domingo, 16 de septiembre de 2012

Correspondencias

Foto: I.N., Rhipsalis crispata, Lluïsa's Gift, 2012.
Transcribo aquí unos fragmentos de mi último intercambio con JP, que sigue en India.

¿Ya ha refrescado? Espero que vayas sintiéndote mejor a medida que el calor se vaya apaciguando y no sea tan fiero.
Ya llegué a Varanasi, el río está bastante alto pero ya empieza a retirarse, se ve la isla de arena en la gran curva del Ganga, las orillas de los ghats están llenas de lodo y de jacintos de agua. No es el momento más bello de Kashi aunque al atardecer siempre parece un reino mágico, un mundo de sueño que se desvanecerá en la noche.
  Como siempre mis sentimientos son encontrados, trato de limar aristas albergándome en la misma pensión de siempre, cuyo propietario de la casta de los lecheros, granjeros o cuidadores de vacas, en su caso lecheros, y por eso se llama Kishan (granjero), es un hombre encantador, poco interesado y tranquilo, una joya en esta ciudad ávida y egoísta hasta la médula. Aunque como siempre en India, el país donde todas las contradicciones se manifiestan, sea al mismo tiempo la ciudad donde el dolor llevado al paroxismo se licua en música, donde la luz parece ser algo sobrenatural en ciertos momentos y la noche albergar universos desconocidos.
   No me parecen simpáticos ni amables, en el tren conocí a un señor muy divertido, un profesor de BHU (la universidad de Varanasi) que era ingeniero en electrónica ( si es que se dice así) irónico, lleno de charme, acostumbrado a recibir homenajes por Europa (me habló sobre todo de París) y por América, viajaba con su hijo que se dedicaba a la animación y con el que cuando su padre se acostó estuve un rato hablando de cine...
Pero quien volvió el viaje algo valioso fue su padre con su chispa, su ingenio, su vanidad, la manera de regatear un poco más de chau con un empleado del tren, llamar a su hijo "el rey del Nepal" o distribuir la conversación haciéndonos participar a todos quisiéramos o no.
Pero este señor era una de las brillantes  excepciones que Varanasi prodiga, esa plétora de genios de la música, del sanscrito, de la medicina, del urdu o del persa, brahmanes con prodigiosa memoria, increíble rapidez mental y que parecen vivir en el reino de la inteligencia, santos y sadhus que esconden sus tesoros entre la sordidez de las paredes que se derrumban, la bosta de las vacas, las quejas plañideras de las mujeres.... aquí, como diría mi padre, todo el mundo se cree un personaje... los varanasis son terribles, obsequiosos y canallas, producto de una civilización demasiado antigua, llena de flaquezas, de miserias y de un descomunal orgullo.
   Pero como me pasa siempre, cuando te escriba tras unos cuantos días de estancia me habrán seducido de nuevo, no ellos, sino los genios de la ciudad, y te hablaré maravillas y no querré irme de aquí y me parecerá que lo que es un sueño no es esta ciudad donde todos están intoxicados por la religión sino Barcelona donde todos estamos intoxicados de tedio banal, y la vida se nos escapa sin saber en qué, en nada que podamos decir que es bello o importante, en pequeños sueños mezquinos.
   Hoy me acerqué a los ghats al amanecer, pero no estaba preparado aún para comulgar con el río y me alejé enseguida dejando las barcas llenas de turistas y a los peregrinos con sus pujas, alabando al sol que se alza por la otra orilla. Necesito tiempo y como en Ladhak me sentí tan feliz y la gente es tan bella, tan simpática y el paisaje tan desnudo y conmovedor, tal vez para que la transición sea suave, vaya a visitar Sarnath, y vuelva a ver el Buddha que dio origen iconográfico a casi todos los otros tipos de buddhas, además el Dalai Lama estará allí el 27, 28 y 29 y quizás no sea como en Delhi (estaba en La Fundación Ramakrishna justo el día en que me vine y la habían engalanado llenando los espacios de césped de pabellones blancos) donde había que pagar 1500 rupias al inscribirse y todo estaba lleno de autoridades y de esa excitación de los preparativos que me molesta tanto en ciertos actos religiosos...
