miércoles, 29 de agosto de 2012

Sueño y vigilia

Foto: I.N. La terraza desde dentro, 2012
Soñé que mucha gente tenía llaves de mi casa y cada día que pasaba desaparecía una hilera de libros. Me preguntaba quién podía ser y cuando volvía a mirar había otro estante vacío. Al principio, pensaba: Así tendré más espacio. Luego descubría con dolor qué franja se habían llevado y me sentía mal... Más tarde iba en los FFCC con Montse y el tren terminaba en Provença. Iba a salir, pero había colgado mis cosas en un gancho, las descolgaba con esa cámara lenta desesperante del sueño que ralentiza los movimientos y cuando intentaba abrir la puerta, no funcionaba el mecanismo, aunque veía a Montse al otro lado, esperándome.
En mi sueño de hoy estaba en Madrid. Salíamos de un edificio con altísima escalinata, como la tarta mussoliniana. Había cambiado el tiempo y nevaba y el frío era atroz, pero por suerte yo llevaba un gorro con orejeras y unas botas abrigadas. La policía me detenía porque no llevaba una tarjeta necesaria que tenían que haberme dado en la estación y no me dejaban salir volver a la estación a coger el AVE. Llamaba entonces a una de mis hermanas y ella me decía: "Bueno, si duermes en Madrid está muy bien." Yo protestaba: "¡Pero dormiré en un centro de detención de inmigrantes en Aranjuez!" Ella ya había colgado. Yo buscaba afanosamente entre los tarjetones de mi bolso, que eran muchos, pero no aparecía. Entonces me llamaba otra de mis hermanas, la reina del reiki, y me decía: "Yo tengo tu tarjeta. Dime dónde estás y te la llevo. Entonces la policía desconfiaba, me preguntaban cómo saber si mi hermana no me daba su propia tarjeta. Yo les decía: "Porque ella les enseñará también la suya", y ellos reponían: "Puede ser de un tercero..." Ahí me he despertado. Sé que antes había soñado otra cosa, pero lo he olvidado. Me he despertado con el cuerpo dolorido, me lesioné una costilla, es tan fácil cuando no hay más que piel para proteger los huesos y cuesta mucho de curar. Lo peor es la inmovilidad nocturna y por las mañanas se hace durísimo. Hoy vendrá un osteópata que tal vez pueda ayudarme. 
Me han despertado los carros de hierro que todas las mañanas, a las siete, y los sábados a las ocho, arrastran por toda la calle los empleados del supermercado de abajo con un fragor tremendo, acompañándolo de gritos desaforados. Si ellos están despiertos, que todo el mundo se despierte, parecen pensar. Luego han empezado los obreros de la obra de al lado, arrojan al suelo grandes pedazos de no sé qué con estrépito inmenso y se hablan a gritos. Qué país tan primitivo y salvaje. Al fin, a mediodía, cuando los obreros de al lado habían parado con las máquinas pero seguían vociferando con gritos y risas en su descanso, les he interpelado por la terraza. Les he dicho que ya era delirante el fragor de las máquinas, les he dicho que estoy enferma, les he pedido que al menos cuando al fin las paran, tengan la consideración de no aullar. Y han bajado el volumen, a pesar de las risas de uno de ellos. Naturalmente las máquinas tercermundistas y salvajemente ruidosas no son culpa de ellos, sino de nuestros políticos corruptos, que no imponen límites de decibelios a las obras, ni horarios; pagando se puede atronar a todos los vecinos también sábado y domingo. Es el país del ruido, parece que reine una completa insensibilidad auditiva. Y tal vez los obreros serían quienes más derecho tendrían a gritar, aunque llueva sobre mojado, pero no son los únicos. Aquí la gente que cena en sus terrazas vocifera y atruena y los hay que se divierten cantando a voces o chillando toda la madrugada por las calles. También a veces me he encarado a unos y otros, pero es un país en el que no se enseña la consideración ni el respeto a los demás.
Ayer vino Anne y me trajo un maravilloso coffret de películas de Mizoguchi, además de Dersu Uzala de Kurosawa, que yo vi hace muchos años. De Mizoguchi he visto algunas, recuerdo los Cuentos de la luna pálida, ¡qué maravilla de escenas cuando las geishas andaban en holgada fila a pasitos cortos por la estrechez del kimono en una melancólica penumbra! Recuerdo una historia de amor imposible y cruel entre una geisha y un hombre sin dinero para rescatarla. Es un tesoro tenerlo aquí. Mi DVD se negó a mostrármelo. Sólo admite algunas películas, le da igual que sean nuevas por estrenar, las rechaza igual. Es como un aparato de música que tenía mi amigo serbio que cada vez le restringía más los cds que aceptaba. Según él, el aparato tenía un gusto muy particular y no precisamente bueno. Mi DVD no quiso aceptar The River, pero sí aceptó The Swimmer. Así que las veré en el ordenador o usaré ese enchufe para verlas a través del ordenador, aunque a veces hace mal contacto y tiñe la película un momento. Yo nunca tuve suerte con los reproductores de DVD. He tenido tres y siempre me fallan inexplicablemente, algo que exaspera a G. A veces es como si las máquinas tuvieran su idiosincrasia y sus caprichos.
