo ni la posibilidad de curación; lo sé por propia experiencia. Todo se parece más, en el fondo y en la forma, a lo que se relata en La stanza del figlio, de Nanni Moretti, esa austeridad en la puesta en escena y la certeza de que la intimidad es un espacio impenetrable, que toda curación es epidérmica, que la catársis no ayuda, aunque emerge. El psiquiatra es el sumo sacerdote de esa ceremonia del dolor, un caro oficiante que recoge tus palabras como cristales rotos que andan caídos por el suelo y compone con ellas hermosos aforismos de powerpoint. Creo que a fin de cuentas no hacemos más que alquilarle nuestra neurosis y ayudarle a escribir un relato. Deberíamos cobrarle derechos de autor…
Y claro… siempre nos quedará la química, pero ahí estoy contigo. Hay que dejar que las heridas supuren, que se curen al aire, aunque sé de antemano que el dolor tiene las palabras contadas.

Un saludo, como siempre.

Belnu dijo...

LO siento, mi querido perdedor, comprendo que prefieras consolarte perdiendo, negando, pero eso que cuentas nada tiene que ver con mi experiencia del psicoanálisis ni con tantas otras cercanas. Yo he visto reconstruirse y limpiar el vaho del espejo, he visto niños dolientes que han podido rescatarse y gozar. He vivido mi propio rescate, yo era trozos y trozos sufrientes y sólo vivía con el perenne consuelo de que si no resistía más usaría mi receta constantemente renovada. Y ahora, con todos mis trompicones, me he reconciliado conmigo, y repito: aunque las cicatrices puedan doler con los cambios de estación, aunque lleve siempre conmigo esas marcas del pasado, puedo sentir felicidad en medio de todo, dar vueltas y rodeos para llegar a las cosas pero llegar, y respirar hondo. No, eso que dices es una descripción que te sirve a ti como coartada para no hacer o como relato para entretenerte, pero no tiene nada que ver con lo que yo sé.

JML dijo...

Estimada Bel:

Yo no disiento, sólo te traslado mi experiencia, no tan lejana, mi relato, que no es pasatiempo, sino memoria. Claro que tengo coartadas; todos las tenemos, pero no necesito perder para recurrir a ellas, me basta con mi experiencia, que no fue traumática, pero tampoco feliz. A mí me tocó tratar con alguien que no quería comprender mi dolor, sólo sacármelo, como una muela cariada, a toda prisa, sin la debida profilaxis. No fueron más de cuatro o cinco sesiones, espaciadas a lo largo de ocho meses. Cuando aquella mujer entendió que no me faltaba ningún tornillo y que mi dolor era como un perro con bozal, incapaz de morder a nadie, me dio los buenos días y carpetazo. Yo me quedé con un montón de preguntas ahogadas como un grito en la garganta. No sé, tal vez no he sabido reconstruirme, quizás sea eso, o es que he optado por crearme una identidad mirándome cada mañana en mi espejo roto. Esta película cada uno la cuenta como la ve, y la tuya, mi querida Bel, es el negativo de la mía, o viceversa. Te entiendo, pero no seas tan dura conmigo (=reproche cariñoso). Ya sabes que toda regla necesita una excepción para poder confirmarse.

Belnu dijo...

Oh no, Perdedor, no quisiera ser dura, pero eso que me cuentas es psiquiatría, no psicoanálisis, no escucha psicoanalítica. Puede haber mejores y peores profesionales, puede haber más inteligentes, sensibles o intuitivos, pero es muy distinto el trabajo que se hace en uno u otro lado y eso que tú cuentas, además de decir poco bueno del que te recibió, muestra que se trata de una consulta de psiquiatra.
Cuando digo coartada es cuando tú dices algo de que sabes que de nada serviría o que es imposible. Esa idea te sirve para no tener que reintentar, ¿y por qué deberías? No seré yo quien te recomiende ni aconseje nada. Yo sólo cuento lo que sé y lo que he visto, cada cual que haga y deshaga lo que le convenga y desee. Además, como dijo Françoise Dolto, uno no se psicoanaliza para entretenerse y conocerse mejor, sino sólo cuando las conversaciones con amigos o gente cercana ya no basta para airear unos conflictos internos que entorpecen cuando no paralizan la vida de alguien. Y yo jamás osaría decir que tú estés en ese caso ni en ningún otro...¿Qué sabré yo?