Foto: Jose Aguirre, G. entre los árboles, Lisboa, 2008
Me voy a ses illes. Hace muchos años que no he vuelto a Mallorca y esta vez tampoco voy a recorrérmela, más bien voy a la ciudad, a recuperar el tiempo perdido en largas charlas con mi amiga M y su partner S. La última vez que los vi juntos fue pura cuestión de azar, oí que me llamaban en una calle de París y gracias a eso, salieron en mi libro balcánico. He visto las predicciones de tiempo: tormentas y nubes y fresco.
Me llevo sólo lo que voy a reseñar para La Vanguardia, y nada más, ni ordenador. Sólo mis cuadernillos, por si surge alguna inspiración de emergencia. De hecho, uno de los dos gérmenes de cuentos pasaba en Mallorca y tal vez el viaje se convierta en el drive que me lleve a esa historia o me dé coraje para adentrarme en el otro cuento embrionario...
Hoy he tenido la sensación de que mi libro balcánico casi existe ya, como objeto. Ese libro me hace una ilusión especial, tal vez por la cantidad de tiempo que me ha acompañado su gestación, los viajes. Hacía la maleta para este tiempo cambiante y pensaba: ¿Qué me llevé a Ljubljana? Siempre me vuelven sensaciones felices de esos viajes, aun con todos sus extraños avatares, a veces desesperantes.
He ido a ver al acupuntor francés. Me ha dicho: ponga los pies en el suelo, está volando. Demasiada actividad cerebral. Doble un poco las rodillas, sienta como si tuviera raíces bajo tierra, como si las extendiera. Y relájese. Respire... No le he dicho nada de La plaza del azufaifo. O la noche del azufaifo. Iré a verlo antes de irme. Esta vez será V. la que cuide de Gilda, si es que encuentro mis llaves.
Me he despertado con unas tontascanciones que me hacen reír. Tal vez sea la idea de desplazarme sólo de visita cuando se ha acabado el verano y sólo va a llover. Una letra de canción decía: sábado y domingo, te quiero Beatriz, sábado y domingo, no quiero estar sin ti. Creo que la cantaba Luis Aguilé. Y eso me recuerda que un día, después de años o siglos sin vernos, Carlos Pazos me llamó para decirme que pusiera la tv, que salía Luis Aguilé. Aquí estaba una amiga semilondinense, E., que se moría de risa: inmediatamente CP subió puntos ante sus ojos. ¿Quién llamaría para avisar que sale Luis Aguilé en la tv? Sólo alguien capaz de una pasión irónica por el pasado como CP (claro que Nmp...). La cuestión es que no llegué a ver al cantante kitsch, pero estuve un rato hablando con CP (aquella voz de siempre, que yo había definido en un viejo escrito de 1978).
Otra canción que bailaba en mi cabeza esta mañana es de un cuento del perverso y poético Andersen, El porquerizo, donde el susodicho seducía a la princesa con una cajita de música que cantaba: "Oh mi querido Agustín, todo tiene su fin" y la cambiaba por besos. Al menos, esa fue la versión que puso el traductor a una canvión danesa. Pero a mí me gustaba esa melancolía asociada al nombre, como aquellas nanas tristes que comentaba Lorca, A la nanita, nana, el caballo fue a la fuente, pero no quiso beber... ¿Por qué no quiso beber? Por la misma razón misteriosa que embarga a ese triste Agustín, o que lleva a la princesa a besar al porquerizo, para oír que todo tiene su fin.
Benvinguda siguis a aquesta illa i si estàs per ciutat no et perdis el gelat casolà d'ametlla que pots trobar a un lloc típic de Jaume III.
ResponderEliminarGràcies, Anònim! Així ho faré: m'encanta el gelat d'atmella casolà, com el que feia la meva perversa tia quan érem petites; això se li ha de reconèixer, el feia boníssim. Me'n prendré un a la meva salut i agraïré al cel que jo ja no sigui petita i ella no pugui torturar-me.
ResponderEliminarHágame un favor.
ResponderEliminarYa que no lleva ordenador, cuando vuelva, vaya con la imaginación a la Librería "Ágora" (está cerca del Paseo del Borne, en Palma) y relea la "Carta a D." de André Gorz, que tan bien conoce.
Y no olvide ver el mar gris y tormentoso en Cólonia de Sant Pere.
Que descanse mucho.
"HAZME
AMARGO.
CUÉNTAME
ENTRE LAS ALMENDRAS"
(Paul Celan)
ASí lo procuraré, Rft, así lo procuraré... Qué fragmento de Celan que no conocía, casi lorquiano... El amargo! Las almendras de mi patio. Corazón de almendra amarga.