Me alegré ver lo que dicen de EVM en The New Yorker. Al fin los americanos lo han descubierto y desde 2004 le publican sus novelas. "Reading a Vila-Matas novel is like watching someone weave a beautiful tapestry with one hand, while unraveling it, equally expertly, with the other..." No puedo leer la crítica en la red, pero J. me buscará la revista, y ahora veo que está aquí. Sé que califican Dublinesca de obra maestra, y dicen: As in all his novels, Vila-Matas grapples with the freedom of the individual, a freedom inevitably compromised by tragedy and failure but also graced by moments of alleviation, even happiness. By lifting the heavy weight of the past, by setting irony against dogmatism and loyalty, Vila-Matas allows his characters, and us, to contemplate the future."
He estado leyendo La marge, de André Pieyre de Mandiargues, regalo de J. En un contexto muy distinto, son unas postales suyas de Barcelona, concretamente del Raval y de Ciutat Vella en los setenta, y sus paseos hacen un barrido por todos los locales que conocíamos y la atmósfera de entonces en la calle Robadors, el Panams, el Amaya, el Marsella, el Molino, tantos lugares, llenos entonces de anuncios de "gomas" y de prostitutas y olor a orina (L'Arc del Teatre: un pissoir privé d'eau) También me gusta que, discretamente, un ex taurino de Nîmes se vuelva antitaurino en aquel país nuestro de la posguerra, de pronto ve la misma "hideuse alliance" que en la misa con lo más violento y fascistoide). Es un hombre que recibe una carta y antes de leerla atisba unas líneas terribles, dramáticas, y pospone la lectura mientras vive la ciudad en ese barrido maravilloso que resucita la vieja Barcelona de mis incursiones en la adolescencia. Había acabado The Namesake de Jhumpa Lahiri, que me gustó, aunque no era la vieja India con la que yo intentaba reconectar, sino una India en Boston o Nueva York, de segunda generación de emigrantes. Y yo necesitaba algo más antiguo, como Satyajit Ray o Narayan o las crónicas de JP., que me sigue escribiendo sus crónicas de cibercafé, sin acentos ni eñes en los teclados hindúes:
Al final me he decidido por Ladhak, me voy el martes y espero alejarme un poco de la lluvia. Otros anyos voy huyendo del monzon y consigo mas o menos evitarlo, pero este anyo parece que lo llevo conmigo, ya te conte que en Rajasthan no habia llovido ni un solo dia y desde que llegue cada dia casi a las mismas horas, sobre las cuatro.
Ahora en Delhi lo mismo, supongo que es debido a que este anyo es un monzon tardio.
Como hoy es sabado, el dia de Saturno, el templete del dios Shanu, el Saturno indio, cerca de la Fundacion Ramkrishna donde voy a meditar un ratito por la manyana y a ver los lotos en flor del estanque, estaba lleno de mendigos esperando limosnas o un poco de comida. Me fije en un senyor vestido muy pobremente, de pelo y barba inmaculadamente blancos, con un collar de cuentas rojo que los miraba con la inocencia de un ninyo que ha llegado tarde a una reaparticion de regalos. Era un viejo guapo, digno, pobre, gastado, de los que me roban el corazon, parecen seres llenos de luz, me recordaba a esas fotos bellisimas de Ramana Maharsi. Le di una pequenya limosna (el ni me habia mirado ni me la habia pedido, absorto mirando de pie hacia el templo) e hizo el gesto tipico de llevarsela a la frente, agradeciendosela a dios y no a mi, hay una dignidad en ese gesto, como en tantos otros gestos indios, que me reconcilia con el hombre. Le das una limosna a uno de ellos y tienes claro que sin hacer nada son ellos los que te estan dando algo a ti, aligerandote de lo que te sobra, devolviendole dignidad al dinero. No puedo entender las quejas de los ricos sobre la pobreza de India, la pena que les da ver pobres, precisamente ellos a los que el dinero no les deberia importar y podrian encontrar a tanta gente a la que ayudar y recibir su bendición por ello.
En el sitio donde voy a desayunar se reunen los vendedores de helados que empujan sus carritos por toda la ciudad, la mayoria duerme al aire libre y no se como se las arreglaran los dias de lluvia, muchos son de Bihar, uno de los estados mas pobres y mas bellos de India, algunos estaban todavia despertando y removiendo y guardando cuidadosamente los cartones y las mantas que les sirven de cama. Otros mas afortunados tienen una cama de hierro colocada alli en la calle y deben pagar algun tipo de soborno para que nadie les incordie y los deje tranquilos.
Las lacras y miserias, las llagas de la India estan ahi para que las vean todos, aunque supongo que uno llega a acostumbrarse tanto que ya no las ve, pero no lo creo, si un leproso te pide limosna, si cada dia ves montones de tullidos, de mendigos, de ninyos desnudos, llenos de mocos, pero jugando ruidosa y felizmente, es imposible insensibilizarse, puedes a veces mirar hacia otro lado pero siempre acaban volviendo...
