martes, 21 de agosto de 2012

Más allá del calor

Foto: ? Ayer me mandaron esta vieja foto, no sé quién la hizo, donde aparezco con J y J en una playa gallega, seguramente de 1986.
Sueño con lluvias como en el desierto se sueña con oasis. La sequía ardiente, el fuego, la contaminación y los árboles cortados en mi barrio forman parte de una pesadilla, o las 18.000 hectáreas de bosque incendiado en este pobre país.
Y sin embargo, sarinagara, yo he vuelto a escribir. Hace cuatro días. No tengo ninguna garantía. No sé adónde me llevará todo esto, pero por primera vez en meses, siento que deseo seguir ahí. Es un experimento, no sé si es el capítulo de una novela o si es un cuento o si irá creciendo magmáticamente informe. Escribo de lo que sin duda había estado rehuyendo, lo único de lo que mi inconsciente, amo de los escritores como yo, quería realmente. Y rechazaba todo lo demás. Ahora sólo esto podía ser. Aunque me haya sorprendido a mí misma. Aunque creyera que era demasiado pronto. Todo lo demás me sonaba lejano e impostado, banal, no podía colorearlo, insuflarle vida. Ahora sí... Tampoco sé si me quedaré a mitad, si de pronto no sabré seguir, si me desalentaré, pero de momento vivo ahí, más allá del calor absoluto y metafísico, del aire caliente, pegajoso y sucio que se adhiere al cuerpo al salir a la calle llena de estruendo y obras. Sin árboles. Sin sombras. Sin frescura. Sin lluvia. Más allá de las miserias de este cuerpo extraño que habito ahora, en esta época irreal. Más allá de las inquietudes que se despiertan de noche con cualquier síntoma. Más allá del oscuro temor de no lograr curarme.
Más allá de lo que leo.
La América rural de William Goyen, en este momento. Acabé ya el libro de Pim Van Lommel, que me ha cambiado la percepción de la muerte o al menos, ha abierto una interrogación feliz. 
Hace dos noches, a pesar de mi condición, volví a salir a cenar heroicamente y otra vez me alegró esa conversación, que despertó tantos pensamientos de cine, de escritura, de la voz y las vibraciones que transmiten otros contenidos no dichos, de la autoimagen... Me sentó bien, aunque no pudiera echarme a la romana para digerir al acabar la cena y aunque el aire acondicionado me acabara agarrotando los huesos, también hay que cuidar el espíritu.
Agosto no se ha llevado a todos los amigos. Unos se han ido, pero han vuelto otros. V estuvo aquí luminosa pese al calor, trajo inciensos japoneses de crisantemo y el libro que yo le había pedido. Tigridia me trajo ayer verduras de un huerto amigo y me ayudó con cosas que ahora son difíciles para mí. Rod fue al mercado y me trajo pescado el sábado. Mi amigo músico ha vuelto y es rápido y eficaz y se ofrece para todas las ayudas, incluso me acompañó a mis tratamientos. Es un trayecto corto, pero atravesar Mitre se ha convertido en una hazaña. Esa clase de calle-autopista que les gusta a nuestros políticos, talando todo árbol y dejando sólo el cemento. Ahora arde ese cemento y para rematar, lo han abierto para hacer obras, de modo que necesito mucho valor para atravesarlo con este cuerpo, fragilizado y espectral. Si me curo, iré a reponerme a un lugar fresco y frondoso, a un lugar lleno de árboles inmensos, de manantiales, o cerca del mar. En mi sueño de hoy, yo era como antes y me encontraba con un poeta amigo y yo le conducía de forma vacilante en coche a alguna parte. En el sueño había un concurso de cartas, yo perdía y no me importaba porque no estaba convencida de mi carta, ganaba un joven guapo de un pueblo cercano a Vic, que la había escrito en rima. Y nos reíamos tanto y tan alegremente...

17 comentarios:

Anna dijo...

Enhorabuena, Bel. ¡Qué bien que hayas retomado la pluma! Admiro tu voluntad de hierro casi tanto como tu cultura libresca.

Y ¡qué bonita foto! Estás preciosa en esa playa.

Belnu dijo...