ResponderEliminarY gracias por sus deseos!
ResponderEliminarVagi més que bé a Mallorca estimada D.
ResponderEliminarEl ficus on és en G. és impressionant (ep! en G també, clar)
¿Es un ficus?
ResponderEliminarCasi parece un árbol del país de los gigantes. Buen viaje, me tientan esas almendras, ese es un helado que bien vale un viaje.
Hasta pronto y regresa inspirada!
Eso parece! Pero tú sabrás mejor, Friks...
ResponderEliminarOjalá te escuche Atenea o las musas griegas y vuelva con uno de mis dos gérmenes de cuento encarnados, o con el valor para escribirlos...
(Discúlpeme usted si uso su blog para comentar algo a Frikosal)
ResponderEliminarNo es un ficus, sino todo un MAGNOLIO, seguramente del jardín botánico en el Valle de La Orotava o de los que hay junto a curiosas esculturas de Henry Moore, más allá de la Plaza de los Patos (que no tiene patos) en Santa Cruz de Tenerife.
...Aunque a "G." se le supone en Lisboa...
ResponderEliminarFaltaría más, RFT, éste es también un espacio de conversación. Es el jardín botánico de Lisboa, no el de Tenerife, que también conozco y del que tengo fotos. Un magnolio! Bueno es saberlo, qué hermosura. Aquí lo habrían cortado.
ResponderEliminarEsa es la paradoja del cuento, querida Bel: que tiene un fin cuando en realidad deseamos que la eternidad tenga alma de canción para que nos siga seduciendo con su historia interminable, no con su final feliz.
ResponderEliminarFeliz estancia
El árbol está en Lisboa, como he dicho.
ResponderEliminarPero si yo no preguntaba realmente, dear J..., era una pregunta retórica y me contestaba yo misma :)
ResponderEliminarPero bienvenida tu explicación. Si las cosas no tuvieran fin, nos llegaría el tedio de Tanhauser, saturado de pasión y placer con Venus, y diríamos Zu Vield! (perdonen mi ortografía, no me acuerdo de nada).
En aquest moment fa un dia preciós en aquesta illa, ningú diria que fora a ploure. Ah! Âgora està prop de les Rambles. Feliç viatge.
ResponderEliminarGRàcies, Anònim mallorquí. Les prediccions s'equivoquen molt amb ses illes... almenys, això he comprovat a Eivissa. Prop de les Rambles, molt bé.
ResponderEliminarFriks, los árboles del botánico de Tenerife también son así, hospitalarios...
Pues no, que es un FICUS GOMERA, al que en Argentina llamamos gomera a secas, generalmente largo y escuálido en las macetas interiores y espléndido en la tierra al aire libre.
ResponderEliminarEstuve en ese mismo botánico, tiernamente decadente como casi todo en Lisboa, donde no había ni siquiera una guía para el visitante. Yo, algo más mayor que G, no me subí a una rama, pero estuve acariciando sus raíces exteriores, aéreas (inexistentes en los magnolios)con profundo deleite.
Vuen biaje, Zbelnu.
(Dicen que escrito así da suerte. No será a los académicos.)
Gracias, Cacho, por la precisión! Así no se equivocaba el gran Friks. El árbol es precioso...Gracias también por el augurio antiacadémico!
ResponderEliminarDante, yo tuve que leerlo tres veces para ver esa letra mal (y sonrío al pensar en mi ortografia).
ResponderEliminarLa ortografía cambiada permite nuevas asociaciones: biaje me recuerda a bisagra, a bies, biais o biaix (sesgo), a doble (bi) viaje, y viaje a viraje a voyages-voyages (arte tv)..
ResponderEliminary a blues:)
ResponderEliminarfeliz estancia!
Doncs clar que és un ficus!
ResponderEliminarJa has tornat?
Tot just arribo, Nmp
ResponderEliminarEs un Ficus elastica, la higuera del caucho o gomero. En las zonas frías de la península (Ibérica) se vende como planta ornamental y se cultiva en macetas. En las baleares hay ejemplares monumentales y ese de Lisboa es una maravilla.
ResponderEliminarAjá, qué sugerente precisión, Nmp, Ficus elastica es un nombre precioso, por otra parte. Y a mí, la familia de las higueras me parece siempre afín (ya sabes que nací en Figueres y que el olor de esos árboles y el sabor de los higos me subyuga hasta extremos de riesgo y felicidad). Y en Mallorca he visto unos ficus arbóreos tan elegantes y de sombra generosa...
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