  Hoy pasaré por Harmony, la librería más literaria de aquí  y a ver si encuentro cosas que no tenga, este año en Delhi apenas compré libros porque cerraron o cambiaron de emplazamiento las librerías que me gustaban, encontré de segunda mano Petersbourg de Bely, que estoy leyendo bastante interesado, por lo de ahora no me parece que alcance los elogios desmesurados que le dedica Nabokov (con el que apenas comparto nada) pero sin duda es una obra estimable, rara, preciosa, lo difícil es juzgarla por una traducción, debe de ser algo así como pretender juzgar Paradiso de Lezama por alguna de sus traducciones por muy buena que sea. También estoy leyendo en francés Au fil de la vie de Rilke, sus primeras historias en una de ellas Toutes en une una historia de un escultor de Madonnas, triste, viene esta frase sobre la piedad, no la certifico pero me llamó la atención:
"Qu'est ce que la pitié. Le plaisir qu’on prend a des églises sombres et a des arbres de Noël illuminés, la gratitude que l'on éprouve pour un quotidien tranquille qui ne vient troubler aucune tempête, l’amour qui a perdu son chemin et qui cherche, qui tâtonne dans l'infini sans rivages. Et une nostalgie qui joint les mains au lieu de déployer les ailes."
Cuídate bien.
Un beso
Pues refrescó y fue maravilloso mientras duró, luego volvió un bochorno espantoso y hoy las temperaturas son aún más altas que los otros días, aunque han prometido que las mínimas nocturnas empezarán a bajar muy poco a poco y mejorará la sensación. Y siguen las tremendas obras con su estruendo.
Y con el calor, mi condición se agrava, de modo que me estoy planteando otra dolorida intervención en el hospital, aunque con la incertidumbre de si servirá o no; a veces alivia unos días, a veces no sirve de nada. Este atardecer vendrá el osteópata que también me hace reflexoterapia y que me ayudó mucho hace una semana o más, veremos si consigue un pequeño milagro y evitamos lo del hospital
Pese a todo, como te dije, estoy más esperanzada gracias a la entrevista con el nuevo cirujano, y sólo pienso en seguir fortaleciéndome para poder hacerme la prueba y ver si es operable y liberarme...
He leído una novela para La Vanguardia que quizás te gustaría, tiene algo de novela-andante que conecta con una tradición manhattanita…
Me encantan tus crónicas, son una maravilla. Si siguieras así, podrías convertirlas en un librito, una maravillosa plaquette de paseante indio. No me extraña lo que dices al pensar en aquí desde allí, lo sentí yo en mi único viaje precoz y atolondrado allí, en 1981-82...
También leí ayer una novelita epistolar de Teru Miyamoto, la japonesa Kinshu, Tapiz de otoño (aunque sospecho que traducida del inglés!) en Alfabia, y me gustó, pese a los pasajes misóginos (tú te reirás), pese a su sencillez extrema, fue una lectura gozosa y fluida, aunque solo fuera esa imbricación del ánimo y el paisaje, tan japonesa y tan zen, que me recordaba a mi adorado Soseki... de quien acabo de recibir La puerta (Impedimenta), y que pronto leeré…
Sigue escribiéndome, por favor, siempre que puedas. Hoy leía a un personaje de Henry James de una novela favorita, Portrait of a Lady, Ralph, cuando se está muriendo e Isabel viaja para estar con él desafiando la prohibición de su horrible marido, él dice algo como: Love remains. I don't know why we should suffer so much. Perhaps I shall find out. There are many things in life...
Yo también me pregunto muchas mañanas, o a veces, a medianoche, por qué tengo que sufrir tanto y si éste será mi final (entonces, por qué tan largo?) o si será sólo una prueba (y por qué tan duro?), por eso los fragmentos de India me producen una consolación que tú puedes seguramente imaginar. A veces le pregunto a Rufus, que siempre acude a mí en los peores momentos y se sienta conmigo a acunarme con su ronroneo. A veces le ha tocado a J. escuchar mis momentos de desesperación más desolada. Pero también él es el primero en saber de mi alegría al mejorar ¡aunque sólo sea un poco! En esos casos mando mensajes a todos los que me han oído desesperar... Como ahora, que he empezado a sentir alivio tras una mañana de hinchazón terrible.
También leía unos cuentecitos de Kipling, They, y en el cuento que da nombre al libro, no sé si lo recuerdas, el narrador descubre un jardín maravilloso, con unos niños y una mujer que le desconcierta, hasta que ella le revela que es ciega. Es un momento emocionante, sin que ocurra nada más. 
'Now you understand", she whispered, across the packed shadows.
'Yes, I understand - now. Thank you.'
'I only hear them... I have neither borne nor lost!'
'Be very glad then', said I, for my soul was torn open within me.
'Forgive me!'
She was still, and I went back to my sorrow and my joy...
Y también T. C. diciendo que "el mundo está azotado por una epidemia de pena, cuyo embate mayor soportan, de momento, sólo unos pocos desafortunados"