Hay un senyor anciano, vestido con ropas harapientas, llenas de mugre, de color indefinido, delgadisimo, la cara de un monito humano y bueno, las piernas dos munyones que asoman por el pantalon cortado, pinta una figura de Hanuman en el suelo y espera que los devotos echen limosnas, rodeado de jovenes yonquis o de esnifadores de pegamento, siempre lo miro y sin embargo no siento pena, una enorme piedad y compasion si, pero es la misma que siento hacia mi mismo, hacia todos, a ratos hasta me parece feliz...
Y unos días después...
Al final no sabes que contento estoy de haberme decidido venir a Ladhak, llegue hoy por la manyana y ya el viaje desde Delhi es divertido, llegar a un aeropuerto pequenyo, con dos aviones militares al lado, rodeado de montanyas enormes de colores rojizos, escarpadas y sin un solo arbol, el algunos valles unas sombras verdes y alegres de alamos que persiguen el rio, las cumbres del Himalaya a lo lejos todavia llenas de nieve, lor rios de color arena.. y luego sus habitantes que siempre estan riendo, corriendo, tranquilos y a la vez inquietos, con un ritmo totalmente suyo. En las aceras las mujeres vendiendo todo tipo de verduras: coles, dos tipos de rabanos, acelgas, espinacas, patatas, brocoli, guisantes, tomates y sobre todo unas manzanas pequenyas deliciosas y unos albaricoques que son puro nectar, se entremezclan las musulmanas shiies con las ladhakis tibetanas dandole colorido a la escena, algunas senyoras llevan monedas y un tocado de flores artificiales en el pelo que les da un aspecto muy festivo y gracioso. En cambio los hombres en otro lado venden albaricoques secos y las semillas de los albaricoques que son deliciosas.
Estaba tan contento y excitado que no me pude quedar en el hotel como recomiendan para evitar el mal de altura, a los cinco minutos estaba en la calle, tenias qie ver al duenyo de la pension donde me alojo, esta igual que la ultima vez que lo vi hace tres anyos, guapo, delgado, amable, sin necesidad de usar gafas, con todos sus dientes resplandeciendo y tiene 78 anyos.
Ya he comprado de todo: manzanas, albaricoques, chapati del horno, postales, hierbas aromaticas para perfumar, guantes de lana... todo por el placer de mezclarme y pasear por el  bazar. Los hombres musulmanes trabajadores temporales muchos de ellos, son guapos a rabiar, viriles, y al mismo tiempo simpaticos y dulces, hablan un dialecto de Jammu que me encanta...
(Han pasado unas horas y reanudo este post ya de noche).
Hoy ha venido a verme la mujer más guapa del mundo, estaba radiante del verano (yo ahora veo a todo el mundo tan saludable y sensual por contraste a mi fragilidad ósea y extraña) y me ha traído unos regalos franceses. Ella me entiende sin apenas palabras en un aspecto que otros no pueden comprender y en ese sentido me animó, además de su conocimiento del cuerpo, como gimnasta rítmica que fue y acostumbrada a entrenamientos, lesiones y cambios. Ayer vino una colega de batallas verdes y sociales y me trajo extraordinarias verduras de su huerto ecológico, sobre todo unas judías verdes maravillosas. Durante esta época tan irreal he descubierto con sorpresa no sólo el afecto de mis amigos sino la cantidad de gente que sólo quiere ayudarme y que confía en que me recupere. He tenido que aprender a dejarme ayudar, a aceptar la generosidad, a depender en muchas cosas. No había otra posibilidad y no ha sido fácil. J. ha vuelto y se ha ocupado de organizar y traer un montón de cosas necesarias, con esa eficacia asombrosa suya, que encajaba con mi agotamiento de estos días.
La mujer más guapa del mundo ha venido después del osteópata, que me ha aliviado considerablemente y me ha permitido albergar la esperanza de dormir mejor esta noche al fin. Sigo esperando la lluvia. La ciudad arde de cemento y contaminación. Yo necesito el agua como un nómada busca un oasis. Necesito oler a tierra mojada. Necesito que llueva una noche y un día seguidos. Necesito que este aire sucio y pegajoso se desvanezca y llegue un aire digno de respirar.
He seguido escribiendo, con pequeñas interrupciones y sin avances espectaculares, pero sigo ahí y espero que pueda seguir...
Entretanto Rufus ha vuelto a enamorarse. Esta vez la gata es blanca, no sé si persa o siamesa porque sólo la he entrevisto de noche, y vive en el sobreático. Ella quisiera saltar y él quisiera elevarse, pero es muy arriesgado y los dos maúllan con nostalgia. Es una gata muy alocada, de hecho una vez saltó y se cayó al colegio de al lado; no era la primera vez y no le ocurrió nada, milagrosamente, y el veterinario le dijo a mi vecina: "Sí, es de esos gatos paracaidistas". De momento, es un amor imposible, pero Rufus sueña...

