martes, 26 de junio de 2012

Los sueños se me escapan


Foto: I.N. Retrato borroso de la escritora enferma, 2012
Por las mañanas, se desvanecen después de haber pensado en ellos un instante, de haber querido atarlos, se escapan como peces escurridizos. Aunque un día soñé que comía cosas que ahora no puedo comer y que tal vez añoro... Algunas mañanas tengo la tensión tan baja que apenas puedo moverme del sofá. Necesito un almohadón para apoyar el volumen I de las Collected Short Stories de Henry James, regalo de J. Algunos de esos relatos son del principio y tienen cualidades extrañas, que luego se desprenderían para dejar la magistralidad de las otras. Empecé leyendo "The Liar", que es maravilloso, pensé que HJ ya lo había escrito todo, qué bien explicaba esos momentos de fecundidad literaria (aunque el narrador fuese un pintor) en que el autor siente que, le ocurra lo que le ocurra, le servirá para su obra. Esos momentos que ahora tanto añoro, mientras dudo de cómo reunir fuerzas para empezar un nuevo libro en medio de esta debilidad.
Empezar exige una energía mucho más grande, para no desalentarse con las probaturas, para seguir sondeando hasta encontrar el tono. Pero me iría muy bien estar escribiendo, noto ese vacío y pienso que al fin y al cabo ese es mi vínculo más grande con la vida, por tanto, tal vez me ayudaría a curarme. He vuelto a corregir algunas cosas de mi libro acabado y suspendido entre paréntesis, pero temo que me costaría releerlo sistemáticamente, aunque podría seguir el consejo de la Belle Elaine y revisar un capitulo por día, para no agotarme. Con paciencia infinita...
Es verdad que he empezado a mejorar, muy despacito, a pesar de que mi aspecto siga siendo espectral, pero parece una tendencia que se afianza y eso, naturelich, me llena de esperanzas. Y sueño con el mar, ese mar solitario del que me habla la Belle Elaine donde se baña con sus pececillos, un mar al que tal vez no pueda volver hasta el año que viene, cuando me haya curado... ¿O antes?
Antes de sumergirme en Henry James, leí Le condottière, extraño thriller de Georges Perec sobre un falsificador, orsonorwelliano avant-la-lettre, intenté pero acabé abandonando el libro de Hanif Kureishi, Something to Tell You, y también una antología de poesía clásica griega con páginas negras de misoginia tremebunda, y leí The Popular Girl de Scott Fitzgerald. Y luego ya caí en la inmersión jamesiana, aunque un corresponsal que está en una fase exclusivamente proustiana me ha despertado el deseo de releer Contre Sainte-Beuve, que leí hace ya años, cuando era muy joven, para resistir el vacío de no poder seguir leyendo À la recherche (mi libro favorito de todos los tiempos, tanto que albergo sentimientos posesivos con Proust, como con Baudelaire, casi prefiero que nadie hable de ellos), y tal vez ahora vería de otra manera. Leí también, seguido hasta el final, El hombre que soñaba demasiado, de Gonzalo Suárez, ¿lo dije ya aquí?, una magnífica mezcla de fragmentos autobiográficos de una infancia en plena Guerra Civil, con sueños y fabulaciones locas y libres características de ese autor, del que ya soy fan. La portada, un magnífico retrato de Colita, espectacular, que impacta a todo el que pasa por casa.
A. R. me manda dos Barbey d'Aurevilly, uno que ya había leído y tal vez perdido, Le chevalier des Touches, y otro que no, Les Diaboliques. Y a ratos leo De rerum naturae, De la naturaleza de las cosas, de Lucrecio, que me recomendó vivamente mi amigo serbio.
Es todo tan extraño... Nunca pensé que yo tendría alguna vez este aspecto, que llegaría todo esto, que tendría que pasar por esta larga, dura y extraña prueba. ¿Cómo imaginarlo? Ni siquiera cuando Jacques le fataliste me vaticinó tan grandes horrores con extraño tono triunfal pude sospechar que algo así me ocurriría. Sigo soñando con el mar y con mi cuerpo de antes. Qué felicidad volver a corretear por ahí y recobrar les rondeurs que antes no comprendía... Qué maravilla gozar de movilidad, ir a todas partes, volver andando desde lejos, incluso viajar, no temer ningún dolor, no tener que preocuparme tanto por las funciones básicas vitales... Poder comer normalmente y todo lo que eso implica. Nadar, bailar en todos los sentidos. Qué pruebas tan largas para una paciencia que nunca o casi nunca he tenido...
J. me propone un lugar donde pasar unos días lejos del cemento, en una zona boscosa no lejos del mar, si yo mejorase un poco, en agosto, si pudiera dormir en una cama no articulada, si mejorase un poco más... Sueño también con eso.
Alguien me manda un diálogo maravilloso entre Auster y Coetzee, que pronto se publicará y que se presentó en Kingston, donde hablan de Kleist, que tan gran estela me ha dejado, y también señalan el eco de Kafka. Dice Auster:

I have been reading Kleist lately, his stories and letters in particular. I remember being deeply impressed when I first read him in my early twenties, but now I am overwhelmed. His sentences are remarkable—great hatchet-blows of thought, an implacable narrative speed, a pulverizing sense of inevitability. No wonder Kafka liked him so much…
Y Coetzee contesta:
As for Kleist, I agree with every word you say. To open a page by Kleist is to have it brought home to you that there exists an A league of writers, which has very few members and in which the game being played is very different from the game in the more comfortable B league to which one is accustomed: much harder, much quicker, much smarter, for much bigger stakes.(By the way, I recently watched again Eric Rohmer‘s adaptation of Kleist‘sMarquise von O. I see the film as a tribute on the part of civilization – Rohmer had so civilized a sensibility that I am surprised he made any headway in the film world – to the mystery of genius.)...      Me ha hecho ilusión también la alusión a mi querido Rohmer. El otro día, alguien generoso con mi escritura y cuyo criterio admiro me dijo que La Collectionneuse y Ma Nuit chez Maud parecían guiones míos. ¡Qué elogio! Yo no soy consciente de mis influencias y me alegro mucho de que alguien encuentre algún eco rohmeriano en mis cuentos.

2 comentarios:

´´ dijo...

Me ha gustado lo de guionista de Rohmer y “alguien” sabe bastante de cine y contar historias. Seguro que mejoras y sales disparada hacia tus múltiples actividades, también es cierto que estando enferma haces más que la mayoría estando bien. En la calle hace un calor asqueroso.

Belnu dijo...

Gracias, Francis! Desde aquí a veces parece imposible volver al mundo de los vivos y saludables! Aunque sea un momento tan malo para el mundo!
Sí, a mí me hizo ilusión que la comparación la hiciese precisamente JLG, que sabe tanto cine y es un lector de excepción.
Gracias por los ánimos!