Hay un tipo que habla a gritos desde el móvil en una azotea. Le he pedido por señas que baje el volumen y me ha hecho un gesto obsceno. Cuando paran las máquinas, siempre hay alguien desconsiderado que vocifera para que todos oigan su conversación banal. El calor multiplica esa sensación opresiva de estruendo. Sin embargo, he visto amanecer varios días seguidos y la luz me recordaba la felicidad de pequeña, en domingo, en bici por el paseo marítimo, cuando iba a comprar croissants para el desayuno para mi padre, y me sentía envuelta, diluida gozosamente en esa luz, otra vez como de pequeña al entrar en el mar de Roses, en esa primera escena de mi novela que para mí la resume toda. Veremos qué ocurre con ella. Según una doctora sinergética, su salida a la calle es una condición para mi curación.
Un abrazo 
Bel
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Es domingo y sólo los ruidos del vecindario (la torpeza de las escalas de una flauta, el perro prisionero, una televisión) quiebran a veces la quietud maravillosa. He pasado días difíciles, en los que el malestar corpóreo me deja poco espacio para lo demás, excepto para las visitas, que me han distraído e intentado animarme, aunque a veces me agobie la falta de soledad: yo necesito horas solitarias, me alegra intercambiar con los amigos, necesito ese feed back para seguir el hilo de mis pensamientos, pero aún necesito más ese espacio íntimo para el silencio, la música, la lectura, para reconectar conmigo y poder escribir. El hombre que escucha me preguntó acerca de la implicación metafórica de mi malestar y al salir de allí estuve pensando en qué era lo que yo retenía y sí que obtuve una vaga respuesta de algo que es el motor de la escritura de mi libro de ahora, pero que me causa cierto dolor añadido y tal vez, quién sabe, pueda estar influyendo en mi proceso de curación. O tal vez no.  Pero es un camino por el que seguir. Me he puesto una fecha límite para fortalecerme y someterme a la prueba que decidirá si una intervención, más o menos simple o compleja, es posible para liberarme de todo esto. La fecha es aproximadamente el 10 de noviembre. Ojalá los dioses griegos, el azar, el universo, whatever, se pongan de mi parte y me ayuden. Yo no creo que pueda resistir más.
Creo que tengo menos paciencia con los desconocidos que me parecen punzantes, con la gente que no entiende lo que escribo, o que pretende exigirme imposibles. Seguramente el dolor me vuelve menos tolerante. ¿Pero cómo reaccionarían ellos? No creo que los que tanto se ofenden hagan un esfuerzo por ponerse en el lugar del otro. Es duro que no haya reposo, que todos los días me duerma y me despierte con este cuerpo dolorido y tan limitado que me aprisiona, que no pueda como antes andar y respirar sin dolor. No es obligatorio comprenderlo ni mucho menos entender lo que yo intento escribir. O imaginar lo que es este extraño malaise y esta burbuja en la que vivo. Algunos intentan persuadirme de que lo suyo es igual o peor. "Todos tenemos problemas", me dijo alguien. "Al menos tú están bien acompañada y te quieren". Yo le respondí que ahora mismo le cambiaba estar sola en el mundo y triste, pero con su cuerpo o con cualquier cuerpo medianamente sano y libre, con mi cuerpo de 2010.  Y es que no recordamos esa felicidad física y simple de poder andar, correr y bailar libremente todos los días, de cambiar de postura en la cama sin que duela, de dormir profundamente, de levantarse con un cuerpo renovado, de andar largamente por el bosque o la playa, de entregarse a lo físico.
Y sin embargo, a veces, leyendo o adormeciéndome logro olvidarlo todo y sentir la misma joie paradoxale que antes. O escribiendo ese libro extraño. O recibiendo la visita de G., que hoy cumple 24 años y que muy pronto se irá a su Erasmus en Bologna. Hemos celebrado nuestro pequeño ritual y le he regalado libros italianos (los libros secretos que dijo la Otra Bel): Natalia Ginzburg, La strada che va in città; Italo Svevo, La conscienza di Zeno; Mario Rigoni Stern, Il sergente nelle neve. ¿Por qué todos son de la misma editorial?, me ha preguntado. Por casualidad, le he dicho yo, o porque Einaudi era un editor excelente, y le he contado de los tiempos en que los Ginzburg, Pavese y él mantenían allí sus reuniones comunistas y resistentes durante el fascismo, etc. Hemos hablado de leer en otras lenguas y descubrir palabras ininteligibles, desentrañarlas en el contexto, él se sabía algún fragmento de la Commedia, gracias a un profesor apasionado que tuvo, y yo le he recordado el momento de la salida del infierno, que tanto me gustaba. Voy a echarle mucho de menos -su vitalidad, sus visitas, su belleza, su espíritu, su forma de mirar el mundo-, aunque sea poco tiempo. Espero que le vaya muy bien y que me escriba. Y también que cuando él vuelva yo esté ya en una fase más saludable y cómoda que ahora, fuera de esta pesadilla. 
