sábado, 17 de febrero de 2007

¿Ciudades secretas?

Gabriele Basilico, Istanbul Me he asomado a la posibilidad de asistir al seminario de Helene Cixous- en el Museu d'Art Contemporani de Barcelona , aunque hay que leerse previamente una bibliografía señalada y resignarse a un encierro de tres o cuatro horas, dos días, en aquel subsuelo del auditori, veremos si puedo conseguirlo, pero su historia de pied noir judía francesa, su dédans dehors histórico, sus afinidades no sólo históricas sino ideológicas y filosóficas con Jacques Derrida, su escritura poético-filósofica-analítica, su discusión y aportación feminista al psicoanálisis de Jacques Lacan (esa aportación que parecen ignorar las mujeres de este país que acusan el psicoanálisis de misoginia, como si todo hubiera acabado en Freud y nunca hubieran existido aportaciones como las de Cixous, Olivié -Christiane Olivier Psychanaliste Ecrivain et Conférencière - y tantas otras; cayendo ellas en esa misoginia que pretenden denunciar) me fascinan e interesan. Hablando de ciudades secretas, o ciudades interiores, anoche fui a ver la última película de Gondry, pero pensé que al menos en parte tenía razón el artículo de Letras Libres - "La ciencia del sueño, de Michel Gondry" por ... porque la ausencia de su guionista habitual, por ejemplo en Eternal Sunshine of the Spotless Mind (2004) o Olvídate de mí, ha convertido las ideas más intensas y la tristeza quebrada de esa película en casi casi pura atmósfera, aunque haya destellos reconocibles y momentos geniales en ese cuento loco y triste, pese al final. También es verdad que me cuesta juzgar cuando algo me angustia, también me angustió su película anterior, con una desazón parecida a la que me produjo Dancer in the Dark de Lars von Trier. Algo que se filtra como una duda, en este caso la locura, en el caso de Lars Von Trier, la negación y el sacrificio y le maltrato. Mi sabia prima V. dice que La ciencia del sueño es la historia de una psicosis, y efectivamente, it makes sense. Pero creo que Gondry, sin su guionista, carece de disciplina y que sólo muestra su locura sin poder domesticarla y de pronto se asusta y nos sirve ese final de cuento. Hay una duda persistente en toda la película, una indecisión narrativa que no se cura, un temblor... Tengo que reconocer que a mí me ha pasado a veces con Samuel Beckett , que su aproximación a la locura me asustaba demasiado. He comprobado que a otros les ocurre con autores que a mí me fascinan, como una vez me dijo Emilio Manzano sobre Fiódor Dostoievski, que yo siempre releo con la misma fruición, no sólo los Hermanos Karamazov, sino CRIMEN Y CASTIGO.

2 comentarios:

Dante Bertini dijo...

maravillosa imagen...dan ganas de correr hacia allí
busqué al fotógrafo, sin suerte

Belnu dijo...

Ay, perdona, Cacho de pan, es que le llamé Giorgio y es Gabriele!!! Yo lo descubrí en la Maison de la Photographie en París, qué maravilloso fotógrafo que retrata las casas como si fueran personas! Tienes que ver su serie de Buenos Aires, la de Estambul, en fin!