9 comentarios:

Anónimo dijo...

He pasado la noche entre eso, "sueño y vigilia". Desde hace meses no sé lo que es una noche reparadora y lo peor es que tampoco duermo de día. Comprendo esa angustia, Isabel. Esta noche me he levantado y he mirado el patio, el gran patio interior. Se oían ronquidos que delataban un sueño profundo. Alguien escuchaba una radio. El anciano del frente dormía una noche más con la lamparilla encendida, imagino que esa tenue luz le da seguridad y compañía. Y yo ahí, acodada en la ventana e imaginando vendettas porque no merezco vivir asustada día a día por la pérdida de mi sueldo.
En fin, la noche da demasiado de sí cuando no estás bien.
Te deseo lluvias, te deseo brisas, cenas heroicas, libros reparadores, y sí, oesteopatía, de verdad, te hará mucho bien.
Llega hasta mi sillón el aroma de mi jazminero. No quiero un día de sol poderoso.
Fuerza! Pilar L.

Anne-Hélène dijo...

Me gustan esos sueños. Mejor dicho, no son sueños agradables, son más bien de impotencia; pero aparte de que es impotencia que sin duda sientes en tu situación actual, que se te hace tan larga, y que descargas en los sueños, y eso es bueno, decía que me gustan por cómo están escritos; como todo lo que escribes, te llevan a otro sitio, a otro ambiente, y transmiten muy bien las sensaciones.

Las películas ya las verás en el ordenador (aunque sospecho que es de pantalla más pequeña, y eso siempre es una lástima. Espero que te guste la emperatriz Yang Guifei, y volver a ver la de los cuentos. Bueno, y Dersu, tan bella y entrañable.

También me encantan los mensajes de JP, se lo puedes decir si tienes ocasión. Lo conozco poquísimo, sólo de la vez en que fuimos a verlo las dos y algún mail intercambiado después para ver si yo podía desentrañar el significado de un poema chino caligrafiado. Sus mensajes también tienen cualidades literarias de las que se aproximan a la cinematografía.

En cuanto al bochornoso fragor barcelonés, no parece tener remedio; lleva demasiadas décadas siendo consustancial a la ciudad, un aspecto más, entre otros, que da la impresión de que sus gobernantes la odian. Pero incluso en este infierno se encuentra belleza y ráfagas de frescor, y tú sabes verlas. Y narrarlas.

Belnu dijo...