Me escribe estos días desde el desierto californiano y el Joshua Tree Park mi amigo músico, que anoche ganó un Emmy (!). En el ascensor del hotel se encontró a Richard Gere, sin paparazzi...
Hoy he soñado pero sólo me ha quedado un fragmento insulso en la memoria, o una clave numérica a descifrar. Volvía a la casa de la calle Herzegovina (creo que porque ayer, L.O. me dijo que había leído mis tres primeras Postales y sus impresiones me alegraron), estaba con P., la reina del reiki, pero en vez de ser el tercero primera, era el segundo primera.
Por la mañana ha venido Rodolphe a traerme un encargo del mercado, una verdura que venía con una oruga verde fosforescente, de una tonalidad asombrosa y que se me ha posado en la babucha marroquí. También estaba Lluïsa, que traía la Rhipsalis crispata, una planta semicrasa flamante en la que la flor crece directamente de la hoja, y ella se ha encargado de llevarse a la oruga. Anteayer vino Anne-Hélène, con dos jerseys muy bonitos,  una fotógrafa favorita, con un regalo práctico invernal y Julia G., una ilustre hija y sobrina de escritores y poetas; su padre le dedicó un poema maravilloso que siempre vuelve y que un cantautor popularizó musicándolo muy bien (supuse que todo el mundo llevaba años hablándole de ello, así que me callé). Me trajo un libro cómico inglés de los cuarenta, de humor duro e hilarante. Ayer vino V., que trajo una delicada macetita de brezo (me han dicho que el brezo no soporta el agua calcárea y que vive mal aquí, veremos si logro que medre) y posó un momento su insight rápido y evercomprehending en la sala. También vino la Belle Elaine, que estaba exuberante, con aire hindú y que me contó un montón de historias y me hizo reír, y la reina del reiki, que me traía otro vegetal necesario, y las dos se enzarzaron a hablar de dietas y de berzas en lugares insólitos. Y J., por supuesto, que viene con sus deliciosas mermeladas de higos (yo nunca había probado una mermelada tan buena, naturelich sin azúcar) y otras sorpresas, como esos suplementos literarios internacionales que antes no podía leer sin culpa y ahora disfruto con fruición. En el del (horrible y conservador diario, pero preciosamente maquetado y con gran nivel en lo cultural) Financial Times, había un artículo maravilloso sobre Orwell con una cita de una rana que tengo que mandarla a Ratachina (la ilustración era espléndida), y otro artículo apasionante semibiográfico sobre Foster Wallace, y otro muy gracioso (ilustrado con grabados antiguos preciosos) sobre los buscadores de semillas ingleses del XIX, que lograron convertir una flora pobre y limitada en una riquísima y de gran diversidad de especies. El especial moda recordaba ese aspecto loco y artístico de la moda como búsqueda de la belleza que nuestros suplementos locales ni siquiera conocen o comprenden, y luego me leí sobre una curiosa novela épica contemporánea (Uma viagem a India) de Gonçalo Tavares en Le Monde Livres (creo que no está traducida al castellano) y algo que me interesó también del Libération. Luego leí un artículo estupendo de EVM, tras releer la crítica elogiosísima que le dedicaron en The New Yorker. Recibí La chaise-longue victoriana de Margarita Laski, prologada por mí para editorial Automática (la recomiendo, aunque mejor lean mi prólogo al final, a modo de epílogo). La ventaja de estas duras vacaciones forzosas son mis lecturas sin tasa y la sensación de la generosidad de mis amigos, la impresión de su afecto, de su intenso deseo de que mejore (a veces me siento mal por no poder decirles que estoy mejor, que me encuentro bien, por tener que seguir dándoles  noticias penosas) y de alegrarme y facilitarme la vida con sus regalos y sus favores con la tenacidad de The Hunting of the Snark. Hoy Anne había leído mis primeros cuentos, los de Crucigrama; me ha contado sus impresiones y su lectura me ha llenado de esa vieja felicidad que es el feedback de mi escritura, cuando encuentro un lector inteligente y perceptivo, uno de esos lectores que busca cualquier escritor.