Gracias, Anna!
Pero mi escritura nunca ha dependido para nada de la voluntad!
Y tampoco en este momento me siento nada voluntariosa...
Pero gracias otra vez

Anna dijo...

Curioso. Hubiese dicho que tu escritura es de las que surgen “en régime de volition”, que decía Flaubert. A ver si un día hablamos de esto. Me interesa mucho.

Belnu dijo...

En absoluto, Anna! Creí que ya lo habíamos hablado. Yo escribo a ciegas, a tientas, y dependo completamente de un deseo inconsciente. Como decía M. Duras, escribimos para saber lo que escribiríamos si escribiéramos. No puedo planificar nada. Sólo dejarme llevar por una frase como quien sigue a una mariposa, y por mucha voluntad, la mariposa sólo aparece cuando al fin das con ese deseo interior, ese amo despiadado del que hablaba Natalia Ginzburg

Anna dijo...

Claro, pero lo que me dices (que habíamos comnetado, sí) no implica en absoluto que no trabajes "en régimen de volición"!
Cuando Flaubert oponía su forma de escribir a lo que llamaba el "régime d'inspiration", no negaba ningún poder de la frase ni, menos aún, el hecho de que la pluma se mueva impulsada por la sonoridad o cualquiera de los modos de evocación desatados (o descubiertos) durante el propio proceso creativo. Lo que hacía era reivindicar la poética del trabajo. Negaba que escribir fuese un dejarse ir porque toda creación es arte (y, por lo tanto, artificio), e implica una gran dosis de autocontrol y de rigor (esa inflexibilidad en el diseño estructural de que hemos hablado algunas veces, por ejemplo), así como un pulir y pulir que se sitúa en las antípodas del mito romántico de la escritura como desahogo "natural". A eso me refería cuando te expresaba mi admiración por ser capaz de escribir pese al calor, el ruido, las molestias y tantas cosas que no ayudan precisamente a concentrarse.

Belnu dijo...

Siento disentir de Flaubert, con quien comparto lo del gueuloir! (es decir, yo necesito decir lo que he escrito en voz alta para saber lo que he escrito, aunque no vocifero como él por una arboleda!). Disiento porque yo con voluntad no puedo hacer nada. Es decir, ya puedo proponerme escribir, sólo sale cuando mi inconsciente decide, y yo tengo que esperar a ese momento, relajarme, dejarme llevar y entonces puede surgir esa frase que me arrastre, al menos por un tiempo.
Lo cual no impide que la elección de cada palabra sea un trabajo de exigencia, un trabajo musical, la corrección sea obsesiva, y claro hay rigor, si no, qué sería... Es la pura felicidad del trabajo de la escritura. Yo no creo en la escritura automática ni terapéutica ni oigo voces ni los personajes se apoderan de mí. Pero como te digo, a diferencia de la traducción o de cualquier otro trabajo, la ficción exige que ese niño interior se divierta libremente y juegue a lo que quiera, según su capricho, y cuando quiera. No me serviría de nada trabajar de 9 a X como hacía García Márquez, etc. Es verdad que cuando entro en una historia, hay fases en las que sólo quiero estar ahí y todo lo que vea y viva parece poder incorporarse, es la fase más feliz... En cuanto a abstraerse, por supuesto, yo nunca he necesitado unas condiciones especiales, mientras no me hablen ni oiga hablar a nadie, puedo escribir donde sea, da lo mismo un café, que la cama que mi mesa o un banco en la calle donde de pronto algo surgía... Pero no es por una voluntad consciente sino por un deseo inconsciente. Ante esa dualidad que él propone, yo opongo una tercera vía, flaubertiana pero psicoanalítica, sólo el deseo interno mueve algo... Incluso esa elección de las palabras oculta una multitud de razones secretas, como yo descubrí al traducirme con Linda al inglés. Yo luchaba con ferocidad por cada palabra, tenía que tener dos sílabas, ciertas connotaciones, cosas que yo no sabía de antemano que había decidido...

Belnu dijo...

Y claro, no es un desahogo natural, entonces sería un desastre!

Anónimo dijo...