El lenguaje onírico siempre es fascinante, aun en las pesadillas! No puedo contar aquí mi sueño de hoy, más surrealista y cargado de significantes!
Gracias por lo que dices! Y sí, JP tiene talento! Aunque no suele mostrar su escritura
Yo seguiré esperando esas lluvias y que encharquen y arruinen las espantosas obras

Belnu dijo...

Gracias, Pilar, pero yo no hablaba de angustia ni de insomnio! Ya dijo Proust que cada lector lee un libro distinto porque pone la lupa en un lugar distinto. Tú ves lo que tú proyectas.
Otro lector me dice algo que se parece más a lo que yo creo haber escrito:
"Me ha gustado mucho el post. Los sueños son tremendos, sobre todo el primero. El final con las puertas del tren que no se abren es de lo más cinematográfico. Los pasajes indios son muy bellos también. Qué suerte que te escriban desde tan lejos con tanto detalle y entusiasmo. Aquí hace un calor considerable, y la tormenta sigue esquivándonos, pero lo pasamos bien. Seguramente mañana volveremos a Barna. J.N."
Ya te lo dije una vez, para mí el blog no es un email ni un diario, ni un correo de amigos, no espero consejos ni ánimo; solo que aprecien mi escritura. Otra lectora en fb me dice: "Me encanta leer tu 'crucigrama', me gusta... cómo te despierta la ciudad con sus ruidos, y ese anhelo de lluvia. Gracias por cada uno de ellos (me refiero a cada escrito).Ya está más cerca el otoño y viviremos mejor. (MJ)".
Y otro, Jorge F, dice simplemente: "Es una delicia leerte!"
Son sólo unas muestras pequeñas de que no todo el mundo ve angustia y desolación...
Ojalá ese olor a jazmín empiece a predominar en tu patio con algo más esperanzador y puedas leer más libremente...

Anónimo dijo...

A ver Isabel cómo te hago llegar correctamente lo que percibo.
No somos amigas, no nos vemos, por tanto, el lenguaje de gestos,el timbre y sonido de la voz aquí queda anulado.
Nadie debería estar pidiendo excusas, sin sentirse culpable, por tanto,no lo haré. La lectura y la escritura las aprecio hasta límites insospechados por tí, ya te lo digo, no somos amigas, ni conocidas, pero creo Isabel que hay un problema de método, escribes como si fuera un diario, lo quieras ver o no y no te escribo como si ese fuera el formato, que no, es muy sugerente lo que escribes y lo sigo con interés, pero, por ejemplo, no voy a estar hablando del tiempo o del ruido ambiental, que también puede ser, creo que tu escritura arranca del otro sentimientos atrapados que no podían salir o recuerdos, ejemplo: cuando comentaste que alguien te llevo una fruta exótica o algo así, esto me llevó a mi infancia en Venezuela y se abrió un abanico de colores, sabores y recuerdos fabulosos.
Cuando hablas de Proust, me recordó algo que leí en un líbro que decía, más o menos, que cuando te sientes mal no hay nada mejor que Proust.
Considero que el no conocer al otro es un handicap y no siempre llegas a la otra persona como quieres o como la otra te ve.
Un jazminero, por muy agradable que sea su aroma no me devuelve la esperanza, pero gracias. Pilar L.

Belnu dijo...

Lo siento, Pilar. Naturalmente no tienes que excusarte de nada. Comprendo que tú no lo entiendes, pero otros lo entienden perfectamente. No digo que sea fácil, pero a mí no me interesa discutir de mi vida en público ni contestar a preguntas de cómo estoy. Yo uso fragmentos de material autobiográfico como escritura. Hay mucha gente que lo entiende, y que en este post se fija en lo que llega de la India, en el deseo de lluvia, en la descripción, en el lenguaje de los sueños. No tienes ninguna obligación de entenderme ni de que te guste. Pero yo tampoco puedo evitar que mis intereses vayan hacia la escritura y no hacia lo real. Está empezando a llover! Esa sí es una realidad de la que hablar...

Belnu dijo...

Lo del jazmín era una metáfora! Algo como que la belleza y la sensualidad anunciasen algo bueno. Pero en fin, no nos entendemos!

Enrique dijo...

La gata siamesa de Elsa solía escapase por el tragaluz en las noches de verano y sólo volvía si la llamaba una voz de hombre. Elsa me lo pedía a veces y veíamos a la gata asomarse al tragaluz y luego entrar. Era el momento del pernod con biscottini.

Belnu dijo...

Qué graciosa la gata de Elsa!