5 comentarios:

Anne-Hélène dijo...

Es tarde ya, pero quería dejar constancia de lo mucho que he disfrutado (por segunda vez, la primera muy apresurada) leyéndote. Y leyendo a JP (por favor, díselo), cuyas crónicas sigo con deleite. No creo ser la lectora inteligente y perceptiva que mencionas -y menos aún a estas horas, después de traducir tú-ya-sabes-qué- aunque lectores así no te faltanTodavía tengo las resonancias de tu Crucigrama -el libro- que acabé ayer, llenos de pasajes en que la lucidez se expresa con una fluidez musical que pasa dejando su vibración, cadencia y sus ondulaciones en la arena. Me parece que son cuentos de gran intensidad, con momentos hirientes y brillantes como destellos de daga; particularmente los de tus padres y el de la maternidad, pero no sólo. Dijiste que había lectores que encontraban algún cuento "más flojo", pero a mí me parece que juntos forman un conjunto muy armónico, coherente y sólido, que quedaría desequilibrado si faltara alguna de sus partes.

En fin podría decir muchas cosas más, pero se me vuelan los pensamientos. Me ha encantado la Rhipsalis crispata (que merece mejor nombre), como me encantó ese trébol púrpura de Ana que tan feliz crece en tu salón (y cuyo nombre no recuerdo, pero seguro que también merece otro mejor).

Sé que no te encuentras bien y que el proceso por el que pasas se te hace larguísimo y muy duro en muchos aspectos, pero lo que transmites tanto en persona como en tus escritos es algo que, si lo supieras, si pudieras percibir aunque fueran pavesas que flotan mucho después, te sentirías feliz y todo te dolería menos y sería más llevadero, y el 10 de noviembre llegaría como una exhalación, y en nada te verías con ese cuerpo que ansías y todo esto sería un recuerdo. Y literatura.

Ni me releo. Buenas noches, niña de Rackham. y no olvides decir eso a JP

Belnu dijo...

Gracias, Anne! Te leo dolorida e insomne y tu comentario me conmueve aún más. Me pregunto qué está pasando, por qué todo este dolor y malestar, incluso me pregunto si puedo tener la culpa de lo que me ocurre en cierta manera, si mi inconsciente... y también me pregunto qué significa esa realidad disociada o tal vez íntimamente imbricada en que el dolor crea una intensidad que vosotros podéis leer y yo no leo. Los comentarios de facebook intentan decir algo que se parece a lo que tú dices.
Alguien que admiro (JLG) me dice: "Leído tu último y muy bello crucigrama, Isabel. Ya veo. Diría que aún en el malestar, a juzgar por tu escritura, vives más cosas y más intensamente que la mayoría aún estando sanos." Naturalmente le transmitiré a JP lo que me has dicho y sé que le alegrará... Más gracias!

Belnu dijo...

En cuanto a mis cuentos de CRUCIGRAMA, me ha hecho mucha ilusión esa lectura tuya, ya te lo he dicho. Fue solo un lector el que vio un cuento más endeble y me hizo pensar que tenía razón, así que me alegra que tú lo recojas y devuelvas con los demás...

albertus dijo...

Aquesta nit tornaré a llegir per tercera vegada "Algunos hombres..."

Definitivament soc un fan de la gran Zbelnu

Belnu dijo...

Oh gràcies, Albertus! Espero que aviat podràs llegir la novel·la! Qui sap... I jo segueixo escrivint, un llibre estrany...