A primeros de Julio asistí a unas jornadas sobre literatura en mi ciudad. La charla la impartió un periodista y, además, escritor de novela negra. Él decía: -Tienes algo que decir...entonces cuéntalo. Así de simple. Luego vendrán los estilos, correcciones, etc., pero si hay algo que decir...adelante.
Anoche me dí cuenta de que es cierto eso. Estoy pasando un par de años de acumulación de sucesos y tristezas, se añaden capa sobre capa y, de repente paseando por mi ciudad, escuché una música que, primero me recordó a mi madre y se me escapó alguna lágrima que otra y luego, al sonar aquella banda de jazz, con sus distintos ritmos que me recordaban las vieja voces negras de Nueva Orleans y algo de la obra de Mark Twain, sentí que tenía que decir algo y, cuando llegué a casa escribí. No llegará a ningún sitio, pero sentí imprioamente el deseo de desprenderme de alguna de esas capas de tristeza que pesaban sobre mí y que la fantastica banda liberó, aunque sólo sea momentáneaente.
Clato que la escritura es diversión, debe serlo; el hecho de sentarse y ponerse delante de un folio u otro soporte y dar rienda suelta a mundos que están en nuestras cabezas, creo que es uno de los ejercicios creativos más reconfortantes que hay, más o menos como la pintura. Cuando me pongo delante de un lienzo, dejo salir la idea que ha estado creándose en mi cabeza y ladejo que se deslie hasta mis dedos.a
No tengo vuestro nivel, el de Anna y el tuyo, pero quería expresar mi opinión en esta mañana calurosa, después de una noche peor. Saludos.Pilar Lasheras.

Belnu dijo...

Gracias, Pilar. La escritura es feliz pero también es dura y torturante, eso lo sabe cualquier escritor que se exija! Recuerda que en un escrito no debería haber nunca lágrimas! Hay que pasar el paño y secarlas, mostrar secamente al lector lo que te las ha producido, pero sin ellas, entonces es emocionante y el texto brilla. Así nos lo enseñó Chejov a todos. Y también que en la buena literatura el autor no tiene las respuestas, sólo muestra su perplejidad ante un mundo que sólo los zopencos pretenden comprender, puesto q es incomprensible!

Pati Nunez dijo...

Qué bueno que puedas escribir de nuevo y me parece una buena señal: yo también pienso que la creatividad surge del deseo interno, de ese otro "cerebro" que tenemos precisamente en la panza

Belnu dijo...

Gracias, reina del reiki!!!

Anna dijo...

Gracias por esta jugosa explicación, Bel. Me la guardo.

Bueno, en realidad, gracias a ambas por este interesantísimo intercambio, pero déjate de niveles, Pilar, por favor.Yo no soy escritora como Bel. Sólo opino.

Belnu dijo...

Sólo opinas, pero como estudiosa y lectora privilegiada de tantos maravillosos escritores, como teórica gozosa de lo literario, sabes bien de lo que hablas, Anna!!!

Anónimo dijo...

Me ha gustado que recordaras a Chejov, que tantos buenos momentos me ha hecho pasar. Lo de secar lás lágrimas me ha parecido perfecto, es cierto!, el escritor debe hacerte llorar, reir, pensar y no encontrarte todo hecho. Gracias por el comentario, Isabel.
No sé si te gusta Silvio Rodríguez. He encontrado el disco Días y Flores que me devuelve a mi juventud libertaria, ahora sigo igual, pero con más años. Ecucho "Como esperado Abril" y me quedo con el recuerdo de un mes que me es especialmente grato, por mil recuerdos, me quedo con el refrescante recuerdo y como fondo un coro de frenéticas chicharras que cantan sin parar. Saludos, Pilar Lasheras.

Belnu dijo...

La música también nos gusta porque nos traslada a otros lugares en el tiempo... Y Chéjov es maravilloso

Enrique Irazoqui dijo...

edrescr 103En la foto estás con Jules et Jim: http://www.youtube.com/watch?v=LVyLoWz9P38

Belnu dijo...

Oh no, nunca podría compararme con ella! Es una película maravillosa y me gusta mucho cómo ella canta Le tourbillon de la vie. Y en cuanto a los dos hermanos de la foto, no había ese espíritu